Última oportunidad

Mira a su alrededor y se siente pequeña, insignificante. Sus dudas y sus preocupaciones pasan inadvertidas entre tanta gente, y eso, por una vez, le hace sentirse un poco más segura.

A su lado ve a una mujer esperando que llegue alguien, que parece que no va llegar nunca. Pero cuando lo hace, Sara es testigo del abrazo que se dan, y de las enormes ganas que tenían de verse

¿Acaso no es eso mismo lo que le pasa a ella ahora? Ella también se muere de ganas de verle, y sin embargo está huyendo.

Se aferra a sus billetes de nuevo y los aprieta contra su pecho con fuerza. Intenta recordar que sintió cuando él se los dio pero no lo recuerda. No recuerda nada de aquel momento. Su cabeza no estaba allí recibiendo ese regalo, sino en otro lugar y en otro tiempo y con otra persona.

Vuelve a mirar los billetes y piensa en todo lo que traerá consigo ese viaje. Siente tristeza al pensar en eso, y las lágrimas aparecen en su rostro. Tiene tantos recuerdos con él: noches divertidas, risas, momentos contándose sus vidas, sueños por cumplir… Imagina su futuro con él y siente miedo. Miedo de volver a equivocarse, miedo de seguir sufriendo, miedo que todo sea mentira.

Consulta su reloj de nuevo y se preocupa porque él no ha llegado todavía. Tienen que salir pronto o no podrán viajar. Quizás él se lo haya pensado mejor también. Quizás a él también le hayan entrado las dudas de que todo se estropee, quizás se ha dado cuenta de que cometen un error.

Vuelven a rodearla riadas de personas que buscan a otras personas. Y ella, en medio de todos, se atreve a decir en voz alta cuando él se acerca hasta ella, lo que lleva tantos días pensando.

- Lo siento Aitor, no puedo ir contigo…

Intenta explicarle, hacerle entender. Pero no hace falta, él sabe lo que pasa y no necesita que intente engañarle diciendo que lo siente. No lo siente, no siente no irse con él. Se siente feliz por haber tenido, por una vez, la suficiente valentía para hacerle caso a su corazón.

Saca de su bolso el teléfono y deprisa marca los números:

- Lucas, tenías razón. No puedo vivir sin ti ¿Todavía nos da tiempo a coger ese avión?