16 febrero 2008

Felicidades


Hubiera deseado tener que hacer algo hoy, siendo el día que es, pero vuelve a estar plantada en su cama dejando pasar el tiempo mientras intenta estudiar.

Esta mañana, cuando bajó a los Cachis, pudo ver como muchas parejas han celebrado juntas su San Valentín, y ella, que está lejos del amor de su vida, se siente ahora, más sola que nunca.

Quisiera tener un plan, el que sea, pero que fuera con él. Pero hace tiempo que Lucas eligió, y eligió no estar más detrás de ella. Eligió no seguir pidiendo perdón por algo que no fue culpa suya. Eligió que esperar siempre, era esperar mucho. Y ella, se siente morir.

Mira el móvil y le pide por favor que suene. Lo desea más que nada, pero el móvil permanece callado y ella sabe, que aunque suene, al otro lado de la línea, no escuchará su voz.

Triste y agobiada decide salir de casa para dar un paseo que la anime un poco pero solo consigue deprimirse más. Por todos lados puede ver parejas abrazadas, besándose, felices. Parece como si toda la ciudad se hubiera llenado de repente de corazones y de flores. De pronto todo esto le parece cursi, roído y tópico. El amor no es eso. No es regalarle un día maravilloso a alguien y el resto del año olvidarse. Ella no quiere San Valentines, ni flores, ni ositos de peluche. Ella solo quiere volverle a tener.

Se sienta en ese banco que tantos recuerdos la traen y, mientras se retuerce en su propio dolor de tanto añorar esos besos, siente unos pasos que se acercan a ella por detrás. Siente miedo y cuando quiere reaccionar para mirar atrás a ver quien interrumpe su silencio, unos brazos la atrapan con fuerza y la tapan los ojos. Intenta chillar, pero también le han tapado la boca y no puede más que intentar patalear para soltarse. El miedo que siente es superior a ella misma, y piensa que es el final de todo, que no la van a dejar escapar, que se acabó.

Alguien camina con ella al hombro en silencio, rápido, y ella solo se pregunta donde la llevan y cuando acabara esto. Por el camino, la venda que le tapaba los ojos se ha aflojado y por fin consigue ver quien es la persona que la lleva en brazos. No lo puede creer. Si no tuviera la boca tapada le diría de todo, pero mientras no pueda hablar, solo consigue dar las gracias, porque todo el miedo se ha evaporado de golpe para dejar paso a una sensación agradable; estar de nuevo en sus brazos, aunque sea así, le hace sentir bien.

Llegan al apartamento de Lucas, y él la deja en el suelo y se aleja un poco mientras ve como Sara se intenta componer la ropa de nuevo.

- Lucas, ¿tú eres imbécil o que? ¿Se puede saber a que viene todo esto? –está enfadada, muy enfadada. Vale, es cierto que se le acaba de arreglar el día de San Valentín, o no, pero odia que Lucas pueda jugar con ella así y hacerla sentir tanto con tan poco.

- Venga, Sarita, no te enfades anda. Si solo ha sido una pequeña broma ¿Cómo iba a conseguir sino que vinieras hasta mi apartamento? Todavía no he conseguido que me cojas el teléfono como para que vengas a mi casa –lo dice con una sonrisa burlona. En realidad la situación le parece cómica, ver a Sara así, debatiéndose entre las ganas que tiene de estar con él, porque sabe que quiere estar con él, y las ganas que tiene de matarle, tiene su punto.

- Eres idiota, Lucas. Idiota ¿Te crees que trayéndome por la fuerza a tu casa van a conseguir que vuelva contigo?

- ¿No? Tú verás Sara. Puedes quedarte y escuchar lo que tengo que decirte para luego decidir lo que quieras, o puedes irte y quedarte con la duda de si lo nuestro se podía haber arreglado.


- Me voy. Paso de tus juegos –Se acerca a la puerta, despacio, palpando el camino por el que va. La oscuridad no le deja escapar todo lo rápido que querría, y al ir a buscar una pequeña luz que la guíe, se da cuenta de que no proviene de una lámpara, sino de una bola del mundo. Su orgullo la grita que se marche de allí, que enseñe a Lucas que las cosas no van como él las hace, pero el resto de su cuerpo y su corazón la piden que no se mueva, que sea sincera por fin consigo misma y se deje llevar. Que no lo pierda todo por una tontería -¿Lucas, que es eso?

- Una bola del mundo, ¿no lo ves Sara? Mira, ven, acompáñame –Lucas la lleva hasta su habitación y allí Sara, deja caer por fin todas las barreras que le han separado de él durante tantos y tantos meses. La habitación, esa habitación donde tantas cosas ha vivido, está llena de bolas del mundo encendidas. Algunas están pintadas, señalando países, ciudades, rincones, donde Lucas sueña con visitar con ella.

- ¿Esto que es…. Que significa….?

- Esta es mi forma de demostrarte Sara que el mundo no se acaba en Madagascar ¿¿No queríamos bolas del mundo?? ¿No queríamos jugar??

- Si… pero…

- Cierra los ojos. Venga, confía en mí. Hazlo. Dame tu mano. –Hace girar la bola como ella le enseñó aquel día en los Cachis, y la hace parar con el dedo de Sara –Esto…. ¿Kenia?

- ¿Ha salido Kenia? –Sara se ríe, definitivamente ella no se ve allí con Lucas, y le hace gracia la cara que pone él. Precisamente ha tenido que salir eso, con lo bien preparado que tenía para que saliese algún sitio más…. menos…. otro sitio.

- Si quieres vamos a Kenia, a Madagascar, a Paris, a México, a donde sea Sara. Donde tú quieras. El sueño no era Madagascar, el sueño éramos tú y yo ¿No lo ves? El sueño no se acaba con un viaje, el sueño acaba cuando lo decidamos nosotros.

- Kenia. África. Me gusta –sonríe Sara. Lo ha comprendido por fin. Le ha costado mucho tiempo, pero por fin entiende, que da igual donde estén, da igual las barreras que surjan, da igual todo. Lo único importante es que ellos estén juntos.

- Sara, perdóname. Perdóname por todo.

- Soy yo la que tengo que pedirte perdón. Lucas yo….

- Schhhhh, se acabó. Se acabó pedir perdón, se acabó los malentendidos, se acabó todo Sara. Ahora empieza lo bueno –se acercan cada vez más y se besan, apenas rozándose, sintiendo al otro como hacía mucho que no lo sentían. Ambos recuerdan esa sensación, es la misma que vivieron aquella noche con la primera bola del mundo, la dulce sensación de que todo está por empezar.

Los besos cada vez son más profundos, las caricias más certeras, y el amor y la pasión van embriagando sus cuerpos. Pero Lucas no quiere seguir por ahí. No hay nada que desee más en este mundo, pero no así. No sin hablar todo lo que tiene que hablar con Sara. No sin explicarle muchas cosas y sin aclarar otras tantas. Ya habrá tiempo para todo lo demás, pero lo primero es lo primero, y ambos tienen que volver a recuperar la confianza perdida.

- Sara, Sara, para. Por favor, para. Antes de nada tenemos que tener nuestra cena de San Valentín, ¿no?

- ¿Nos vamos a poner a cocinar ahora? –dice Sara contrariada, porque no puede creer que Lucas tenga ganas para algo más que no sea ella.

- Tenemos que hablar Sara, que mejor que durante una cenita. He hecho yo la cena.

- Anda ya….

- En realidad solo he metido una pizza en el horno. Pero he puesto la mesa, verás que no solo tú sabes preparar algo así.

Sara se sorprende al ver los candelabros, las velas, las servilletas perfectamente dobladas. Es lo más maravillo que ha visto nunca. Es cierto que una pizza no es el mejor manjar del mundo, pero compartirlo con él, después de tanto tiempo sin compartir nada, le resulta totalmente encantador. Porque ella no necesita San Valentines, ni regalos, ni flores. Ella solo le necesita a él.

3 comentarios:

susii dijo...

Chicas perfecta !!! me a encantado :D , si esk me teneis embobada con vuestros relatos .Escribirnos mas ee Un besito !!

susi

Jessica dijo...

Olaaa
me a encantdooo
ojala pasara algoo asi prontito, ojala vuelva a llover yaaa
seguid asi
un besitoo xaooo

Anónimo dijo...

hola chicas estre relato maravilloso perfecto que manera de hacer relatos si señor

quiero el de elena

clara91