09 marzo 2008

No, no Y no... ni de coña.

Una semana horrible, había pasado una semana horrible, La primeras horas, después de mi muerte, el temor a dormirme y a volver a soñar con los mismos sucesos me tenia paralizada pero a media noche ya no pude seguir acostada. Una idea se había instalado en mi cabeza y no me dejaba descansar. Tenia que saber que había sido de Luc, necesitaba saber que había pasado en Rusia. Sophie me había comentado que los franceses no salieron muy bien parados de esa guerra y yo quería conocer la historia y saber por que. Así que, tras comprobar que Carlota dormía, me vestí y salí al pasillo para, silenciosamente, dirigirme a la biblioteca, que aun permanecía abierta para todo aquel que quisiese estudiar.

Como la vez anterior, teclee en la wikipedia Napoleón en Rusia y espere. Mis ojos escudriñaban la pantalla buscando algún indicio de que no me estaba volviendo loca, algo que despejara mi mente y calmara la ansiedad y el miedo que sentía desde la noche anterior, algo que me asegurara que Luc había tenido un prospera y larga vida después de mi muerte pero, no la encontré. Al contrario, la pagina tardo un poco en abrirse pero al hacerlo lo vi y lo supe. Ahí, delante de mis ojos, tuve la información que buscaba, y mientras la leía con el corazón en un puño, entre desesperada y atónita, al ver la cifra de muertos, al ver el desastre que supuso esa batalla para las tropas francesas, tuve las más absoluta certeza de que mi capitán había perecido allí. No se por que demonios estuve tan segura que lo hubiese jurado sobre la Biblia de ser preciso.

Después de numerosos ataques a la sierra, la caballería francesa fue efectivamente destrozada. Los prusianos estaban enfrentándose ya al flanco derecho del Ejército Imperial cuando La Haye Sainte cayó a los franceses al principio de la tarde. Con el centro de Wellington expuesto, Napoleón empeñó su última reserva, la invencible Guardia Imperial. Después de marchar a través de una niebla de balas y metralla, parecían confiados en machacar a Wellington. Pero sin saberlo, 1.500 Guardias Británicos bajo el mando de Maitland estaban cuerpo a tierra para protegerse de la artillería francesa. Levantándose todos a una, devastaron a la sorprendida Guardia Imperial con descargas de fuego a quemarropa y después cargaron. La Guardia Imperial, por primera vez en su historia, retrocedió en desorden y caos. Wellington, juzgando que la retirada de la Guardia Imperial había desanimado a todos los soldados franceses que la habían visto, espoleó a Copenhagen, su caballo favorito, y ondeó su sombrero al aire como señal para un avance general.

Los días posteriores me los pase en la cama, me costo mucho superar, por lo menos medianamente, el horror de mi sueño pero cuando por fin lo conseguí, gracias a Carlota, entre las dos ideamos un plan para convertirme en miembro de las fuerzas de seguridad del estado, que diría mi padre, sin volverme loca en el intento. Todo lo que teníamos que hacer, según ella, era saltarme las clases de patrullaje. Total, para algo tenía a una empollona de mejor amiga, y para algo, también, venia de una familia de policías, con mis genes y sus apuntes tenia la asignatura aprobada. Y allí estaba yo, sintiendo como los ojos estaban a punto de salírseme de las orbitas en una mañana que además me prometía muy feliz. Había vuelto a clase convencida de que no iba a volverme a cruzar con el y ahora me arrepentía con toda mi alma de haberlo hecho. Había planeado todo, concienzudamente, para no volver, ya no a tocarlo, ni a verlo siquiera y allí estaba mirándome burlonamente, al parecer muy satisfecho de si mismo, me daba la impresión de que me había tendido una trampa y yo había caído de cabeza en ella, sin embargo eso no tenia ningún sentido, por que le iba a importar a él, el que yo fuera a su clase o no?

Clave mis ojos en el y palidecí por la sorpresa, que coño estaba haciendo el allí. No se suponía que había un profesor para cada materia? Y por que tiro, por que precisamente tiro? Por que la asignatura que de lejos era las que mas me apasionaba? Es que no me lo podía creer, por que yo? por que a mi?

Carlota me cogio de la mano intentando infundirme algo de valor tan asombrada, creo, como yo. Les había dicho a mis compañeras y al medico que me encontraba mejor, que me encontraba bien y recuperada de mi “gripe” así que aunque es lo que me pedía el cuerpo, mi mente y mi cautela, no podía salir corriendo del aula, aunque lo habría hecho con ganas, no tenia ninguna excusa para ello salvo enfermarme de nuevo. Y en una semana dos bajas eran muchas bajas, el medico me iba dar no apta si eso pasaba y mi mejor amiga no me lo iba a perdonar en la vida.

Se presento escuetamente, ya que todos obviamente le conocíamos, y tras explicarnos, brevemente, en que iba a consistir la materia, Pidió que hiciéramos grupos de diez, tantos como cubículos había, y que fuésemos probando el nivel de cada uno con un arma en las manos. Como pude, despacio, y sin levantar sospechas, salvo las de Sophie y Susi que ya estas alturas creo que me habían dado por imposible, me fui arrimando a la pared hasta quedar casi oculta entre mis compañeros. Me apasionaba disparar, hubiese dado lo que fuese por descargar mi miedo vaciando el tambor de la pistola, por cambiar el terror que invadía mi cuerpo y mi mente por un subidón de adrenalina al sentir la fuerza extrema de las bala saliendo del arma e impactando contra el objetivo, de verdad habría hecho lo que fuese para ello, pero no podía hacerlo, no con Lucas Fernández a mi lado, no viendo susurrarle a mis compañeras y a algún que otro compañero como coger un arma, guiarlo, con sus manos, a la posición en que debían colocarse para disparar y comentando, en voz alta, las precauciones a tener en cuenta al hacerlo.

El hablaba pausadamente, aunque me daba la impresión de que solo se comportaba así por ser el primer día, era un hombre bastante impaciente, al que no le gustaba repetir las cosas dos veces y yo estaba segura que después de esto, de esta iniciación, no iba a consentir ningún tipo de fallo en su clase. Desde mi casi escondite apenas podía verlo, gracias a los dos chicos enormes que me ocultaban, pero lo oía murmurar las mismas normas una y otra vez y suspirar de desanimo al ver las escasas dianas que mis compañeros estaban logrando. Se supone que intentaba infundirles tranquilidad, con un arma en la mano se necesita mucha y además mucho temple, pero a mi oírlo, mientras recitaba una y otra vez lo mismo, se me antojaba sumamente hipnótico. Su voz ronca, áspera, hacia que miles de mariposas revolotearan en mi estomago. Cosa que jamás me había pasado antes, ni con mi padre, ni con mi abuelo, que también me habían repetido esas mismas normas una y otra vez.
En silencio fui evaluando el nivel de mis compañeros que afortunadamente para mí, dado que lo hacían emplear más tiempo en enseñarles, lo básico, a cada uno de ellos, no era muy alto. Era consiente de que, sin pretenderlo, había entrado en un bucle y cada pocos segundos miraba el reloj. La hora que había transcurrido se me había hecho eterna y temía la siguiente que faltaba. Todavía estaba con el segundo grupo y yo rezaba para que se pasase la hora y que se entretuviese tanto, con cada uno, que no le diese tiempo a llegar a mí.

Tenia que evitar que me tocase, a toda costa tenia que evitarlo.


Los minutos siguieron pasando, excesivamente despacio para mi, demasiado apresurados para mis compañeros, que exaltados comentaban entre ellos, lo que habían sentido al tener el arma entre sus manos. La ansiedad y el miedo a lo desconocido primero y la sensación de poder al final. Y eso es precisamente lo que yo necesitaba, que la adrenalina fluyese libremente por mis venas hasta hacerme olvidar toda esa maldita semana. Desesperada buscaba la manera de hacerlo sin comprometer mi salud mental. Habría alguna posibilidad de volver al aula cuando no hubiese nadie?, era una pregunta tonta…. Por supuesto que no!!!!!!


Me había distraído por un momento, saboreando el olor a pólvora, y al volver a tomar conciencia vi horrorizada como la última chica del tercer grupo se quitaba los cacos y las gafas con una sonrisa vanidosa y complacida en su cara. Había hecho tres dianas de cinco pero se comportaba como si hubiese hecho pleno, era obvio para todos que ella se creía lo más. Ciertamente era la mejor, con diferencia, hasta ahora y lo sabía. Nuestros compañeros la miraban emocionados como si fuese el descubrimiento del siglo, pero a ella le daba igual, solo tenia ojos para el instructor y el verla sonriéndole coqueta me puso de mal humor, aunque lo que de verdad me puso de mala leche fue que el le devolviera la sonrisa pensando quizás que era lo mejor que iba a encontrar en esa clase. Imbecil!!!!


Como pude aparte la vista de ellos y volví a mirar mi reloj asombrada. Veinticinco minutos, en veinticinco minutos había despachado a todo un grupo, a diez estudiantes novatos y ya se dirigía al ultimo, es decir al mió, indicándonos que nos colocásemos en las cabinas y que prestásemos mucha atención.

Ligeramente esperanzada me dirigí a la ultima de ellas, era prácticamente imposible que le diese tiempo a llegar hasta mi, tendría que dedicarle solo tres minutos a cada uno de mi grupo para lograrlo y tres minutos era un tiempo ridículo para cualquier cosa salvo para ir a hacer pis en lo que se te calienta la comida en el microondas, para todo lo demás solo eran dos estupidos minutos.

Casi no podía respirar, no estoy muy segura si era el aire que no entraba en mis pulmones o directamente es que no salía, creo que desde hacia unos minutos estaba manteniendo la respiración flipando con el cariz que había tomado el asunto. En lo que el diablo se rasca un ojo me tocaba a mí disparar. Con una rapidez inusitada se había quitado de encima a los nueve estudiantes que me precedían y resuelto se dirigía hacia mi con su carpeta en la mano preguntándome, sin ninguna necesidad, al fin y al cabo era la única que faltaba por disparar, mi apellido.

Lu: Miranda, póngase los cascos, las gafas y colóquese en posición –me dijo mientras a mi me temblaban hasta las pestañas, estaba hiperventilando, por que demonios nadie lo notaba?- No se preocupe, es normal que el arma la intimide en un principio, pero ya vera como no es nada. –el arma? A mi no me daba miedo el arma, me daba miedo él, me daban miedo sus ojos color coca cola y sobre todo me daba pavor que pudiese tocarme y con ello, llevarme lejos de allí otra vez- Colóquese ahí y… -su mano se acercaba a mi cintura para posicionarme, iba a tocarme, podía sentir su aliento en mi hombro, tenia que hacer algo, pero el que…..

Sa: No estoy intimidada, Se disparar, y no hace falta que me enseñe como colocarme- las palabras salieron de mi boca sin procesarlas siquiera.


Lu: Perdón? –por lo menos logre dejarlo sin palabras, sus ojos me miraban indignados, atónitos.


Sa: Se disparar, lo he hecho muchas veces, y se colocarme… no hace falta que me enseñe. –me temblaba la voz de miedo, y se que me comporte de forma ostentosa y engreída, pero tenia que evitar que me pusiera un solo dedo encima. Mi cordura dependía de ello.


A diferencia de lo que creí que iba a pasar, Lucas se hizo a un lado y me dio carta blanca para disparar. Podía sentir la mirada de todos mis compañeros, aparte de la de el, clavadas en mi nuca. Estaba temblando de ansiedad. Igual si le demostraba que no había nada que pudiese enseñarme en esa asignatura, me dejara cambiarla por cualquier seminario, por cualquier clase donde el, simplemente, no estuviese.

Antes de coger el arma, vibraba de excitación y anticipación. Por fin iba a tener mi ración de adrenalina y además me iba a quitar el problema más acuciante que tenia, de encima. Sin dudarlo, sintiendo la sangre correr rauda por mis venas y sin que, milagrosamente, me temblaran las manos, agarre la pistola y dispare al monigote de la pared sin fallar ni un solo tiro, tal como yo sabia que iba a pasar.

Lo había hecho, estaba libre…. Lastima que esa sensación solo me durase un instante. El instante que tardo el profesor Fernandez en anunciarle a toda la clase que yo iba a ser su ayudante en lo que durara el semestre. No podía pensar, los aplausos y las felicitaciones me apabullaron. Yo no podía convertir en su ayudante…. Además…. ayudante yo de que…. Si estaba para que me ayudaran a mi… que me estaba volviendo loca… que desde hacia una semana no regia… No podía hacerlo, simple y llanamente no podía y el tenia que entenderlo y si me echaba pues que me echase.

Espere, o mas bien Carlota me hizo esperar, hasta que mis compañeros abandonaron el aula y entonces me acerque hasta su mesa de donde el estaba recogiendo una mochila y carraspee para llamar su atención.

- Si? – me miraba interrogante como si supiese que yo iba a declinar su oferta- Pasa algo?

- Si, vera… yo… vera…. –por que demonios tenían que resultarme tan familiares sus ojos - yo no puedo aceptar su oferta…. Pero se lo agradezco.

- Oferta? Yo no le hecho ninguna oferta, le he dado una orden, pero considerando que fuese una “oferta”, que razón tendría para rechazarla?

Me había pillado, que razón podía darle…. Desde luego podría haberle dicho… es que mire profesor la dos veces anteriores que ha tenido la fatalidad de tocarme, yo me he visto transportada al pasado, en una pesadilla que termino con mi muerte a manos de su psicópata prometida, pero me temo que no me habría creído, casi no me lo creía ni yo.


- Es que… es que….

- No quiere hacerlo? Es eso?

- Si… -una sonrisa de alivio apareció en mi cara hasta que vi la suya- No… eso no es.

- Bien, me preocuparía mucho su falta de colaboración hacia mi y sus compañeros… -se levanto dispuesto a irse y se coloco a mi lado, para dar por finalizada la conversación, haciendo que yo me apartara un paso de el- Si eso es todo…?

- Pero yo no puedo ser su ayudante… no puede obligarme!!! –en mi voz se leía el pánico y mi actitud era infantil y ridícula a ojos de cualquiera –por favor…. –estaba suplicando pero me dio igual.

- Señorita Fernández, esto no es una guarderia, es la academia de policía, aquí los superiores dan ordenes y los estudiantes y cadetes las ejecutan…

- Pues no lo voy a hacer…

- Esta en su derecho. –estaba controlándose para no mandarme a la mierda- Yo se lo acabo de explicar, es fácil, es sencillo pero si no puede entenderlo siempre puede abandonar…. Ni la primera ni la ultima. –Ya iba saliendo por la puerta cuando se giro para decirme- Si cambia de opinión la espero en mi despacho a las cinco para concretar sus obligaciones… Si no… Que tenga buena suerte.

Se marcho y me dejo allí acordándome de toda su familia, maldiciéndolo por haberme elegido como su ayudante. Por haberme invitado a abandonar la academia…. Ni la primera ni la última, me repetía haciéndole burla…... JA…. No iba a hacerlo, no iba a convertirme en su ayudante solo por que ese imbecil me lo hubiese ordenado…. Ni de coña.!!!!! No iba a hacerlo, no iba a hacerlo y no iba a hacerlo.





11 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso como siempre.
¿Que hará ahora Sara? ¿no sería mejor que se enfrentara a lo que siente cuando el la toca? Así quizás podría superar (eso no se lo cree nadie) lo de Lucas y seguir con su vida no? jajajaja
ELSARA

Anónimo dijo...

Estupendo himara!!
¿Que hará ahora la niña? Con el cabreo que tiene no creo que acepte irse a casa ¿no?
Me parece que la vamos a ver de ayudante...

Cri_s

Anónimo dijo...

Lo va a hacer, lo va a hacer, lo va a hacer....seguro que se convierte en su ayudante.
Y nosotras, a disfrutar leyéndolo.

Anónimo dijo...

Me ha encanatado! Al principio no me gustaba este relato pero ahora estoy super enganchada!

Pronto Sara de ayudante, porfaaaaa!

1 Beso :D

Anónimo dijo...

Espero que se convierta en su ayudante, tiene que contarle a él lo que le ocurre de alguna manera....
Blue.

Anónimo dijo...

La única forma que se quita el miedo es enfrentarte a eso que temes.A si que se agarre a él con todas sus fuerzas jajajjajjaaj que los malos ratos hay que pasárlos cuanto antes.Y si para eso hay que ser su ayudanta pues se es y punto.

Ya os he dicho que está genial!!!

Un besazo corazones.

Ayla

Anónimo dijo...

Genial la continuación. ¡Gracias! Ummmm... esto de ser su ayudante va a ser peligroso para su salud mental, pero por más razones de las que ella cree :-).

Nemrac

Anónimo dijo...

Este relato me gusta mucho, ¿no os habréis olvidado de él, no?

Gracias chicas.

Gaspi

Anónimo dijo...

Un año y medio después... ¿seguiréis haciéndonos soñar con este relato? =(

Anónimo dijo...

Anoche mismo comence a escribir la continuacion y espero que me salga algo medio decente para hoy o mañana, de verdad siento el retrazo, no sabia que habia pasado tanto tiempo... besos y gracias por seguir aqui.

Himara

Anónimo dijo...

No, gracias a ti por continuar, por dedicarnos un ratito escribiendo. No hay prisas por la continuación si sigues en ello, a veces simplemente uno se atasca y lleva tiempo salir de ahí. Sólo era un recordatorio, para saber si seguías contando con este relato o no, si iba a tener continuación ;-)