Pasan un rato, solos, en silencio, disfrutando de sus bocas. Durante muchos meses han ansiado esos besos, más que nada en el mundo, y ahora solo quieren que el tiempo se detenga y poder seguir así toda la vida.
Es Sara la que se atreve a insinuar que quiere más. Lucas ni puede, ni quiere incomodarla. Ella le importa demasiado, más que cualquier otra cosa en el mundo, y desea que si tiene que pasar algo más entre ellos, sea especial. Quiere que lo recuerde toda su vida, y que al hacerlo, lo haga con nostalgia, amor y con una sonrisa en la boca.
Él quiere regalarle una primera vez mágica. Y eso le da miedo; por primera vez teme no estar a la altura, teme hacerla daño, teme que no le guste, teme…
Absurdamente, tiene más miedo que cuando lo hizo por primera vez, siendo apenas un chiquillo, y se da cuenta, mientras sigue enredado en el cuerpo todavía cubierto de ella, que es la primera vez que le importa más la otra persona que él mismo.
También para él es su primera vez, la primera vez que él hace el amor.
Sara deja de lado la boca de Lucas para sumergirse en su cuello y, con una seguridad que está lejos de sentir, besa la vena palpitante de este, sus orejas, y sus hombros. Adora cada parte del cuerpo de Lucas, y por primera vez tiene la oportunidad de demostrárselo, de besarlo, de tocarlo, de sentirlo solo para ella, y eso, de pronto, le da vértigo. Porque siente que allí, en esa vieja habitación maloliente de Dublín, su mayor sueño se esta convirtiendo en realidad:
Lucas es suyo, la quiere, y hoy por fin, van a hacer lo que tantas veces ha deseado, van a amarse con el cuerpo y con el alma.
Sus manos comienzan a bajar por su torso y Lucas se deja hacer. Está disfrutando mucho más que cualquiera de las otras veces, aun con mujeres más experimentadas. Sin saber muy por qué, los dedos de Sara saben tocarle en el punto exacto, con la intensidad adecuada, y los pequeños susurros que ella va diciéndole le saben a gloria y lo transportan al paraíso. Tan solo al sentir su aliento, acariciando su mejilla, hace que toda la piel de su cuerpo se erice de placer.
No dejan de besarse mientras, las manos de Sara, van desanudando el cordón que sujeta los pantalones de Lucas. Le cuesta hacerlo, pero no tiene prisa. Va despacio, saboreando su cuerpo, haciendo de ese mágico instante, una eternidad.
- Lucas tío. Lucas, ¿me oyes?
- Sccccccccchssss, no muevas un solo pelo Sara -susurra bajito para que Mariano no lo oiga mientras lo maldice en silencio.
- Necesito contarte algo. Ábreme, que sé que estás ahí, me lo ha dicho el recepcionista, que es de Alcorcón y nos hemos hecho colegas. Tío, ábreme, que se va a enterar todo el país este que ha venido Bernarda. Lucas, que ha venido. Se ha cogido el avión y está aquí. Y yo no sé que hacer, ¿me abres o qué?
Desde que está en Dublín se pregunta por lo menos una vez al día por qué de esta manía de poner moquetas en todas las habitaciones. No solo son poco vistosas sino que además, acumulan todo el polvo del país, polvo que ahora tiene debajo de su cuerpo. No había otro sitio donde esconderse más que debajo de la cama. Sara solo espera que Mariano se vaya pronto, o sino, empezará a estornudar y a moquear de un momento a otro.
No se puede imaginar una primera vez más accidentada que esta.
Lucas tarda en echar a Mariano de la habitación. Intenta ser amable, intenta ayudar a su amigo a pesar de las intensas ganas de que se marche y le deje a solas con Sara. Es la primera vez que Mariano le pide consejo para pedir matrimonio a una mujer y cree, que solo por eso, se merece al menos cinco minutos de su atención. Pero solo cinco minutos, ni uno más.
- Sara, cariño, sal de ahí
- Puffff, deberías pagar menos en el hotel por la limpieza.
- Ven, anda. Te compensaré.
Se recuestan sobre la cama y Lucas tapa sus cuerpos con las mantas. Quiere jugar un rato más para volver a recuperar el ambiente que había antes de la interrupción. Sopla sobre el cuerpo de ella, y, cuando nota como la piel de Sara se eriza, comienza a pasar su lengua y sus labios por cada rincón de su piel desnuda. Se va abriendo camino, y desabrocha, con un lento y estudiado movimiento, la camiseta de ella, dejando salir a la luz los pechos de ella, sonrosados, pequeños. Maravillosos.
Incapaz de razonar por un momento, deja que sus manos sigan, torpemente esta vez, recorran su cuerpo, como si tuviesen vida propia. Es tan bonita, y ha soñado tantas veces con ese momento, que no quiere que acabe nunca. Pero siente que su cuerpos quieren más, mucho más y con la mirada, le pide permiso a Sara para seguir. Ella sonríe, y, sin dejar de mirarlo, le dice que no pare nunca.
- Lucas, soy yo otra vez. Abre.
- Mariano, estoy durmiendo vete.
- Que no tío, que necesito tu ayuda. Que me pregunta donde vamos a vivir.
- En la mierda Mariano, porque ahí es donde te voy a mandar como sigas dando el coñazo.
- Joder, ayúdame tío, que de ti depende mi vida.
Mariano siempre tan intenso, y tan oportuno. Parece que les va a dar la noche. Otra noche. Lucas abre la puerta mientras con una pierna intenta esconder debajo de la cama, la misma cama en la que está Sara escondida, la camiseta de ella. No lo consigue antes de que su amigo se de cuenta de lo que hace, y él mismo se apresure a cogerla del suelo. Reconoce al instante a la dueña de esa camiseta, y con una mirada de reproche, se acerca a la puerta para abandonar la habitación. Pero, cuando esta a punto de cerrarla, decide que no va a ser el que se interponga entre ellos, que para eso ya está Paco. Lucas siempre le apoya, aunque le cueste, aunque no esté en absoluto de acuerdo. Y ahora él va a hacer lo mismo. Además, ha visto durante muchos meses como su amigo luchaba contra un sentimiento que cada vez se hacía más fuerte, le ha visto sufrir, le ha visto pasarlo muy mal. Y todo porque los demás se han encargado de juzgarle, pero él, por una vez, no va a echarle más tierra encima.
- Recordad que Paco se levanta pronto.
- Mariano, yo...
- No digas nada. No pierdas más el tiempo. A los dos nos están esperando. Disfruta, que nos quedan pocos días en Dublin.
Sonríe a su amigo y se marcha, dejando a Lucas mucho más tranquilo. Por fin alguien le apoya sin recriminarle nada por haberse enamorado de Sara. Pensaba que nunca iba a llegar este día. Al recordar las palabras de su amigo, la tristeza se apodera de él: pocos días en Dublín, después se marcharán y volverá a alejarse de Sara. Intenta no pensar en ello para volver a la cama donde ya, con una sonrisa pícara, le está esperando Sara.
Hacen el amor tranquilamente, sin prisa, como si tuvieran todo el tiempo del mundo, disfrutando de su compañía, de estar de nuevo juntos, y de estar amándose por primera vez.
Probablemente habrá muchas veces después de esta noche, pero los dos saben que ésta, no la van a olvidar mientras vivan.
Cuando los rayos de sol comienzan a entrar por la ventana, Sara se despide con un beso de Lucas, y se va hacia casa donde, espera, Paco todavía no se haya levantado. La sonrisa le acompaña durante todo el camino de vuelta y que su padre la descubra o no, ya no le parece tan importante. Lo único que la importa es la noche que ha vivido, y todas las que les quedan por vivir juntos.
1 mensaje recibido
De: Lucas
Siento haberme dormido, con las prisas no me ha dado tiempo a darte tu regalo ¿me harás esta noche un hueco?
1 mensaje recibido
De: Sara
Me encantan los regalos!! Te lo hago esta noche y todas las que quieras, si me prometes que serán la mitad de maravillosas que esta. Te quiero
4 comentarios:
Os haveis vuelto a superar chicas. Decis tantas cosas en vuestros relatos que me dejais sin palabras.
Un besazo mis niñas y me alegro que lo supereis y nos ayudeis a superarlo, o por lo menos nos animeis asi.
Os quiero mucho wapas.
He sentido la necesidad de apretar el cuello de Mariano entre mis manos, que agonia, pense que tampoco ahora lo conseguirian. Esperemos que Mariano tenga la boquita cerrada, no se vaya a ir de la lengua.
Gracias por vuestros relatos.
¡Cómo me gusta este relato, y lo que me han divertido los mails previos!
Nos regalas una primera vez preciosa, y de paso nos demuestras que podemos seguir soñando.
Un beso princesa.
Casi mato a Mariano pero al final ha sido un cielo al comprender a su amigo. Que bonito todo....desde esos primero besos hasta los mensajes. Leyendo estas cosas tan bonitas se te olvidan las penas, por favor no lo dejeis que lo peor que hay en este mundo es que te arrebaten tus sueños.
BESOSSSSSSSSSSSSSSSSS.
Ayla.
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