Aquí esta la historia adaptada que os prometimos, es bastante mas complicada hacerlo de lo que yo pensaba, jeje, así que, contadnos que os parece y si seguimos, ok? Es una historia apasionada de las que a vosotras os gustan (bueno, y a nosotras) y os prometo que vais a identificar a los personajes sin ninguna duda.
Sara, con casi 17 años, es odiada profundamente por su padre y su madrastra. Para deshacerse de ella la obligan a contraer matrimonio con un joven norteamericano, Philliphe. Aunque él es muy cariñoso con ella, no puede evitar sorprenderse de que su matrimonio no se consume, hasta que le confiesa que es homosexual. En una fiesta en Nueva Orleans, Sarita descubre al irresistible y peligroso Lucas Fernandez. Lucas es un pistolero con mala fama. Con ¼ de sangre comanche y criado hasta los 18 entre ellos, fue capturado por su abuelo español que le obligó a domesticarse y a casarse con la malvada Eva Escobar . Al conocer a Sarita, una fibra tierna se despierta en él. Pero Eva les tiende una trampa. Pensando lo peor de ella, tras encontrarla con otro hombre, Lucas se aprovecha de ella. Cuatro años después vuelven a reencontrarse en un rancho, y la pasión estalla.
Aquí os dejo:
*Pasión*
PROLOGO
La historia comienza...
-¿Le dirás algo hoy? -le preguntó Ruth Miranda al que desde hacia casi un año era su marido.
Don Tomas, cuyos ojos azules contemplaban con indiferencia el helado paisaje invernal, tan típico de Cataluña en febrero, respondió con tono aburrido:
-Mi querida Ruth, visto que el único motivo por el que partimos de Madrid y viajamos a Barcelona en pleno invierno fue hablar con mi hija, no creo que vaya a retardar demasiado mi conversación con ella.
-Miró alrededor de la amplia habitación elegante e impersonal en la que estaban sentados tomando el té y sonrió con cinismo.- Créeme, querida, quiero arreglar este asunto tanto como tú.
Satisfecha con la respuesta, Ruth removió el té en la fina taza de porcelana y preguntó:
-¿Crees que te dará problemas?
Don Tomas rió sardónicamente y comentó:
-Si es inteligente, no. Sara siempre fue una chica obediente, y cuando le explique las desagradables alternativas, estoy seguro de que verá tu elección con ojos más que favorables. El pedirá su mano, ¿no es así?
Ruth adoptó una expresión pensativa.
-Debería hacerlo. Después de todo, le darás una dote generosa... y tengo entendido que él tiene que saldar importantes deudas de juego.
-¿No las cubrirá su padre? Creí que habías dicho que provenía de una familia pudiente.
-Bueno, sí, pero aparentemente, este viaje a España fue para que se valiera por sí mismo, algo que hasta ahora no ha hecho muy bien. Creo que estará más que contento de poder casarse con Sara y llevarla a Norteamérica si insinúas que ella será dueña de una gran fortuna al casarse. -Su voz adquirió una nota de incertidumbre, como sucedía siempre que hablaba de la difunta primera esposa de él- Es una lástima que tu hija sea la viva imagen de su madre, pero supongo que a Sara podría considerársela atractiva, aunque insípida.
Don Tomas miró a su nueva mujer con expresión burlona, consciente del resentimiento que sentía hacia Sara y su madre muerta.
-Sí, se parece a Sonia cuando tenía su edad, pero no tienes nada que temer: mi deslumbramiento por Sonia terminó a los dos meses de nuestro matrimonio. -Con voz pensativa, murmuró lentamente:- Tendría que haber seducido a esa chiquilina -no era más que la hija de un hidalgo- en lugar de haber sido tan inexperto y tonto como para casarme con ella. ¡Qué estupidez de mi parte!
Ruth asintió, demostrando que estaba totalmente de acuerdo con esa declaración y dijo con tono eficiente:
-Bien, entonces está todo arreglado. ¿Le envío a él una nota hoy mismo?
-Mmm, ¿por qué no? Cuanto antes se conozcan, antes sabremos si él siente la suficiente atracción como para pedir su mano. -Don Tomas frunció el entrecejo y agregó:- Puede resultar, ¿sabes? Se dice que él y Quique Gallardo son amantes, y si los gustos del señor Mignon corren en esa dirección, puede no querer una esposa en absoluto.
Una expresión de repugnancia cruzó por el rostro cetrino de Ruth.
-¡Qué desagradable! Pero creo que no tenemos nada que temer. Oí decir muchas veces que otro de los motivos del viaje del señor Mignon a España era encontrar una mujer. Y pienso que una jovencita maleable como Sara es justo lo que le gustaría. No le exigirá nada y él podrá continuar viviendo su vida como le plazca. -Con tono irónico, agregó:- Pasarán años hasta que la chiquilina tonta se dé cuenta de que su marido no la encuentra útil en la cama matrimonial... aunque creo que a ella le dará igual, de una forma u otra.
Cuando el criado, rígido y formal, le informó a la "chiquilina tonta" que su padre la aguardaba en la biblioteca, Sara se dirigió hacia allí con un presentimiento extrañamente ominoso. A punto de cumplir los diecisiete años, y tan rubia y bonita como gentil, Sara siempre había temido las visitas de su padre y se había sentido casi agradecida por los largos años que había pasado lejos de su propiedad en el campo, en una escuela muy estricta para señoritas. Al menos allí no tenía que oír sus comentarios sarcásticos. Se había vuelto peor desde su matrimonio, un año atrás, con Ruth. Sus visitas poco frecuentes la llenaban de temor; su padre era frío e indiferente y Ruth no hacía nada para ocultar la antipatía que sentía por la única hija de su marido.
Al entrar en la biblioteca, se sintió aliviada al no ver a nadie más que a su padre; era mucho más difícil para ella cuando él y Ruth se turnaban para burlarse. Decidida a no permitir que la intimidara más que lo habitual, Sara irguió la pequeña barbilla redondeada y dijo con cortesía:
-Buenas tardes, papá. ¿Tuviste un buen viaje desde Madrid?
Don Miranda la miró de arriba a abajo y decidió que realmente se parecía a Sonia cuando había tenido la misma edad... quizás era un poco más bonita, reconoció de mala gana, contemplando la boca suave y curvada y los grandes ojos violetas.
-¿Tienes conciencia de que estamos en invierno? ¿De que los caminos están llenos de barro o cubiertos de hielo? De que aun en los mejores carruajes hace un frío polar a pesar de los ladrillos calientes y esas cosas?
Sonrojándose tanto por su tono como por sus palabras, Sara asintió.
Al ver el color en sus mejillas y el pequeño gesto de la cabeza, su padre agregó con sarcasmo:
-¡Entonces te das cuenta también de lo estúpida que ha sido esa pregunta!
Sara permaneció en silencio. Nada de lo que hacía le caía bien a su padre.
Con una expresión aburrida en el rostro, Don Tomas dijo lacónicamente:
-Siéntate, Sara. Tengo algo importante que decirte. Ella sintió la boca repentinamente seca y, con el corazón latiéndole un poco más aprisa, obedeció, eligiendo una de las sillas junto al escritorio.
Don Tomas permaneció de pie detrás del escritorio. Su vestimenta era una sinfonía de azul y gris, desde la levita azul impecablemente cortada hasta los pantalones grises que acentuaban su figura viril. Con los ojos fijos en el rostro de ella, dijo de forma abrupta:
-Ruth y yo hemos decidido que es hora de pensar en tu futuro. Ha elegido un joven muy agradable que según ella, te conviene mucho. Probablemente llegue dentro de unos días para conocerte.
Con el rostro pálido, Sara lo miró sin poder reprimir la protesta que se le escapó de los labios.
-Pero... ¡pero todavía no tengo diecisiete años! Esperaba que se me permitiera tener una temporada de vida social para...
-¿Para encontrar un marido? -preguntó su padre con ironía.
Los ojos de Sara llamearon y ella respondió con vehemencia: .
-¡No necesariamente! No sé si quiero contraer matrimonio. Al menos no enseguida. Tengo toda la vida por delante; ¿por qué tendría que embarcarme en el matrimonio de forma tan tempestuosa?
Casi con gentileza, aunque la mirada de sus ojos era dura, Don Miranda dijo:
-Déjame explicarte algunas cosas, querida. No eres tonta, a pesar de algunos de tus comentarios, y creo que comprenderás lo que tengo que decirte.
Sara apartó la mirada y se mordió el labio para no decir algo de lo que sabía que se arrepentiría. Sin notarlo siquiera, comenzó a apretar con los dedos la tela de su vestido de lana color lavanda.
Indiferente ante la reacción de ella, Don Tomas prosiguió con frialdad:
-Bien, ¿vas a prestarme atención? -y cuando la mirada de Sara se posó con dolor sobre su rostro, agregó:- Para ser franco, Sara, eres el recuerdo de un matrimonio que jamás debió ser. Cada vez que te miro, veo a Sonia, y la verdad es que me resulta muy desagradable. Más ahora que ya no vas a la escuela y estarás continuamente en medio cuando Ruth y yo estemos viviendo aquí. -Con expresión sardónica, prosiguió:- Como sabes, Ruth no siente simpatía hacia ti. Tu presencia le resulta de lo más inconveniente. Además, ahora que existe la posibilidad de que sea madre, se ha vuelto muy necesario atar todos los cabos sueltos que quedan de mi desastroso primer matrimonio. ¿Comprendes?
Sara comprendía muy bien. Ruth jamás había tratado de disimular la antipatía que sentía por ella, y ahora que era posible que esperara un hijo de Don Tomas, sentiría aún más celos y resentimiento. ¡Por cierto que no le gustaría que se hicieran comparaciones entre su hijo y la de Sonia, ni iba a querer que cualquier sombra del pasado interfiriera en su matrimonio!
Ocultando el dolor y el pesar que sentía, Sara respondió con voz lacónica:
-Entiendo. Don Tomas sonrió como si ella hubiera hecho un comentario inteligente.
-Supuse que lo entenderías. Ahora bien, el joven que tenemos pensado para ti proviene de Norteamérica. Es de buena familia y se le considera apuesto. -Con voz repentinamente sardónica, agregó:-Casi puedo garantizar que no te maltratará físicamente ni exigirá demasiado de tu cuerpo.
Sara se sonrojó intensamente y deseó que la tierra la tragara al oír las palabras de su padre. Era una muchacha bien educada, pero comprendía en parte a qué se refería su padre y le resultaba por demás embarazoso, como le hubiera sucedido a cualquier jovencita bien educada en 1836.
Obligándose a fingir serenidad, dijo en voz baja:
-¿Pero... y si no congeniamos? ¿Y... y si no me cae simpático?
-Eso no sucederá, querida, sobre todo después de que te haga ver las alternativas. -Con tono duro prosiguió:- Esta vez elegimos un joven agradable. Si lo rechazas, el próximo que elijamos puede no serlo tanto. ¿Te gustaría estar casada con el duque de Salvatierra?
Como el duque de Salvatierra era famoso por su brutalidad así como también por su cuerpo horrible y anciano, no resultó sorprendente que Sara se acurrucara en la silla y se pusiera pálida.
Don Tomas notó su reacción involuntaria con indiferencia y prosiguió con tranquilidad.
-Veo que comprendes la idea. ¡Simpatizarás con Philliphe Mignon! Pienso hacer lo que es debido y constituirte una fortuna considerable como dote, de modo que no pienses que te alejo de aquí sin un céntimo... al menos, no todavía. Pero si rechazas al señor Mignon, el interés paternal que siento por ti puede llegar a desaparecer.
Al ver la figura rígida de Sara y su rostro pálido y pétreo, dijo con crueldad:
-No te queremos aquí. Te di todas las comodidades desde que naciste, pero ahora te quiero fuera de mi vida. Tendrás una fortuna y un marido considerado, y si eres inteligente, aceptarás eso y te sentirás satisfecha. Las alternativas no son demasiado agradables. Aun si te permitiera seguir viviendo de mi generosidad, es muy improbable que lograras ser feliz con la vida que llevarías, pues siempre serías una extraña en la familia que Ruth y yo pensamos tener. Tu presencia sería sencillamente tolerada y si tu interferencia en nuestras vidas se volviera demasiado fastidiosa para Ruth y para mí, estoy seguro de que se podría arreglar otro matrimonio, que quizá no sea tan conveniente como este. Y si tienes alguna idea alocada acerca de arreglártelas por tu propia cuenta en el mundo, piensa muy bien, Sara, lo que te depararía el futuro. -Con brutalidad, terminó:- Cásate con este joven y aléjate de nuestras vidas.
Sara lo miró sin poder ocultar la rebelión que crecía en su interior, pero años de rígida educación no le permitieron sublevarse.
Don Tomas era consciente de su lucha interior, pero se sentía seguro de su sumisión.
-Desde luego, la decisión es tuya, hija mía -ronroneó.
5 comentarios:
desde luego... no se que tienen ustedes que todo lo que escriben me engancha. Está my interesante y espero leer prontoo la continuación. un beso grande.
Tiby
Me vais a dejar que diga una palabrota? Jjaajjaja qué dos cabrones están hechos el Tomás y la Ruth !!!! jajajjaaa que agusto me he quedado...Continuad con la historia que ya me enganchó y deseando estoy ver al peligroso pistolero...Ummmmmm me parece a mí que...nos llevará por el camino de la pasión.En esos tiempos existía el pantalón de Linooooo? solo para ponerme en situación... no verdad? Jjajajjajaaj.
Un besazo Princesas que os mereceis todo.
Ayla.
No Ayla, pantalones de lino no había, pero seguro que llevaba unos buenos tejanos, que marcasen su maravillosa figura. ¿Te vale? a mi sí, jajaja ¡Hala, ya solté la burrada de la semana!!. Un beso. Blue
Yo también quiero que llegue ya el peligroso pistolero...estoy segura de que este Mignon tampoco tiene mucho futuro.
Un beso princesas.
Que tipos mas odiosos, espero que desaparezcan pronto de escena.
¿Va a tardar mucho el pistolero en aparecer?.Es que no puedo esperar mucho eh?, da igual que aparezca con el pantalon de lino ,que con el vaquero , ummmmmmmmm como sea.
Gracias princesas, por esta adaptacion y no dudeis en continuarlo, a mi particularmente me encantan estas historias.
Besitos.
CHIQUI.
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