
"Buenas noches princesa", le dijo antes de besarla en la frente y salir por la puerta en dirección a su propia casa mientras ella lo miraba irse con el corazón rebozando de amor. No recordaba una sola noche, en sus catorce años, en la que él no se hubiese despedido de ella de la misma manera. No sabe, ni entiende si quiera, como dejó de verlo como a un hermano mayor, como a un tío acaso. Tan solo sabe que ahora mismo, él, es el centro de su mundo, de su universo.Todas las noches soñaba con él, con su rostro, con su voz. Cada noche, soñaba con un príncipe azul que la llevara en un bello caballo blanco a un lejano palacio en el mundo de la fantasía y de las ilusiones. No entendía como todos sonreían ante la adoración que ella sentía por su tito y exclamaban sin temor a herirla que pronto, Lucas encontraría una mujer que lo hiciese feliz, sin entender, ni comprender aún, que esa mujer estaba frente a ellos y que ninguna otra podría amarlo nunca como ella, con tan solo sus catorce años, lo hacia.
Sabía que lo esperaría siempre, siempre, siempre... incluso sabiendo que para él, ella tan solo era una niña, la hija de su mejor amigo; 18 años los separaban, y eso para cualquiera, era toda una vida; para cualquiera menos para ella, que sabia que el destino al final terminaría por unirlos en la senda de la vida, del amor. Y aunque estaban predestinados a estar juntos, sus sueños eran una profecía que se le repetían noche tras noche, ella había nacido para el, para ser su compañera, su amante, su todo; Sabía que de momento tendría que conformarse con que él, como cualquier tito, la llevase al cine, a comer helado o al parque a pasear.
Él nunca la veía con otros ojos a pesar de que lentamente iba convirtiéndose en una mujer, en una preciosa mujer según su madre. Por su padre, que se jactaba de ello, estaba enterada de que Lucas era muy deseado entre las mujeres y que no había un fin de semana que no lo pasara con alguna, a ser posible diferente cada vez, cosa que la mataba de celos. Acaso no intuía el que más tarde o más temprano, iban a vivir juntos la más bella historia de amor. Acaso no era un halo de esperanza, de felicidad, lo que iluminaba sus ojos al observarla, creyéndose no ser visto.
Mariano, otro de sus amigos, le repetía constantemente que era un analfabeto sentimental. Lo intentaba convencer, afortunadamente sin mucho éxito, de que se abriera al amor. Y ella temía ese momento. Lo temía más que a nada en el mundo. Le horrorizaba pensar que alguna vez su Dios le hiciera caso y se lanzara a un amor antes de que ella estuviese preparada para conquistarlo. Por que él era suyo y eso era lo único que tenia claro. Le gustaba pensar que se estaba guardando para ella, que se negaba a enamorarse por que la estaba aguardando a ella. A ella que con sus besos, con su sonrisa penetraría en su corazón para quedarse a vivir en él. Para hacerlo el hombre más feliz de la tierra; para abrazarlo cada noche antes de dormir, inmediatamente después de que él le susurrara al oído antes de darle un dulce beso en los labios, "Buenas noches princesa."
1 comentario:
que bonito este relato tambien nos pinatis a un lucas mujeriege qu ele da miedo vivir su amor por no sufrir me encanta
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