30 octubre 2007

La Boda


No sabe el tiempo que lleva en ese mismo lugar intentando pasar desapercibido. Tampoco cuando decidió presentarse en la iglesia. Lo ultimo que tiene claro es que se
prometió a si mismo no ir. Se prometió no pasar por ese calvario, cree que varios días atrás, quizás, la ultima vez que pudo dormir. Pero de nada le valió su determinación. Como un idiota, como un preso camino del paredón, llegó hace rato,
antes que nadie, y se colocó en el mejor sitio, y los había probado todos, para ver todo lo que ocurra sin ser visto.

Los invitados empiezan a llegar y él comienza a impacientarse cada vez más. Afortunadamente la columna lo esconde de miradas indiscretas; hay mucha gente a la que no conoce, supone que la familia del novio, pero también mucha con la que comparte su vida diaria. Por un momento, quisiera no estar allí, quisiera haber vencido las ganas de verla, pero ya es tarde. Si sale ahora, se arriesga a que todos lo vean y sepan de su dolor.

Cuando la gente ya está, en su mayoría, sentada, ve llegar al novio y no puede evitar un acceso de ira y de celos. Le mira y ve como, con una gran sonrisa, ocupa su lugar en lo alto de la escalinata para esperar allí a que ella llegue. Siente como la sangre le hierve en las venas y tiene que apretar los puños y cerrar los ojos, mientras se apoya en la columna que le sirve de resguardo, para no ir y gritarle que se vaya, que está ocupando un lugar que no es el suyo, que él no debería ser el que está esperando para casarse con ella. No, él no!!!!!

Echa un vistazo por toda la iglesia y se para en la familia de la novia que sentada espera impaciente a que ella llegue. Todos visten sus mejores galas pero no parecen muy felices. Quizás la conciencia les este jugando una mala pasada y sientan remordimientos por la locura que ella va a cometer. Junto a Silvia hay un hueco vacio. Ese es el lugar que ella misma había reservado para él, pero ambos sabían que se quedaría como está, vacio. Nunca, ni en sus peores pesadillas, podría presenciar, de buena gana y sonriendo, su unión a un hombre que no fuese él. Jamás, en la vida podría hacerlo, por eso mira furtivamente sin esconder, la rabia, la ira y los celos que siente en este momento.

Todavía no entiende por que ella lo ha invitado. Posiblemente lo hizo por compromiso, o por cariño, o por obedecer el impulso de su corazón, pero en todo caso lo hizo sabiendo que el no asistiría. Ambos sabían que seria demasiado duro verla unir su vida y su destino a otro hombre que desgraciadamente no era él.

La iglesia de pronto queda en silencio y comienza a sonar una melodía que él bien conoce; es la misma canción que cantó Sara en otra boda tiempo atrás, y la cantó mirándole solo a él cuando todavía eran capaces de hablarse sin palabras, solo con el lenguaje de las miradas.

La novia avanza al compás de la música, mientras entristecida, intenta no darle importancia a este mismo momento. Ansiosa lo busca por la iglesia con la esperanza de que al final Lucas haya decidido venir. Todavía guardaba la esperanza de que solo fuese una pesadilla de la que pudiese despertar de un momento a otro pero no, en todos sus sueños aparece Lucas y él no esta ahí. Desolada no es capaz de imaginar que él si ha acudido a su cita y que mira embelesado como su traje de novia realza su belleza y su cara de ángel.

Sara continua avanzando por el pasillo, deseando con todas sus fuerzas estar en cualquier otro lugar salvo en su propia boda. Sabe que esta cometiendo el error más grande de su vida casándose con un hombre al que no ama, pero ya no hay vuelta atrás. Solo unos pocos metros la separan de su futuro esposo pero son suficientes para no dejar volar su mente hasta el gran amor de su vida. Sin poder, ni querer evitarlo le vienen a la cabeza miles de recuerdos y no puede dejar de desear que Lucas, como en las novelas románticas, llegase en ese preciso momento para impedir que ella cometiese esa locura. Pero él no está y Aitor si, y la espera en el altar mirándola con amor.

"- Hola Sara
- Hola
- ¿Nerviosa? –dijo con temor sin atreverse a mirarla a los ojos.
- Un poco. Casarse es un gran paso, ¿verdad? Tú debes saberlo, ya estuviste casado -se apoya en la barandilla de la córrala buscando estar más cerca de Lucas. Quería que él se sincerare, quería jugar su última carta y necesitaba que él se sintiera a gusto para que se abriese ante ella.
- El día antes de mi boda yo no estaba nervioso. Más bien estaba.... acojonado -sonrió fugazmente e hizo una pausa antes de continuar para tomar fuerzas -Sabía que estaba cometiendo un error y no sabía como pararlo.
- Ya...
- ¿Tú estás segura de lo que vas a hacer Sara? -se giró completamente y todo su cuerpo miró a Sara. Era la última oportunidad para ellos. Si ella decía que si todo habría acabado, pero si ella decía que no, o si ella dudaba, él todavía podría luchar.
- No, no estoy segura... él me quiere, me cuida, me ayuda. Mi familia le adora, mis amigos le adoran. A veces creo que me caso con él y con todos los que me rodean -sonrió irónica y eso ayudó a Lucas a continuar.
- ¿Y por qué lo haces? ¿Por qué no terminas con una farsa antes de hipotecar tu vida con alguien a quien no amas? Todavía estás a tiempo Sara.
- ¿A tiempo? ¿A tiempo de qué Lucas? No puedo hacerlo. No puedo desbaratar los planes de tanta gente solo porque yo tenga dudas. Además, ¿para qué? Aitor me da una vida que no está tan mal, y nadie, jamás, me va a querer como él me quiere y me cuida.
- No!!!!!!
- ¿Qué?
- Que no. Que él no puede quererte tanto como...
- Sigue… Lucas….
- Él... -quiso decir lo que llevaba tanto tiempo guardándose, ocultando dentro de sí mismo. Pero tuvo miedo. Tuvo pánico de decir algo que cambiase el rumbo de la vida de Sara y de todos los que la rodean, y tuvo pánico de que eso la hiciera infeliz. Quién era él para arrebatarla una vida sin sobresaltos, una vida rodeada de su familia. -Él te hará muy feliz Sara. Acuéstate pronto, no vayas a dormirte el día de tu boda -girándose de nuevo se dirigió a su casa.
- ¿Lucas?
- ¿Si?
- ¿Vendrás mañana?
- No puedo Sara… lo siento… -sin decir más cerró la puerta tras él y se dejó caer en el sofá, lamentándose por haberla perdido."



De camino al altar recuerda esa conversación y piensa en todas las cosas que hubiera querido decir. De haberlas dicho, quizás ahora, no estaría caminando por un interminable pasillo que la lleva directamente a una vida que no desea, que la lleva directamente a unos brazos que no anhela. Apenada piensa que es lo mejor. Al parecer ella es la única que no había podido olvidar todo el amor que compartieron y no podía seguir esperando a Lucas. Obviamente ni sabe, ni siquiera intuye que Lucas, desde su rincón recuerda la misma conversación que ella, y que también lamenta no haber dicho o hecho muchas cosas antes de ahora, cuando todo parece tan concluyente e irremediable.

Lucas en su sitio se mueve inquieto calibrando la situación, mientras una idea se le pasa por la cabeza. Sabe que es una locura, sabe que quizás haga el ridículo más espantoso si ella le rechaza, pero también sabe que de no hacerlo se arrepentirá el resto de su vida. Si esto fuera una película americana, el cura preguntaría directamente si alguien tiene algún impedimento para que esta boda pueda celebrarse, pero en San Antonio, los curas no dan esa oportunidad, y de llegar a hacerlo, tendría que interrumpir la misa a la mitad.

A- Si, quiero.

Aitor ya ha dado el sí, y cuando es el turno de Sara, la iglesia se queda en silencio mientras ella mira hacia los invitados buscando la fuerza que le falta para dar el "si, quiero". Verla dubitativa le da el animo que le falta. Su niña no quiere estar ahí, no sin él acompañándola junto al altar, es un secreto a voces que todos los presentes, allí reunidos y que los conocen, saben. Todos!!!!!

Y lo ve claro. Es ahora o nunca. Sale de su escondite y se dirige hacia el centro del pasillo, atrayendo sobre si mismo la mirada de todos incluida la de su niña. Sus miradas se cruzan y se hablan. Sara, sorprendida al verlo en la iglesia, no es capaz de articular palabra, pese a la insistencia del cura y de Aitor para que pronuncie el consabido “si quiero”. Esta perpleja, ni siquiera los escucha, solo puede mirar a Lucas que, lentamente pero decidido, avanza por el pasillo directo hacia ella.

S - Lucas...
A - Sara -no se ha dado cuenta hasta ahora que Lucas está allí y no es capaz de reaccionar. No puede creer que venga ahora a estropearles el día más importante de su vida. -Lucas, llegas tarde. Siéntate. Padre, continue por favor.
L - Sara, no lo hagas. No te cases con él.
S - No puedes pedirme eso Lucas, no ahora. Ya no.
L - Sé que tenía que haberlo hecho antes mi niña. Lo sé. Pero tenía tanto miedo. No puedo imaginar mi vida sin ti Sara. Sé que soy egoísta por pedirte esto ahora, y delante de tanta gente, pero necesito que estés conmigo. Sara, yo te amo y tú me amas… yo lo sé, tú lo sabes, miralos… todos lo saben. Por favor no lo hagas…
P -Lucas, fuera. Vamos -lo toma del brazo para sacarlo de la iglesia por la fuerza, y él, ante el silencio de Sara se deja llevar. La busca con la mirada, pero ella evita mirarle mientras las lágrimas recorren su cara. Se marcha cabizbajo por el pasillo con todas sus esperanzas rotas. Una vez más ha vuelto a equivocarse.
S- Lucas, Lucas -corre en su busca sin saber que hacer o que decir, pero sabiendo que hace lo correcto -Lucas, yo también te quiero. Más que a nada ni a nadie.
A -Sara!!! No, no… no puedes hacerme esto… eres….
L - No Aitor… no la culpes… si hay alguien aquí que es culpable de esto eres tú…. Sabias que esto era una mentira, sabias que me quería a mí y aun así… la habéis instado entre todos a esta farsa…
S - Aitor, perdóname…. no podemos seguir con esta mentira que nos acabaría matando a los dos. Lo siento… amo a Lucas… lo he amado siempre… lo siento….

Los invitados, miran la escena, incrédulos, sin atreverse a pestañear para no perderse nada. Parece increíble que algo así pueda suceder en la vida real. Es tan trágico y romántico a la vez.

P -¿Tenías que hacerlo, no cabrón? Ahora que la niña estaba tranquila tenías que volver para joderla la vida. Y volverás a hacer lo mismo, estarás cuatro días con ella y la dejarás. Te cansarás de ella y le volverás a romper el corazón, cabrón. Maldito el día en que te conocimos, maldito seas cabrón.
L -Paco yo... jamás me cansaré de ella. Jamás lo he hecho y jamás lo haré. Fuiste tú el que nos separó la primera vez y fuiste tú el que nos separó la segunda vez ¿O no recuerdas las amenazas cuando volvimos de Madagascar, no recuerdas que nos dejaste de hablar, que hiciste que me trasladasen fuera de Madrid? Pero me da igual, todo me da igual. Si ella me acepta voy a estar toda mi vida haciéndola feliz, pienses tú lo que pienses. Llevo dos años viviendo puerta con puerta con ella, intentando olvidar lo que siento, pero no he podido. La quiero Paco, y eso ni tú ni nadie podrá cambiarlo jamás.
S -Lucas... Vámonos. No podemos estar toda la vida esperando que ellos lo entiendan o no. Si vivimos a sus expensas jamás nos dejarán ser felices. –Mira al que hasta ese momento era su novio -Lo siento Aitor, de verdad!!! Lucas, vámonos… -le toma la mano y juntos caminan por el pasillo de la iglesia por última vez. Están juntos, felices y todavía en una nube por lo que acaba de pasar. No saben que harán a partir de ahora, pero de algo pueden estar seguros: no volverán a pensar que lo suyo puede esperar.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

esta muy bien la historia, el final me ha hecho llorar, esta genial

bueno me voy que tengo un poco de prisa

xao
bss

fhany

Elena dijo...

.F.a.n.t.a.s.t.i.c.o.



sin palabras

Anónimo dijo...

impresioante!!!me estaba emocioando al leerlo. de verdad que enhorabuena chicas!!!un besazo de Carmen

Anónimo dijo...

Niñas!!! Que escenon!!! Otras historia mas para enmarcar... Nada, aqui seguiré, con la baba caida con cada, historia, relato, comentario u opinion que escribis.... no entiendo aun como se puede tener tanto arte para escribir.

Besos.

Park