Es la primera vez desde que es policía que llega pronto a comisaría. Nunca, jamás, ha llegado puntual al trabajo. Y hoy, no solo ha llegado a tiempo para la reunión, sino que todavía queda una hora para que empiece. No es por una nueva necesidad de entrega al trabajo, últimamente hasta esto le importa muy poco. Simplemente no se siente con fuerzas de ver a Sara durante el desayuno.
Llevan veinte días sin verse: veinte días que ella ha estado fuera y el tiempo que él se dio para cerrar definitivamente una historia que ha hecho demasiado daño a demasiada gente. Pero sabe que esa puerta no se ha cerrado del todo, y hasta que eso pase, prefiere tener que verla lo mínimo posible. A ella, y a su novio, que se incorpora hoy a trabajar y con el que espera no tener que trabajar a menudo.
Aburrido y con el ánimo por los suelos, se dirige hacia su mesa dispuesto a perder el tiempo haciendo nada. Al sentarse, repara en los objetos que desordenados ocupan su mesa, y lo ve. Ve entre montones de papeles, la carpeta marrón que el comisario hizo que le entregarán ayer, y con curiosidad, y mirando hacia todos lados para vigilar que nadie lo observa, la abre y revisa los papeles que hay dentro.
Sabe que no debería, que no está bien espiar la ficha de un compañero, pero la tal Elena ha venido pisando fuerte y Lucas está dispuesto a tenerla vigilada, por si acaso, que nunca se sabe. Conoce a la gente como ella, tan listillas, tan decididas, que se creen las amas del mundo, y él, en su comisaría, no quiere gente así.
De su ficha nada en claro se puede sacar. Tiene varios expedientes abiertos, pero no aparece que haya sido sancionada ninguna vez. Sus superiores alaban su arrojo y su entrega, aunque hablan de cierta predisposición a poner su vida en riesgo.
Lucas, malhumorado, deja el expediente sobre la mesa al escuchar las voces de Paco y Mariano. Ese expediente no le da buena espina, esa chica no es de fiar, algo en ella no le gusta.
Después de la reunión con D.Lorenzo, Paco reúne a todos sus hombres en la sala de tiro.
P- En fila, todos en fila.
Po- Señor inspector Miranda, en fila india, en fila de lado, en fila de a dos...
P- En fila y punto Povedilla. A ver... somos el hazmerreír del cuerpo. Otra vez, y digo otra vez en los últimos diez días, D. Lorenzo se ha quejado de mis hombres.
Mariano, que con cuidado y mimo limpia su pistola, no presta atención a los gritos que está soltando el inspector, lo que hace que su cabreo vaya en aumento.
P- Mariano, joder. No tienes otro momento de limpiar la pistolita. Que aquí venimos a disparar, no a las labores del hogar.
Lucas, ante la ocurrencia de su amigo, deja soltar una sonora carcajada.
P- ¿Y tú qué? ¿Venimos aquí de risitas? ¿Te traigo la copita para que te sientas como en el bar, eh Lucas? Venga, dispara, a ver si además de recuperar la risa, has recuperado tu toque.
Todos los tiros son impecables, salvo el último que lo falla. Nunca antes había fallado un tiro, nunca. Jamás. Ni con los ojos cerrados, ni en movimiento, ni en días malos... Nunca. No puede creerlo. Mira su mágnum, mira el panel y niega con la cabeza. Todos en la sala se han quedado mudos y solo se oye una risa, que a pesar de intentar ser disimulada, retumba contra las paredes rompiendo el silencio.
Lucas, encabronado, se da la vuelta buscando el origen de esa risa, y al ver que precisamente es ella la que se ríe, estalla toda su ira contra ella.
L- ¿De qué coño te ríes tú?
El- De tu disparo. Había oído que eras el mejor tirador de la comisaría, pero debían hablar de otra persona -dice medio en broma, medio en serio. Le divierte la situación, le divierte ver cabreado a Lucas, y le divierte más ser ella la que le ha terminado de sacar de quicio. Así, enfadado, todavía está más guapo.
L- Mira la listilla. Me ha visto dos veces y ya se cree que me conoce de algo. Mejóralo si puedes.
Elena aparta con un pequeño empujón a un orgulloso Lucas, que la cree incapaz de mejorar su media. Se pone las gafas con chulería mirando con desdén al subinspector y saca una pistola de cada lado de sus caderas y dispara, sin pausa, contra el panel, dejado a todos con la boca abierta. Lucas mira sin poder creerlo el panel, y ve, como la nueva policía de la que sabía que no se podía fiar, le acaba de dejar en ridículo delante de todos sus compañeros. No, no existe policía que pueda tener mejor media que él.Incapaz de articular palabra, se deshace de los cascos y las gafas y sale de la sala dando un portazo.
Herido en su orgullo necesita salir de ahí y fumarse un cigarro. Al salir, corre directo hacia el vestuario, buscando una paz que necesita ahora y que está lejos de encontrar, cuando de pronto alguien le llama y sin necesidad de girarse sabe de quien se trata. Es lo que menos necesita, verla a ella ahora. No sintiendo así como se siente en ese momento.
L- Ahora no Sara, no es un buen momento -No se gira al decirlo. Quiere verla, la ha echado de menos, pero sabe que no es lo mejor ahora. No quiere hablar con ella, con una mujer que le haga la vida imposible al día tiene más que suficiente.
El día pasa lento en comisaría y su humor no mejora. El trabajo tampoco ha ayudado mucho: solo han salido a la calle para controles rutinarios, y no han tenido ningún caso que le haya hecho soltar toda la adrenalina que lleva dentro. Tampoco puede dejar de pensar en Sara.
Se pregunta si le vendría a buscar a él o a ver a su novio. Ahora se arrepiente de no haberla mirado. Quisiera haberla visto, ver como le han sentado las vacaciones. Quisiera haberla mirado para poder leer en su mirada, para saber si ella le ha echado de menos, si aún sigue pensando en él alguna vez. Sabe que no debe pensar en ella. Sabe que si quiere olvidarla tiene que dejar de pensar en esa posibilidad: tiene que asumir que lo suyo se acabó para siempre, que está muerto, enterrado, muerto del todo.
Agradece cuando Mariano va a buscarle para marcharse a casa. Solo desea tomarse unas cervezas en los Cachis e irse a pronto a la cama y olvidar la mierda de día que ha tenido hoy.
P- Lucas, alegra esa cara chaval. Hoy cenita en mi casa. Lola ha preparado un corderito para chuparse los dedos.
L- Yo no voy. No me encuentro bien.
M- Venga, Lucas. Que porque la poli nueva sea mejor disparando que tú no se acaba el mundo.
L- No me toques los cojones Mariano que encuentras premio. Esa tía no es mejor que yo. Solo ha tenido suerte. Mañana os voy a enseñar quien es el mejor tirador de toda España, de Europa si me apuras, de...
P- Que si, que si chaval. Vámonos a casa anda.
L- ¿Me estás dando la razón como a los locos Paco? A mí nadie me la razón como los locos, ¿eh? Os lo demuestro ahora mismo como que me llamo Lucas.
M- Vámonos Lucas, si te creemos, ¿cómo no te vamos a creer?
Consiguen tirar de Lucas para irse ya a casa. Mientras Lucas se adelanta, cabreado y herido en su orgullo, para ir arrancando el coche, Mariano en bajito le susurra a Paco:
M- La que se va a liar, Paco. La que nos espera.... De esta Lucas nos mata fijo.
Mientras aparca el coche, Lucas ve como una figura de mujer se acerca a los Cachis, y no tarda en darse cuenta de quien se trata. Allí está ella, vestida de calle, con sus aires de diva, con una botella en la mano. Por el retrovisor mira la cara de Mariano, y al verle sabe inmediatamente que él también es participe de la encerrona.
L- ¿Me podéis explicar que cojones está pasando aquí? -no podría estar más cabreado. No solo le han preparado una cena con su exnovia y el nuevo novio y su novio, sino que además han tenido que invitar a su mayor enemiga.
P- No sé de que nos estás hablando Lucas -mira hacia la ventanilla, pensando cómo va a hacer para calmar el temporal que se les avecina.
M- Pues ya somos dos Paco, porque yo tampoco tengo ni idea de que lo que habla - Desvía su mirada hacía el mapa que tiene entre manos, para no tener que volver a ver los ojos de Lucas, que ahora están llenos de ira.
L- ¿Que no sabes de que cojones estoy hablando? ¿Me estáis tomando por gilipollas? Enh ¿tengo acaso yo cara de gilipollas?
P- Lucas, hombre, que es una cena. Es una nueva compañera de trabajo y tenemos que darle la bienvenida.
L- ¿Ah si? Pues se la dais vosotros, yo me piro a casa.
Abre la puerta y sale del coche lo más rápido posible. No puede ser verdad lo que le está pasando, hoy todo el mundo se ha puesto de acuerdo para joderle. Camina deprisa hacia la corrala sin mirar atrás.
P- Lucas, hombre. No te vayas así. Solo es una cena. Van a venir todos.
M- Venga, Lucas. Solo será un rato.
L- Que no joder.
M- ¿Que quieres que la nueva sepa cuanto te ha dolido que te haya ganado?
Bingo. Mariano ha tocado en el sitio exacto.
L- Solo un rato. Despacio abre la puerta del bar y lo primero que ve es a Sara sirviendo una mesa. Está preciosa. Le ha dado mucho el sol y su piel está tostadita. Tiene buena cara, el pelo más largo. Todo en ella parece diferente.Que vengan doscientas policias nuevas a tocarle las narices, y se las verán con él. Que venga Sara, y habrá perdido la batalla sin lucharla.Vuelve a cerrar la puerta sin ser visto
P- ¿Qué pasa Lucas? ¿No entras?
L- No, no tengo hambre.
M- Lucas, algún día tendrás que hacerlo -No se refiere a la nueva. Lucas no ha querido contarle la conversación que tuvo aquel día con Sara, pero sabe que algo muy duro tuvo que ser para dejar a Lucas como lo ha dejado durante todo este tiempo. Verla de nuevo es demasiado para él, pero cuanto antes lo haga, antes podrá superar que ya no están juntos. Con una sonrisa, Mariano le da fuerzas para entrar.
2 comentarios:
Me gusta este relato, espero pronto que lo continueis. Madre mía, una rival para Lucas y además disparando....sólo espero que ella no tenga una magnum.
que, que sguimos no???? que al final vamos a enamorar al madero de la madera, no???? y sara donde anda, eh????.....contenta me teneis!!!! ajajajjaa
rayma....blogger, tienes competencia en mi odio por ti......
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