Pero ahora que se encuentra en frente del escaparte sacando fuerzas para entrar, está nervioso. Quiere hacerlo, es lo que más desea, pero quiere que sea tan perfecto que no sabe si podrá hacerlo él solo.
- Buenos días, venia a contratar un viaje
- Muy bien, tenemos unas ofertas estupendas de cara al verano. Para viajar a las costas españolas… Cádiz este año está muy de moda. Si quiere extranjero también tenemos muchos tours ¿Italia? ¿Portugal?... –está a punto de levantarse e irse. Cree que se ha equivocado de agencia, está no debe vender demasiado a juzgar por las ganas de atosigarle que tiene la dependienta.
- No, tengo pensado el destino ya. Quiero contratar un viaje a Madagascar
- ¿Madagascar? ¿Por qué Madagascar? ¿No prefiere otro sitio caballero? –Lucas niega con la cabeza y la señora sigue hablando deprisa intentando saber más de aquel apuesto comprador -Bueno, Madagascar está bien. África. No es un viaje muy común, tendré que ver que tenemos por aquí –Lucas espera durante más de cinco minutos mientras la mujer abre un cajón detrás de otro mirando catálogos de viajes. Él llegó ya nervioso a la agencia, pero esa mujer le pone más frenético aún con su incontinencia verbal.
- ¿Ha encontrado algo? -dice cuando por fin la mujer vuelve a sentarse en su silla en frente de él.
- Ajá, aquí lo tenemos. Estaba en el catalogo de grandes paraísos terrenales ¿Sabe que tipo de viaje quiere hacer, si de aventura, solidario, romántico, familiar…?
- Pues… de todo un poco. Quiero un viaje especial.
- Ya, pero… ¿va a ir usted solo o con alguien más?
- Con alguien más
- Su pareja
- Algo así
- Es un viaje muy caro para irse con “algo así” –dice la mujer intentando mostrarse divertida para poder sonsacarle algo a su cliente. Está dispuesta a acompañarla ella misma si hace falta, con semejante hombre….
- No me importa el dinero, ya le he dicho que quiero que sea algo especial.
- Veamos… vamos a ver que pone de Madagascar porque yo no le puedo dar ninguna información, lo siento. A ver “Madagascar es la isla más grande de África bañada por el océano indico. En Madagascar el viajero puede visitar: la ciudad de Antananarivo (a la que se denomina coloquialmente "Tana"), capital del país, con las ruinas del Palacio de la Reina, el mercado de Analakely, el mercado de Zoma y el jardín Zoológico y Botánico de Tsimbazaza; la ciudad de Ambohimanga, a 20 kilómetros de Antananarivo, conocida como "la Ciudad Santa" o "la Ciudad Prohibida"; las cascadas y diques de la región de Ampefy; la ciudad de Antsirabe, importante centro industrial, cerca del cual se encuentran colinas volcánicas con lagos en sus cráteres; el monte Tsarantanana, ubicado al norte de la isla, que con sus 2.880 metros sobre el nivel del mar es el pico más alto de Madagascar …”
- Ya…
- Como verá da mucha información y hay mucho que ver. Parece una isla preciosa. Mire lo que dice también: “además, el turista puede avistar ballenas en las zonas de Taolognar, en el sur de Madagascar, y en la isla Santa María (Île Ste-Marie), próxima a la costa este de la isla.”
- Eso le encantará a Sara seguro –dice entusiasmado con la idea. Se imagina la cara de Sara viendo las ballenas e imaginarla así le produce un placer indescriptible.
- ¿Así que su “algo así” se llama Sara?
- ¿Quiere dejarla de llamar así? Sara, se llama Sara. Y no es mi novia, pero como si lo fuera –Lucas pone cara de pena al pensar que no es como si fuera su novia tampoco, porque ahora Sara es la novia con todas las letras de otro. La mujer le mira y Lucas le despierta tanta ternura y curiosidad que se anima a intentar sacarle más información.
- ¿Y ella le ha dicho que vaya a irse con usted?
- No. Ella no sabe que se lo voy a regalar.
- Es un regalo muy bonito y muy caro como para ser despreciado. Al no ser…
- ¿Al no ser qué? –mira con atención a la mujer. No ha comentado con nadie su intención de regalarle a Sara el viaje y aunque sea por parte de una desconocida, le gustaría escuchar una opinión sincera.
- Al no ser que usted le regale esto esperando que ella le perdone por algo. Es típico de los hombres.
- Pues en realidad… en realidad si tiene que perdonarme muchas cosas, pero se lo regalo porque la quiero no solo porque quiero que me perdone.
- Ya, ya. Pues espero que no le haya hecho nada demasiado grave para no desperdiciar los billetes…. –Oír aquello de la mujer de la agencia le golpea en el pecho. Porque sabe que lo que ha hecho es demasiado grave y que quizás el perdón de Sara no llegue. No teme que los billetes se desperdicien, no, eso no es lo importante. Lo realmente doloroso es que sin su perdón la habrá perdido para siempre.
- Aunque….
- ¿Si?
- Quizás aunque lo que haya hecho sea grave ella le quiera mucho y pueda llegar a perdonarlo –comenta sonriendo mientas le guiña un ojo.
- Eso espero, pero ya ni estoy seguro de eso… -se deja llevar por los recuerdos de los meses anteriores y duda de que ella vaya a aceptar. Pero al menos tiene que intentarlo – Bueno, ¿Seguimos? Ahora el hotel, ¿dónde nos podemos alejar?
- Pues hay muchas zonas para los turistas. Algunas más tranquilas y otras más bulliciosas.
- Mejor si no hay mucha gente alrededor
- Y el hotel, ¿quiere que sea de tres, cuatro, cinco estrellas… hotel de súper lujo?
- Lujo, quiero lujo. Quiero darle a mi princesa el mejor viaje de su vida. Busquemos un hotel grande, espacioso, con habitaciones gigantes con vistas al mar, donde haya teléfono para que nos traigan todo a la habitación, importante es que el teléfono funcione por favor…
- ¿Alguna preferencia más? –dice mientras va anotando en su ordenador todo.
- Con jacuzzi. Con cama de agua…
- Si…
- Con chimenea…
- ¿Chimenea?
- Bueno, chimenea o no me da igual. Quiero el mejor hotel, el más romántico, el más bonito.
- Muy bien, haremos la reserva en el gran hotel Madagascar, un acogedor complejo lleno de comodidades. Formalizamos el hotel, el avión, solo faltan sus nombres.
- Lucas Fernández y Sara Miranda
- Lucas… por último, me pide que confirme si va a contratar nuestro seguro de cancelación del viaje, por si hubiera algún problema y no pudieran viajar o si ella no se decidiese… -calla avergonzada, por lo que acaba de soltar.
- Pues… No, mejor que no. En esta vida hay que correr riesgos –Sabe que si Sara decide no viajar con él no le devolverán el dinero, pero no lo contrata para mantener la esperanza intacta hasta el último momento. Si no viene ella viajará solo y conservará el billete de Sara en su caja de recuerdos.

Sale de la agencia de viajes satisfecho. Tiene mucho miedo de ser rechazado, pero aunque así fuera no va a dejar de luchar por ella. Está nervioso y sale corriendo con su coche al sitio donde le gusta ir cuando tiene que pensar. Tiene que planear la forma más bonita de darle su regalo.
Lleva una semana con los billetes y no ha encontrado la manera de dárselos. Durante toda la semana ha ido hasta el pantano día tras día, intentando encontrar la forma de acercarse a ella y decirle todo lo que piensa, pero no se siente capaz. Nada le parece suficiente después de todo lo que ha hecho. Tiene miedo a enfrentarse a ella, tiene vergüenza mostrarse ante ella con todo lo que la ha hecho pasar. Además, sabe que no está jugando limpio. La rechazó, la pidió que se buscase a otro, y ahora que lo ha hecho, él vuelve en su busca. Sabe que no es justo, pero también sabe que no puede vivir más tiempo sin ella. Está triste, muy triste; sabe que está haciendo lo que debería haber hecho hace mucho tiempo, pero siente que vuelve a ser un egoísta con Sara y no se siente capaz. Las lágrimas vuelven a sus ojos, como tantas veces últimamente y decide, en ese preciso instante y aunque le duela en el alma, que no puede hacerlo. Que no puede regalarle unos billetes para que le perdone. Que primero le tiene que perdonar y luego regalarle el universo. Pero antes necesita saber que ella, y él también, son capaces de perdonarse todo.
Ensimismado en sus pensamientos no se da cuenta de que no está solo en el pantano ni de que alguien desde lejos le escucha llorar y que siente deseos de acercarse a él para saber que le pasa. Pero el miedo la paraliza a ella también, teme volver a ser rechazada de nuevo, porque no podría soportarlo otra vez. Finalmente se acerca despacio y sin hacer ruido hasta sentarse a su lado en el tronco.
Permanecen callados el uno al lado del otro y sin saber porqué ella también se pone a llorar. El roce de su cuerpo, el sentirlo tan cerca, verle llorar, sentirle tan triste… es más de lo que puede soportar.
L- ¿Por qué lloras?
S- No lo sé… ¿y tú?
L- No lo sé tampoco.
S- Lucas, cuéntame que te pasa.
L- Que me he portado muy mal contigo Sara, y recodarlo me hace daño.
S- Ya… -Ella, al verlo llorar, había imaginado que habría descubierto algo de su padre, o de su hermana o cualquier otra cosa. No se podía imaginar que Lucas llorase por ella, porque ella creía que a él ya no le importaba.
L- No sé por qué lo hice. Quería que nos olvidáramos el uno del otro, que consiguiéramos ser felices separados, que dejáramos de hacer daño a la gente que nos importa. Pero solo he conseguido hacerte daño a ti… y a mí mismo.
S- ¿A ti también?
L- Mucho. Saber que haces daño a la persona que más quieres es horrible Sara. Te hace sentir el ser más despreciable del mundo. Pensaba que lo estaba haciendo por tu bien, que dándote alas te estaba dejando vivir la vida que tiene que vivir una chica de 17 años y quizás ha sido así, pero a mí me ha matado por dentro.
S- Yo solo quería estar contigo Lucas. Nunca te he recriminado que me estuviera perdiendo cosas por estar contigo. Tú has decidido elegir por mí lo que me conviene o no me conviene, y te has equivocado. A mí solo me convenía estar contigo.
L- Lo siento –es lo único que puede decir. Sabe que no va a servir de nada, Sara ya habla en pasado. Ha recuperado su vida y en ella ya no está él. Pero necesita pedir perdón, se lo debe a ella y a sí mismo.
S- Yo también…
Permanecen callados el uno junto al otro sin ni siquiera mirarse. Se conforman con sentirse cerca, lo cual les reconforta a ambos en la misma medida. Hacia tanto tiempo que no compartían nada que ahora, solo por estar sentados el uno al lado del otro y mirando hacia la misma dirección les hace sentir mejor. Quisieran decirse muchas cosas, pero es tanta la emoción contenida que se sienten incapaces.
L- ¿Has pensado que vas a hacer en tu cumpleaños? Deberías dar una gran fiesta con tus amigos, dieciocho no se cumplen todos los días.
S- Supongo. Mis padres me querrán dar una fiesta sorpresa como todos los años. No tengo escapatoria- dijo sonriendo intentando romper el hielo.
L- Luego te vas por ahí y punto. Con dieciocho tu padre ya no te puede prohibir nada –Lucas no se ha dado cuenta de lo que ha dicho hasta que lo ha oído salir de su boca. Sara le mira y sonríe. Eso les basta. Una mirada y una sonrisa les bastan para saber que todo ha pasado, que quieren olvidar y que quieren estar juntos.
S- Nada, Lucas. No puede prohibirnos nada.
L- Sara yo… sé que me he portado muy mal contigo, sé que no me lo merezco, pero necesito que me perdones. Necesito saber que no me odias.
S- No podría odiarte aunque quisiera.
L- Si tú me dejaras mi niña haría que olvidásemos todo lo malo que nos ha pasado. Lucharía por ti como no he sabido hacerlo este tiempo, estaría toda mi vida a tu lado cuidándote. Si tú me dejaras Sara, te haría la mujer más feliz del mundo. –Al instante de decirlo se avergüenza. Piensa en Sara y en Aitor y en lo bien que se les ve juntos. No quiere volver a desordenar la vida de Sara, pero tampoco puede quedarse más tiempo callado. Se alegra de habérselo dicho. Ha sido sincero y al menos ahora ella, sabrá toda la verdad que ha estado ocultando tantos meses.
S- Lucas…-llora desconsolada sin poder articular palabra. Lucas al verla se asusta y se arrepiente de su ataque de sinceridad. La declaración llega a destiempo para seguir haciéndola daño.
L- Lo siento, yo no debería…
S- ¿Qué no deberías?
L- No debería haber dicho nada
S- Lo que nunca deberías haber hecho Lucas es callarte tanto tiempo. Hemos sufrido mucho y hemos malgastado el tiempo sin estar juntos. Lucas no vuelvas a hacerlo. No volvamos a cometer los mismos errores. Quiero estar contigo, solo contigo.
L- Y yo mi niña, y yo. Y te juro que esta vez va a salir bien, que va a ser para siempre. Te quiero Sara, te quiero más que a nada en el mundo.
S- Yo también te quiero Lucas
Se unen en un abrazo y en un beso que les funde en uno. Ambos lloran mientras ríen y se acarician mientras se besan. Se unen y se separan para saber que es real lo que están viviendo. Su deseo desde hace tantos meses se está cumpliendo y aún no pueden creerlo. Se tocan por todas partes, se dicen palabras hermosas, resuenan los “te quieros” los “cuanto te he echado de menos” o los “lo siento” alrededor de aquel pantano, que fue testigo de su ruptura y hoy lo es de su reconciliación.
Empieza a anochecer y comienzan a sentir el frío en sus cuerpos. Ninguno quiere irse de allí, quieren estar juntos, pero ya encontrarán otro lugar donde refugiarse. Antes de irse, Lucas palpa el bolsillo de su chaqueta y comprueba que aún los lleva allí.
L- Sara
S- ¿Qué?
L- Quedan dos días para tu cumpleaños, pero quiero darte tu regalo ahora.
S- ¿Mi regalo? Pensaba que ni siquiera te acordarías de mi cumpleaños Lucas. No quiero ningún regalo, hoy ya no me puedes hacer más feliz.
L- Quizás un poquito… Venga, cierra los ojos y estira las manos.
Sara al ver su regalo no puede evitar ponerse a llorar de nuevo. Madagascar, su sueño. El sueño que durante tanto tiempo alimentaron los dos y que pensó que ya jamás se haría realidad. Mira los billetes, mira a Lucas y mientras le besa y le abraza para darle las gracias, llora de felicidad por tener otra vez a su lado al amor de su vida, y esta vez, para siempre.
Lleva una semana con los billetes y no ha encontrado la manera de dárselos. Durante toda la semana ha ido hasta el pantano día tras día, intentando encontrar la forma de acercarse a ella y decirle todo lo que piensa, pero no se siente capaz. Nada le parece suficiente después de todo lo que ha hecho. Tiene miedo a enfrentarse a ella, tiene vergüenza mostrarse ante ella con todo lo que la ha hecho pasar. Además, sabe que no está jugando limpio. La rechazó, la pidió que se buscase a otro, y ahora que lo ha hecho, él vuelve en su busca. Sabe que no es justo, pero también sabe que no puede vivir más tiempo sin ella. Está triste, muy triste; sabe que está haciendo lo que debería haber hecho hace mucho tiempo, pero siente que vuelve a ser un egoísta con Sara y no se siente capaz. Las lágrimas vuelven a sus ojos, como tantas veces últimamente y decide, en ese preciso instante y aunque le duela en el alma, que no puede hacerlo. Que no puede regalarle unos billetes para que le perdone. Que primero le tiene que perdonar y luego regalarle el universo. Pero antes necesita saber que ella, y él también, son capaces de perdonarse todo.
Ensimismado en sus pensamientos no se da cuenta de que no está solo en el pantano ni de que alguien desde lejos le escucha llorar y que siente deseos de acercarse a él para saber que le pasa. Pero el miedo la paraliza a ella también, teme volver a ser rechazada de nuevo, porque no podría soportarlo otra vez. Finalmente se acerca despacio y sin hacer ruido hasta sentarse a su lado en el tronco.
Permanecen callados el uno al lado del otro y sin saber porqué ella también se pone a llorar. El roce de su cuerpo, el sentirlo tan cerca, verle llorar, sentirle tan triste… es más de lo que puede soportar.
L- ¿Por qué lloras?
S- No lo sé… ¿y tú?
L- No lo sé tampoco.
S- Lucas, cuéntame que te pasa.
L- Que me he portado muy mal contigo Sara, y recodarlo me hace daño.
S- Ya… -Ella, al verlo llorar, había imaginado que habría descubierto algo de su padre, o de su hermana o cualquier otra cosa. No se podía imaginar que Lucas llorase por ella, porque ella creía que a él ya no le importaba.
L- No sé por qué lo hice. Quería que nos olvidáramos el uno del otro, que consiguiéramos ser felices separados, que dejáramos de hacer daño a la gente que nos importa. Pero solo he conseguido hacerte daño a ti… y a mí mismo.
S- ¿A ti también?
L- Mucho. Saber que haces daño a la persona que más quieres es horrible Sara. Te hace sentir el ser más despreciable del mundo. Pensaba que lo estaba haciendo por tu bien, que dándote alas te estaba dejando vivir la vida que tiene que vivir una chica de 17 años y quizás ha sido así, pero a mí me ha matado por dentro.
S- Yo solo quería estar contigo Lucas. Nunca te he recriminado que me estuviera perdiendo cosas por estar contigo. Tú has decidido elegir por mí lo que me conviene o no me conviene, y te has equivocado. A mí solo me convenía estar contigo.
L- Lo siento –es lo único que puede decir. Sabe que no va a servir de nada, Sara ya habla en pasado. Ha recuperado su vida y en ella ya no está él. Pero necesita pedir perdón, se lo debe a ella y a sí mismo.
S- Yo también…
Permanecen callados el uno junto al otro sin ni siquiera mirarse. Se conforman con sentirse cerca, lo cual les reconforta a ambos en la misma medida. Hacia tanto tiempo que no compartían nada que ahora, solo por estar sentados el uno al lado del otro y mirando hacia la misma dirección les hace sentir mejor. Quisieran decirse muchas cosas, pero es tanta la emoción contenida que se sienten incapaces.
L- ¿Has pensado que vas a hacer en tu cumpleaños? Deberías dar una gran fiesta con tus amigos, dieciocho no se cumplen todos los días.
S- Supongo. Mis padres me querrán dar una fiesta sorpresa como todos los años. No tengo escapatoria- dijo sonriendo intentando romper el hielo.
L- Luego te vas por ahí y punto. Con dieciocho tu padre ya no te puede prohibir nada –Lucas no se ha dado cuenta de lo que ha dicho hasta que lo ha oído salir de su boca. Sara le mira y sonríe. Eso les basta. Una mirada y una sonrisa les bastan para saber que todo ha pasado, que quieren olvidar y que quieren estar juntos.
S- Nada, Lucas. No puede prohibirnos nada.
L- Sara yo… sé que me he portado muy mal contigo, sé que no me lo merezco, pero necesito que me perdones. Necesito saber que no me odias.
S- No podría odiarte aunque quisiera.
L- Si tú me dejaras mi niña haría que olvidásemos todo lo malo que nos ha pasado. Lucharía por ti como no he sabido hacerlo este tiempo, estaría toda mi vida a tu lado cuidándote. Si tú me dejaras Sara, te haría la mujer más feliz del mundo. –Al instante de decirlo se avergüenza. Piensa en Sara y en Aitor y en lo bien que se les ve juntos. No quiere volver a desordenar la vida de Sara, pero tampoco puede quedarse más tiempo callado. Se alegra de habérselo dicho. Ha sido sincero y al menos ahora ella, sabrá toda la verdad que ha estado ocultando tantos meses.
S- Lucas…-llora desconsolada sin poder articular palabra. Lucas al verla se asusta y se arrepiente de su ataque de sinceridad. La declaración llega a destiempo para seguir haciéndola daño.
L- Lo siento, yo no debería…
S- ¿Qué no deberías?
L- No debería haber dicho nada
S- Lo que nunca deberías haber hecho Lucas es callarte tanto tiempo. Hemos sufrido mucho y hemos malgastado el tiempo sin estar juntos. Lucas no vuelvas a hacerlo. No volvamos a cometer los mismos errores. Quiero estar contigo, solo contigo.
L- Y yo mi niña, y yo. Y te juro que esta vez va a salir bien, que va a ser para siempre. Te quiero Sara, te quiero más que a nada en el mundo.
S- Yo también te quiero Lucas
Se unen en un abrazo y en un beso que les funde en uno. Ambos lloran mientras ríen y se acarician mientras se besan. Se unen y se separan para saber que es real lo que están viviendo. Su deseo desde hace tantos meses se está cumpliendo y aún no pueden creerlo. Se tocan por todas partes, se dicen palabras hermosas, resuenan los “te quieros” los “cuanto te he echado de menos” o los “lo siento” alrededor de aquel pantano, que fue testigo de su ruptura y hoy lo es de su reconciliación.
Empieza a anochecer y comienzan a sentir el frío en sus cuerpos. Ninguno quiere irse de allí, quieren estar juntos, pero ya encontrarán otro lugar donde refugiarse. Antes de irse, Lucas palpa el bolsillo de su chaqueta y comprueba que aún los lleva allí.
L- Sara
S- ¿Qué?
L- Quedan dos días para tu cumpleaños, pero quiero darte tu regalo ahora.
S- ¿Mi regalo? Pensaba que ni siquiera te acordarías de mi cumpleaños Lucas. No quiero ningún regalo, hoy ya no me puedes hacer más feliz.
L- Quizás un poquito… Venga, cierra los ojos y estira las manos.
Sara al ver su regalo no puede evitar ponerse a llorar de nuevo. Madagascar, su sueño. El sueño que durante tanto tiempo alimentaron los dos y que pensó que ya jamás se haría realidad. Mira los billetes, mira a Lucas y mientras le besa y le abraza para darle las gracias, llora de felicidad por tener otra vez a su lado al amor de su vida, y esta vez, para siempre.
4 comentarios:
que bonito madre mia!!!!!
me imagino esa cara de lucas desesperado con la dependienta preguntonay me ataco de risa....que bonita es esta historia, leches!!!!
rayma. peleandome con el blogger....
Alguien.... debería haber escrito algo asi para la reconciliación de estos dos, y no lo que nos "regalaron" al darle Lucas los billetes a Sara.
hola niñas me encanta el blog nunc ahe sabido como publicar comentarios hasta ahora os lo habeis currado tela y este manera de escribiur vais hacer que llore niñas
mis niñas impresionante!! me encanta y mira que no hay venido desde hace tiempo ha este magnifico bloh impresionante niñas chapo eso pasa cuando dos diosas se ponen a escribir seguir a si
clarita
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