16 abril 2008

Para usted señorito Fernández, que no estoy casado


- Fernández

Sigue caminando sin alterar el ritmo.


- Eh, anormal. Fernández, cojones, ¿¿no oye que le estoy llamando? –le grita el comisario cuando consigue ponerse a la misma altura que él.

- Ah, que era a mí.

- ¿¿Conoce a algún otro Fernández en esta comisaría?

- Hombre… Ni Sara ni yo queremos que se cambie el apellido cuando nos casemos pero como usted es un hombre de costumbres tan… vamos, que es un anticuado pensé que quizás….

- Me alegro de que esté de buen humor ganzo. Así se tomará mejor lo que le tengo que decir. Hoy no va a salir a la calle. Tiene curso.

- ¿¿Curso?? ¿¿El curso que va a dar mi novia?? No, joder, no. Me niego. Había que apuntarse, no? Pues yo no me apunté, así que no hay curso.

- Ya, pero falta gente para llegar al mínimo necesario para que se pueda realizar bien lo que ha preparado. No querrá que “su novia” –a Lucas no se le escapa el tono irónico del comisario- se lleve una decepción, ¿o si? Usted sabe como yo, cuanto tiempo lleva preparando este curso.

- Vale, joder, vale. Pero lo hago por Sara, solo por ella

- Esta vez. Vaya a buscar a Paco y a Mariano que son los únicos que faltan y lléveselo a la sala de proyecciones.

- ¿¿Paco y Mariano también….?

- Ellos si se apuntaron –le espeta y se marcha de su lado, dejándole, como siempre, la palabra en la boca.



Lleva meses oyendo hablar a Sara del curso de psicología para policías. Ha estudiado mucho, se lo ha preparado bien y está deseando poner todos esos conocimientos en prácticas. Enseñar a otros policías a hacer lo que a ella le sale de manera casi natural, le resulta muy gratificante, además de beneficioso para ella y su carrera. Esos cursos le permitirán dejar de ser becaria en muy poco tiempo.

Lucas está orgulloso de ella, mucho. Desde que entró en el cuerpo no ha dejado de sorprenderse con todas las aptitudes que está descubriendo en Sara y es que, es la mejor becaria que ha conocido desde…. Desde…. Desde que él era becario. Pero no quiere dar ese curso. No es por Sara, que lo hace muy bien, sino porque… vamos, que no quiere hacer el ridículo de todo el mundo, y el curso es de psicología y él psicología lo que se dice psicología… ninguna.


- Sarita –se acerca a ella, y comprueba por el temblor de sus manos y su semblante tan serio que está aterrorizada, muerta de nervios por su primera clase- que voy a hacer el curso –se acerca a ella y la besa. Tarda en darse cuenta de que Sara no le responde a ese beso y que en cuanto puede, intenta quitárselo de encima. Lucas no se ha percatado de que la sala está llena de gente, y si algo siempre le ha dicho ella es que en comisaría, no quiere ni el más mínimo roce.-“Genial, empezamos bien el día”

- Señor Fernández, por favor. Le sugiero que tome asiento y deje las muestras de cariño para otro momento. – “Qué carácter tiene Sara” piensa Lucas. Se sienta en su silla, en la que está más cerca de Paco y Mariano dentro del círculo que ha formado Sara con las sillas, y molesto por lo que acaba de pasar contempla a su chica. Tiene cara de Señorita Rotermeier, pero eso le gusta. Ver a Sara en ese plan tiene su punto.

- Te ha dejado fino, eh chaval?? Menudo repaso que te ha dado la niña. Si es que mi Sara es mucha Sara –Paco está orgullo de su hija y todavía no ha empezado el curso. Saca su pañuelo del bolsillo pero esta vez para limpiar las lágrimas que recorren su mejilla.


La profesora comienza a pasar lista mientras los alumnos, obedientes, confirmar su asistencia al curso.



- Bien. Para ir calentando motores vamos a aprender a mostrarnos tal y como somos y abrirnos a los demás ¿Algún voluntario?


La clase permanece callada. Todos miran al techo, a la puerta, a una mota de polvo que hay en su pantalón, se atan los cordones, tosen… nadie quiere salir. Sara mira a cada uno de los presentes buscando colaboración para nadie parece estar dispuesto.


- Vale, parece que tenemos un grupo tímido, pero uno tiene que salir. Por ejemplo, tú.

- ¿¿Yo?? ¿Y por qué yo? Que salga Mariano que tiene más experiencia.

- Por favor, señor Fernández. Uno tiene que salir.

- Joder, está bien.

- Salga por favor y cuénteles a sus compañeros como se ve a usted mismo en diez palabras.

- ¿Diez? Joder, Sarita, normalmente son tres palabras. Tres. Coño, que diez ya es para nota.

- Para usted Miranda. Y he dicho diez, ni tres, ni seis, ni doce. Diez.

- Bueno, pues…. Guapo, eso es más que evidente –todos los compañeros sonríen ante la chulería de Fernández. Todos menos Sara, que no está dispuesta a que le estropee algo que para ella es tan importante.

- Vamos a ver. El curso es de psicología en situaciones de emergencia. Cuando el curso se trate de seleccionar a mister San Antonio 2008, le avisaremos. Pero mientras tanto haga el favor de limitarse a los atributos de usted que nos puedan interesar para la materia. –Tentado está de hacer otra broma sus atributos pero la cara de Sara se lo dice todo: una broma más y no tendrá atributos de los que bromear.

- Está bien. Yo soy….. esto….

- Vaya, vaya –dice Sara, más metida en su papel de profesora que nunca y cabreada por el descaro de Lucas. A ver quien de los dos puede ser más chulo- una vez le sacamos de la belleza exterior y se queda sin palabras. Para que luego digan que una cosa no quita la otra. Venga, subinspector, algo tendrá que nos pueda servir.


De espaldas a ella en el círculo se ve una mano. Sara lleva un rato viéndola moverse entre las cabezas del resto de los alumnos pero bastante ha tenido con Lucas como para enfrentarse a esto también.


- Dígame Povedilla. Tiene usted alguna pregunta o quiere ayudarnos con el ejercicio ¿¿Puede decirnos usted algo más sobre Lucas?

- Perdone, profesora. Pero para usted señorito Fernández, que no estoy casado –la situación le empieza a parecer hasta cómica. Es una pelea de gallitos en toda regla. Y nadie como Sara está a su altura en chulería. Nadie.

- Adelante por favor Povedilla. –dice sin molestarse en disimular lo mucho que le está sacando de su casillas “Fernández”

- No, no, por favor, señorita becaria Miranda ¿Yo algo que decir del novio de usted? Jamás. Solo quería preguntarle, es que no me ha dado tiempo a tomar notas. Los atributos tienen que ser en plan….. –Hace gestos con la mano señalándose el cuerpo, desde la cabeza hasta los pies- o en plan…… -esta vez los gestos van más dirigidos hacia la cabeza y la zona de la garganta.

- Coño, Povedilla deja el baile del sambito y céntrese por favor. Sarita, hija, creo que a lo que se refiere es a que si…

- Sé a lo que se refiere inspector Miranda.

- Povedilla, quiero decir que cosas positivas podemos sacar cada uno de nosotros mismos para ser útiles a una persona que se encuentra en una situación límite. Por decirlo de otra manera, señor Fernández, si la esposa de un presunto asesino que acaba usted de detener se agarra a usted presa de un ataca de nervios, que podría hacer usted para salir ambos airosos de esa situación??

- Lucas siempre sabe salir airoso de ciertas situaciones y más con las esposas de los detenidos –dice Kike segundos antes de que una colleja se incruste contra su nuca despejada. La mirada de Lucas desde el centro del círculo le produce pavor y se da cuenta de que ha hecho una broma que hace tiempo que no está permitida sobre Lucas delante de la persona que es la causa principal por la que esas bromas no se toleran.

- Muy bien Kike. Tú psicología es de manual –dice Mariano, que deja de tomar notas. Se siente feliz en esa clase, porque por fin, después de tantos años en comisaría cree que va a poder aprender algo útil. Psicología. Nadie tiene más psicología que él.

- Gracias Kike por su aclaración. Pero no, eso no es lo que tendría que hacer Fernández, si no quiere que la victima pueda aprovecharse de él… y que alguien se lo haga pagar al llegar a casa. Ese no es el tema que nos ocupa. A ver, Fernández, está claro que sus compañeros saben de sus atributos físicos, pero vamos a ver que saben más de usted. Váyanme diciendo adjetivos que definan al señor Fernández.

- Cabezón

- Espabilao

- Inteligente

- Bala perdida.

- Eh, eh, eh…. –señala Povedilla –eso era antes. Desde que la señorita Miranda le perdonó su pequeña escapada durante el viaje a las Seichelles

- Madagascar, Povedilla. Y no me escapé, fue un percance….

- Sarita, yo así no puedo. Intento poner toda mi psique y mi sensibilidad para este curso pero con tanto mamarracho no puedo.

- tranquilo Mariano. Vamos a ver, ¿¿nadie tiene nada bueno que decir de Lucas?
- Hombre ahora soy Lucas…. Pues menos mal que aunque nadie pueda decir ni una puta cosa buena de mí al menos todavía alguien me llama por mi nombre.




- Cariño, esto es inútil, ¿por qué no dejamos al mequetrefe de tu “lo que sea” a un lado? ¿No ves que nadie es capaz de decir nada bueno por él? Si es que te llevaste lo peorcito del cuerpo, lo peor. Vamos, ni tu madre tuvo tanto tino –Don Lorenzo había permanecido callado escuchando, emocionado, las clases magistrales de su nieta. Pero sabía que se estaba metiendo en un berenjenal y como siempre, por culpa del anormal de carrito este que la tiene tan engañada.


Lucas empieza a enfadarse y ofenderse a partes iguales ¿De verdad nadie es capaz de decir nada bueno de él? ¿Nadie? ¿Ni Paco, ni Mariano? Coño, ¿ni Sara?
Ya sabía él que nunca tenía que haber participado en esto, sabe que la psicología no es para él, que te saca cosas que no sabías de ti y de los demás, que es mejor no saber.


Buscan con la mirada el apoyo de cada uno de los presentes, alguno tiene que decir algo bueno de él, lo que sea. Ha ayudado muchas veces a sus compañeros, les ha salvado la vida. Coño, siempre se ducha y se asea. Vale que no es disciplinado ni mucho menos, pero joder, alguna vez ha tenido que salvar la vida de un compañero. Además, qué coño, que es guapo, tiene carisma. Que es Lucas Fernández ¿y ninguno va a decir nada bueno de él?


Después de las palabras de Don Lorenzo, al que todos prefieren guardar cierto respeto al tenerlo tan cerca como si fuera un policía más, nadie se atreve a decir nada.


Pero Lucas se encuentra con la indiferencia de sus compañeros, por primera vez en su vida, y eso le duele tanto, que no puede soportar compartir más un espacio tan reducido con ellos. Se levanta y se dirige a la puerta, sin ni siquiera molestarse en gritar, en echarles en cara su falta de amistad y de lealtad. Abre el pomo, e intentado parecer lo menos afectado posible, sale de la sala, pero un grito le hace volverse sobre sus pasos.

- Inteligente, buena persona, con un corazón como toda esta comisaría de grande. Gruñón pero justo. Valiente hasta decir basta. Buen compañero, mejor amigo. La psicología no es lo suyo, pero siempre tiene un abrazo o un gesto cariñoso cuando alguien lo necesita. Y nunca, jamás, dejaría que ninguno de vosotros saliera de esta sala pensando que ningún compañero tiene nada bueno que decir de él. –Lucas se emociona ante las palabras de Sara y si no tuviera a tanta gente delante mirándole, cree que se pondría a llorar como un loco. Ella es así, cuando todo lo demás falla, siempre apareceré con su bote salvavidas, con su sonrisa calida, y esa palabra justa en el momento adecuado. Por eso la quiere, y él lo sabe, tenga poca o mucha psicología.
- Divertido

- Amable… cuando quiere
- Perspicaz
- Dulce aunque sin empalagos. El mejor compañero de piso que nadie pueda tener, aunque no le guste fregar.
- Leal con sus amigos.
- Buen jefe, con mano dura, pero con respeto por los subordinados.

Lucas emocionado escucha, como uno a uno, cada uno de sus hombres van diciendo, sin ningún tipo de vergüenza todo lo que opinan de él, ante la atenta mirada del comisario, que, aunque jamás lo reconocería en alto, sabe que todo lo que dicen sus hombres y su nieta es tan cierto como que Lucas es un descerebrao. Pero por eso le quiere Sara, Paco, Lola, hasta Silvia. Por eso le quieren sus hombres. Y por eso le quiere él. Porque descerebrao o no, no hay mucha gente como él.

Por más que lo intenta, no puede evitar que una lágrima recorra su mejilla, y antes de echarse a llorar y que todo el mundo le vea, prefiere abrazar con fuerza a Sara y esconder su cara entre su pelo, su cuello y su pecho. Gracias a ella, una vez más, no se ha hundido del todo. Gracias a ella, la psicología no parece tan mala.

- Gracias Sara. El curso maravilloso, tu la mejor profesora, y la mejor novia y la mejor…. todo. Eres lo más mi niña.
- No te emociones Fernández –dice volviendo al papel de profesora de mano dura que tanto le gusta –este curso no ha hecho nada más que empezar –se separa de él y con un gesto le invita a volver a su sitio. No tienen tiempo que perder.

5 comentarios:

vicky dijo...

chicas mi enorabuena un relato muy divertido, como os lo currais tanto y siempre ella esta ahy para apoyarle, si es que son la mejor pareja que puede haver.
Un besazo y felicidades.

Anónimo dijo...

Apoyándole siempre la niña que para eso es el novio.... será lo que quieran... un descerebrao, un macarra, un anormal de carrito, un mequetrefe etc. Pero con un corazón que no le cabe en el pecho, con una valentía inigualable y un hombre sensible que más de una quisieramos.
Me ha gustado mucho el relato habeis sacado todo lo bueno y lo malo de Lucas pero al final como han reconocido todos que es una bellísima persona.

Un besazo.

Ayla.

Anónimo dijo...

Lucas es muy grande por dentro aunque también tiene sus cosillas como todos.

Gracias chicas por el relato.

Gaspi

Anónimo dijo...

Sublime!!!!!
Laurys me ha encantado, me he reido y al mismo tiempo has plasmado perfectamente como es y como puede llegar a sentirse Lucas, no todo es fachada.

Sigue regalándonos momentos así por favor

Anónimo dijo...

¡Qué suerte ir a un curso tan interesante, con lo aburridos que son otros!
Me he divertido mucho leyendo, y cada vez os admiro más, la imaginación y lo bonito que escribís.
Un beso.