24 marzo 2009

Amor en el desierto; Fin

Llevaban seis meses de casados, seis meses de felicidad. Sara aún no podía creer que Lucas fuera suyo. Deseaba estar siempre cerca de su marido; tocarlo, oír las dulces palabras de amor que le colmaban de felicidad el corazón.

—¿Has olvidado la apuesta que hicimos anoche? —preguntó Lucas cuando ella entró en el dormitorio con la bandeja del desayuno,. Creo que apostamos una mañana acostados tranquilamente... y yo gané.

—Querido, no he olvidado nada, pero aún dormías cuando desperté. Creí que podías desear un bocado que te ayudase a esperar el almuerzo.

—Es más probable que fueras tú quien deseara un bocado. últimamente estás comiendo muchísimo; empiezo a creer que te interesan los alimentos más que yo —se quejó Lucas. Recibió la bandeja de manos de Sara y la depositó sobre la mesa de mármol negro, frente al diván.

—Eso no es cierto, y tú lo sabes —dijo Sara, fingiendo enojo.

—Bien, no deberías haber traído tú la bandeja. En adelante, que los criados se ganen su sueldo.

—Señor mío, usted sabe muy bien que no se permite a los criados entrar en el dormitorio cuando la puerta está cerrada. Tú mismo diste la orden el segundo día de nuestra luna de miel. Una criada vino a cambiar la ropa blanca y nos encontró en la cama. Tu enojo asustó muchísimo a la pobre muchacha.

—Y tenía razón —sonrió Lucas—. Pero, ¿por qué te retrasaste tanto? Estuviste fuera de la habitación casi una hora, y ya pensaba ir a buscarte. Cuando gano una apuesta, pretendo que me la paguen del todo, y no sólo la mitad.

—Estos últimos meses, siempre que hemos jugado a póquer perdí; empiezo a creer que cuando me enseñaste el juego en Egipto, con toda intención me permitías ganar.

—En ese caso, no apuestes conmigo. Pero ahora que las apuestas son interesantes, prefiero ganar. Y es muy posible que tú prefieras perder.

—Te agradaría creerlo, ¿verdad? —se burló Sara, reclinándose en el diván forrado de terciopelo.

—¿No es así? —preguntó Lucas, sentándose junto a Sara.

—Amor mío, no necesitas un mazo de naipes y un juego de azar para conseguir que yo pase la mañana en la cama contigo... o para el caso, el día entero. Ya deberías saberlo.

—Sarita, tantos meses creí que me odiabas, que ahora me parece difícil pensar que nuestra felicidad es real —dijo Lucas.

Sujetó con las manos el rostro de Sara y la miró con profundo afecto a los ojos.
—Un hombre no tiene derecho a sentirse tan feliz como yo gracias a tu amor. No puedo creer que seas realmente mía.

Sara se abrazó estrechamente a Lucas.
—Tenemos que olvidar los once meses que estuvimos separados –murmuró—y olvidar las dudas que compartimos. Fuimos unos tontos porque no confesamos nuestro amor. Pero ahora sé que me amas tanto como yo te amo. Jamás, jamás te abandonaré.

Ella se apartó un poco y lo miró; y de pronto le brillaron los ojos. —Yo te diré una cosa, Lucas. Si otra mujer llegase a atraer tu atención, ¡lucharé por ti! Me dijiste una vez que nadie te quita lo tuyo. Bien, ¡ninguna mujer me quitará jamás lo mío!
—Qué mujer más impetuosa —sonrió—. ¿Por qué no me dijiste que serías una esposa celosa y posesiva?

—¿Lamentas haberte casado conmigo? —preguntó Sara.

—Conoces la respuesta a tu pregunta. Ahora, dime por qué estuviste tanto tiempo abajo. No estarás intentando alejarte de mi lecho, ¿verdad?

—Jamás haré eso. Me detuve unos minutos para ver al pequeño Lucas. Estaba intentando caminar sin sostenerse en nada. Y me agrada tanto verlo cuando hace eso. Además, Emma me entregó una carta... de Kareen.

—¿Y quieres leerla ahora mismo? Adelante —dijo Lucas.

Sara sonrió y abrió la carta. Después de leerla en silencio unos minutos, se echó a reír.
—Bien –dijo—ya era tiempo.

—¿De qué se trata? —preguntó Lucas.

—Kareen tendrá un hijo. Estoy segura de que Gonzalo se siente muy feliz, e imagino que lo mismo podrá decirse de Lola. Estaba muy conmovida cuando nos fuimos y nos llevamos a su hijo, como ella llamaba al pequeño Lucas. Se alegrará de que haya otro en la casa.

—Es una buena noticia y me alegro por ellos. Pero ya es hora de que ampliemos nuestra familia.
—Lucas sonrió perversamente—. Y podemos empezar a trabajar en ello ahora mismo.

Él la alzó en brazos y la llevó al gran lecho de dosel, todavía desordenado después del descanso nocturno. La besó tiernamente y los labios blandos de Lucas se movieron lentamente sobre la boca de Sara. Le besó el cuello, los hombros, y después la depositó sobre la cama.

Los ojos verdes de Lucas ardían de deseo. Se quitó la bata de terciopelo y ayudó a Sara a desnudarse. Ella abrió los brazos para recibirlo y los cuerpos de ambos se enlazaron estrechamente. Él volvió a besarla con ardor.

De pronto, él se apoyó en un codo y sonrió perezosamente a Sara.
—Me agrada la idea de tener una familia numerosa —dijo—. No te opondrás a tener otro hijo cuando ha pasado tan escaso tiempo desde el último, ¿verdad?

—Debiste formularme esa pregunta hace un mes. Ahora ya no hay alternativa. Dentro de ocho meses nuestra familia aumentará —sonrió Sara.

—Pero, ¿por qué no me lo dijiste antes? —preguntó alegre Lucas.

—Estaba esperando el momento oportuno. Ojala esta vez tengamos una niña.

—No, no quiero. Primero, tres o cuatro varones... después, podrás tener la niña que deseas.

—Pero, ¿por qué?

—Porque si nuestra hija se parece a ti, necesitará mucha protección en este mundo.

—Bien, esperemos y veamos. Me temo que el asunto no depende de nuestra voluntad.

—Imagino que por eso comes tanto últimamente —dijo Lucas—. Bien, esta vez vigilaré personalmente tu embarazo.

Sara frunció levemente el ceño, y recordó qué proporciones había alcanzado su propio cuerpo la primera vez. Pero Lucas sonrió.
—En tu vientre crecerá nuestro hijo. Y tú estarás más bella que nunca... si tal cosa es posible. Te amo, Sarita.

Lucas la besó apasionadamente y los dos cuerpos se unieron en estrecho abrazo. Las llamas ardientes del amor los envolvieron y Sara comprendió que siempre sería así entre ellos. Sabía que su amor por Lucas no se apagaría jamás.

* Niñas aquí se termina esta historia... espero que os haya gustado tanto como a mi.

Os quiero niñas.

Besotes

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Látimaaaa que terminóoooo...el festivaaaaaal de hoyyyy pero pronto volveremos con... máaaaaaaas!!! jajajajaj verdad Himara que nos tendrás preparado algo? Qué felicidad que todo termine como tiene que ser, que vayan tomando nota otros jajajaj

Ha sido un gustazo seguirte corazón, aunque algunas veces nos has sacado la vena más furiosa jajajaja ese moroooo Ummmmmm nos ha llevado por el camino de la amargura y del Ohhhhhhhhhh!!! jajaja y lo bien que nos lo hemos pasado? ahí queda eso!!! no nos dejes abandonadas mucho tiempo que sabes tenemos mono de ese HOMBREEEEEEE!!!

"Sara comprendió que siempre sería así entre ellos. Sabía que su amor por Lucas no se apagaría jamás." Y colorín colorado este relato se ha acabado.Tomen nota Sres.

Un besote, achuchón y gracias por estar ahí.

Ayla.

Anónimo dijo...

Uffffff... pero que cosa tan bonita, que penita que se ha terminado. Siempre me ocurre igual, deseando leer capítulo tras capítulo pero temiendo que llegue el último porque cuando pone Fin, me da una penilla y un bajón... pero seguro que no nos dejas así por mucho tiempo.. además tenemos que darnos una vuelta por Dublin que ya no sabemos ni el tiempo que hace allí..jajaja..

Muchas gracias y un beso gordote de esos que te dejan la mejilla chafada...jaja

María A.

Anónimo dijo...

Ohhhh, al final el moro se ha redimido,¡que bonito!.

Un beso Himara.

Blue.

Anónimo dijo...

Precioso Himara,un final precioso para un relato precioso.

Desde luego da penita que se acabe pero seguro que ,como dicen las niñas,nos tendrás algo preparado.

Un besazo enorme y como diria mi Nina OHHHHHHHHHHH jejeejejejej.

Lluvia.

Anónimo dijo...

Gracias, Himara, por este relato, y por todo.
Lo bueno de este moro es que por mucho que nos desagradase a veces, sabíamos que acabaría bien, cosa de lo que no podemos estar seguras con la serie.
Un beso princesa.

Anónimo dijo...

Miles y miles de gracias Himara y compañia , es un placer inmenso seguir semana tras semana , vuestro blog . Elisabet desde Barcelona . Petonets.

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias Himara.

Ha sido un recorrido hermoso y en muy buena compañía.
Ojalá te sigan quedando ganas y energia para contarnos nuevas historias, porque yo...... tengo ganas de leerlas.

Un beso.

Adriana.

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias Himara.

Ha sido un recorrido hermoso y en muy buena compañía.
Ojalá te sigan quedando ganas y energia para contarnos nuevas historias, porque yo...... tengo ganas de leerlas.

Un beso.

Adriana.

Gabriela dijo...

He leído leyendo por etapas esta historia, y me ha encantado. Los personajes, la época, los lugares donde ocurre, me lo imaginaba todo y lo veía claro.
Espero poder seguir leyendo relatos tuyos.