21 agosto 2011

Volver; La vuelta a casa

Conduce despacio por la carretera que bordea la costa, mirando el mar, ensimismada y maravillada a la vez; sabe, está segura, que una de las cosas que más va a echar de menos, en cuanto en dos días tome rumbo a Madrid, va a ser ese maravilloso océano en el que tantas veces sumergió su esbelto cuerpo, mientras en sus cristalinas aguas intentaba también exorcizar su alma.

Todavía le queda mucho por recoger y empaquetar, en su apartamento, pero no tiene prisa y deja que sus ojos sigan recorriendo la inmensidad del mar sin que nada la perturbe. Quizás esto es lo que necesitaba para tomar fuerzas y volver a esa vida que tan abruptamente dejó…. Finalmente habían pasado cinco años, y esos…. en Argentina o en España, eran muchos años.

En realidad en esos cinco años había logrado ser feliz, por lo menos por temporadas, pero aunque había tenido relaciones esporádicas y hasta una seria, nadie había significado para ella, lo que en su día significó él, y lo peor es que lo había tenido que aprender por las malas y casi en el ultimo momento.

El hecho de trabajar en una multinacional dedicada a la exportación e importación a Europa, le había dado la posibilidad de conocer a muchas personas, a muchos hombres de negociosos e incluso a algunos millonarios como Benjamín, al que, tras una relación de casi un año y una boda planeada con fecha e invitados, había dejado para volver a Madrid, a su hogar… al que un día abandono sin mirar atrás.

"- Sara, espera -la coge por un brazo intentando hacerla recapacitar- no puedes hacerlo, no puedes irte. No así.

- Lo siento Lucas, pero tengo que hacerlo. No es por ti, es por mí. Llevo toda la vida haciendo lo que los demás quieren, viviendo para los demás, y ya no puedo más. O me voy o me acabaré ahogándome aquí.

- Yo me voy contigo Sara, donde sea. –se lleva las manos a la cabeza desesperado, sabe que la ha cagado, pero ¿tanto?- A Madagascar, a Pernambuco o donde tú quieras. Pero no me puedes dejar así.

- No, tengo que hacerlo sola -apenas lo mira temerosa de sucumbir a sus deseos- Esto es solo cosa mía.

- ¿Cosa tuya? ¿Cosa tuya dices? Tan solo hace dos días que te querías venir conmigo a Madagascar, querías vivir junto a mí el resto de tu vida, y ahora te vas así, ¿sin más? Sin pensar en nadie más que en ti misma.

- ¿Te recuerdo que si no nos fuimos a Madagascar fue por ti Lucas? -sigue metiendo las ultimas cosas que le quedan por empacar en una maleta- No lo olvides.

- Joder, siempre con lo mismo Sara ¿Vas a tirar toda nuestra historia a la mierda por un fallo?

- Ya te dije que estoy cansada. No puedo más, Lucas. Necesito vivir mi vida.

Lucas derrotado se tira en el sofá sin ser capaz de mirarla. Está cabreado, jodidamente cabreado y molesto. No entiende que porque no se hayan ido de viaje, ella quiera atravesar el mundo e irse sola dejando atrás a su familia, a sus amigos y a él.

Sara espera impaciente que él le diga algo, lo que sea, pero que lo haga ya. No quiere que su último recuerdo de él sea este, no quiere pasado el tiempo, tener que recordar a un Lucas hecho polvo porque ella se fue.

Pero Lucas no está dispuesto a decir nada hasta que ella atienda a razones, cosa que parece, no va a pasar.

- Lucas, tengo que irme ya. El avión sale dentro de cuatro horas.

- ¿Y qué quieres?

- Quiero despedirme de ti, que me abraces, que me desees un buen viaje y me digas que me apoyas. Lucas, quiero que nos despidamos bien.

- ¿Sabes lo que pasa niña? -no puede más. Las lágrimas han comenzado a recorrer su cara y la rabia que siente es más fuerte que sus ganas de volver a pedirla que se quede junto a él. -Que yo no quiero despedirme de ti. Te vas, pues muy bien Sara, pero se acabó todo, y esta vez de verdad. No puedo pasarme la vida esperando a que la niña se decida, y estoy harto de tu ahora si y ahora no. Así que se acabó. Esa es mi despedida, ¿es lo que querías no? -cerrando la puerta de casa de los Miranda de un portazo se marcha a su casa. Porque no quiere verla alejarse de él para siempre. Ni quiere, ni puede.

Furiosa va detrás de Lucas y le encuentra tirado en el sofá, lleno de rabia y de pena. Saben, los dos, que deberían dejarlo ya, no hablar más para no hacerse más daño. Pero despedirse es más doloroso de lo que imaginaban, y aunque sea discutiendo, necesitan aprovechar esos últimos momentos juntos.

- Eres un egoísta. Siempre lo has sido. Tú puedes acercarte y alejarte de mí cuando quieras, pero yo no. Siempre tengo que estar disponible para ti para cuando te decidas volver ¿no?

- ¿Pero que me estás contando Sara? -se levanta de un salto y se pone al otro extremo de la habitación, para no tener el mínimo contacto con ella, no vaya a perder de nuevo la razón y la pida, otra vez, que se quede en San Antonio, con él -¿Qué yo te estoy pidiendo que estés siempre disponible? No tienes ni idea de lo que dices chica. Solo te digo que si tienes que encontrarte "a ti misma" -hace un gesto con la mano para hacerle ver a Sara que le parece una estupidez que alguien tenga que encontrarse a sí mismo, como si no supiéramos cada uno quienes somos -no hace falta que te vayas a no sé dónde. Puedes conocerte aquí Sara, estés conmigo, con Aitor, o con el Papa de Roma.

- No lo entiendes, tú si que no entiendes nada de lo que pasa a tu alrededor ¿Aún sigues pensando que el problema sois tú y Aitor? El problema soy yo, ¿tan difícil es de entender? Soy yo y mi deseo de vivir sin tener que ir detrás de nadie, sin tener que dar explicaciones. No quiero ser la sombra de nadie, ni la tuya, ni la de mi padre, ni la de nadie. -nerviosa y furibunda se calla de golpe porque no le salen las palabras. Lucas, al verla así, en ese estado de nervios se acerca a ella y la abraza. Aún conserva la esperanza de hacerla cambiar de opinión para que no tome ese avión y si lo toma, que lo haga con él de la mano. Ambos buscan su contacto, y levantan sus cabezas acercando sus labios, despacio, lentamente, mirándose a los ojos mientras se abrazan con fuerza. Sus lenguas juegan en un vaivén imparable, y disfrutan de ese momento por si fuera el último que tienen. Lucas intenta acelerar el ritmo, quiere llevarla a la locura para hacerle entender que está donde siempre quiso estar, pero Sara le para. Quiere ese beso, está disfrutando con él más que con cualquier cosa en el mundo. Pero se debe a sí misma ese viaje.

- Para Lucas. Será mejor que paremos, no quiero perder el avión.

- No puedes irte -no ordena, suplica. Le da igual que ella piense que le está intentando cortar las alas, solo quiere que ella sepa que la quiere más que a nada en el mundo.

- Lo siento, tengo que hacerlo.

Lucas se separa de ella con un rápido movimiento y sin mirarla, simplemente es capaz de decir -De acuerdo Sara, cierra la puerta cuando salgas -mientras se marcha a su habitación, dándole la espalda a Sara y a toda la historia que han tenido."

Con tres horas de retraso llega a Barajas y busca entre la gente una cara conocida. Pero no encuentra ninguna, porque no avisó a nadie de que llegaba hoy. Ahora se siente en casa, en su ciudad, y eso le hace sentirse más cerca de mucha gente.

Ha estado cinco años fuera, cinco. Son muchos años sin ver a su gente. Al principio volvió alguna vez, para alguna fecha importante, pero pronto dejó de hacerlo. Las llamadas también se hicieron menos constantes, y las noticias que le llegaban de San Antonio eran más bien escasas. Se había dedicado durante cinco años a viajar por el mundo, a conocer gente, países, hasta que consiguió asentarse en Argentina, en la ciudad de Buenos Aires, donde había conseguido, con mucho esfuerzo, un puesto en una multinacional. Ahora tiene dinero, poder y todo lo que siempre deseó. Es una mujer fuerte, libre y valiente.

Pero lleva casi cinco años sin ver a su familia, y sin verle a él, y necesitaba volver con los suyos.

Sabe, intuye, que las cosas habrán cambiado, pero espera que todavía quede un hueco en su casa, y en sus vidas para ella, para su niña.

En estos cinco años ha pensado cada día en Lucas. Ha estado con otros hombres, incluso cerca del altar, pero su imagen siempre se le viene a la cabeza. Desea verle con todas sus fuerzas. De él no sabe nada de nada. Cuando se marchó, fue Lucas el que pidió a Paco y a Lola que no nombrasen más a Sara en su presencia y que tampoco le contaran, a ella, nada de él. Cuando Paco se lo dijo Sara lloró durante días seguidos, pero al final acabó entendiéndole. Ahora solo esperaba que él, después de tanto tiempo, hubiera conseguido perdonarla.

En San Antonio todo parece cambiado, pero al llegar a la corrala, le cuesta recordar que le llevó un día a alejarse de allí, porque ahora le parece el lugar más maravilloso de la tierra.

Sube las escaleras y se para en frente de la casa de Lucas, y aunque se muere de ganas de llamar para saber como está él, pasa de largo, porque ni siquiera sabe si él sigue en San Antonio o se marchó de allí como hizo ella.

- Sara, cariño, ¿eres tú? No puedo creerlo. Paco, Paco ven, mira quien está aquí -dice Lola medio llorando cuando ve aparecer a su hija después de tanto tiempo por la corrala.

- Mi niña, Sara, ¡¡¡cuánto tiempo!!! Espera un momento, ¿qué haces aquí?

- Bueno, papa, si quieres me voy, ¿eh? -dice Sara sonriendo al comprobar que al menos hay algunas cosas que nunca cambiarán.

- No cariño, no. Después de tanto tiempo como vas a marcharte tan pronto. Solo quería saber que estás bien.

- Muy bien. Solo que echaba de menos a mi familia.

- ¡¡¡¡Qué alegría cariño!!!! No puedo creer que estés aquí de nuevo. Pero mírate, si estás........ ay mi niña. Espera, que te presento a todos. Mira, esta es María la mujer de Mariano, y esta es......... ella es Lucía, la mujer de Lucas -dice Lola bajando el tono de voz.

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