Ni Argentina está tan lejos, ni se ha ido tanto tiempo como para que todo haya cambiado tanto. Todos se dan cuenta de que en sus ojos se puede leer la enorme sorpresa que siente en ese momento. Siempre ha sido así, desde que era pequeña, todos podían saber lo que la pasaba, solo mirando a través de su mirada. Su cara es un monumento a la desolación y a la confusión.
Lola, preocupada por su hija a la que hace tanto que no ve pero que sigue conociendo tan bien, intenta echar educadamente a los invitados de casa, para poder hablar con ella a solas. Pero todos están tan contentos de tener nuevamente “a la niña” en casa, que ni siquiera se percatan de que Sara necesita cinco minutos de tranquilidad.
Sara ni siquiera repara en ellos. Solo oye las palabras de Lola martilleando en su cabeza “la mujer de Lucas, la mujer de Lucas” y no puede pensar en nada más. Tentada está en levantarse, marcharse al aeropuerto, coger el primer avisón que salga para Buenos Aires y escapar de la horrible pesadilla que está viviendo en estos momentos, pero algo, no sabe lo que es, algo que es más fuerte que ella, la impide mover un solo músculo. Todo su cuerpo está paralizado ante la noticia: Lucas está casado.
Aún recuerda como, cuando vivieron juntos, hablaron una vez de su boda. Sara quería casarse de blanco, en una iglesia abarrotada de amigos, de familia, de gente querida. Soñaba con la sonrisa de Lucas, que, inquieto, la esperara ya ante el altar. A Lucas, entonces, le hizo gracia ese sueño tan clasista de ella; jamás se hubiera imaginado que Sara deseara algo así. Pero le prometió, que si ella quería, que si eso le hacía feliz, él volvía a pasar por ese trago. Entonces, la cogió la cara y la dijo “lo que sea por hacerte feliz mi niña, porque te quiero tanto, tanto…”
Jamás ha olvidado ese momento, por muchos años que hayan pasado siempre ha llevado en su memoria aquella declaración. Y ahora, más que nunca, se hace patente en ella. Porque, se acaba de dar cuenta de que si Lucas ha pasado por eso, si se ha casado con esa mujer, es porque realmente la quiere, quizás, tanto o incluso más de lo que algún día la quiso a ella.
- Sara, cariño. Vamos a preparar tu cama por si quieres echarte un rato, el viaje ha sido muy largo.
Acepta la recomendación de Lola para poder escapar de allí antes de que sea demasiado tarde. No sabe si Lucas va a volver pronto, ni siquiera si va a pasar por allí, pero lo que menos necesita ahora es encontrarse con él, a pesar de que es lo que más desea. Antes de abandonar el salón donde se encuentran todos, echa un último vistazo hacia ella. La mira de reojo, intentando descubrir que es eso que tan loco ha vuelto a Lucas, hasta el extremo de casarse con ella. Y lo descubre. Sara se da cuenta que si Lucas se ha casado con ella es porque probablemente Lucía es todo lo contrario a ella. Quizás sea porque Lucía, jamás cogería un avión y huiría al otro lado del mundo abandonando al amor de su vida.
Lola la abraza lo mas fuerte que puede intentando consolarla, antes de dejarla en su habitación, abatida, sin desnudarse si quiera y envuelta en las mantas hasta arriba, llora como hace tiempo que no lo hace. Porque ahora que por fin está en casa, se siente una extraña con los suyos, y porque, aquello que la trajo de nuevo aquí, Lucas, es lo mismo que la hará huir nuevamente.
A la mañana siguiente, al despertarse, tiene que pensar durante unos instantes donde esta, porque se siente totalmente desorientada. Al recordar su vuelta a casa, y la noticia que le habían dado nada más llegar, siente deseos de quedarse allí eternamente, encerrada en su viejo cuarto, que está todavía como ella lo dejó, para no tener que enfrentarse, a todo lo que se le viene encima. Le guste o no, sabe que para volverse a marchar por donde ha venido, antes tiene que dar la cara con su familia, y quien sabe quizás también con Lucas.
Se acerca hasta la cocina sorprendida de que le hayan dejado sola. En el frigorífico, como era tan normal hace tantos años, Lola le ha dejado una nota.
“Sara cariño, no queríamos despertarte. Tu padre quería hacerlo pero con el rollo ese del jet lag, lo he convencido para que te dejara tranquila hasta después, el ya se ha ido a comisaría, y yo he bajado a los Cachis. Baja cuando te levantes que tenemos muchas cosas de que hablar, tienes que ponerme al día. Mi niña, te he echado tanto de menos…. Además, tengo que contarte los detalles de la cena de esta noche. Tu padre ha tirado la casa por la ventana y esta noche cenamos todos en el bar para celebrar tu vuelta a casa. Date prisa en bajar, estoy deseando recuperar el tiempo perdido”
Una sonrisa asoma a su rostro al leer la nota de Lola. Su madre, su padre…. ¿cómo ha sido capaz de sobrevivir sin ellos durante tantos años? ¿Por qué tuvo que irse así, sin motivo, dejando detrás de ella a toda la gente que le importa?? Siente que tiene que compensarles, que tiene que demostrarles que aunque su vida ya no esté aquí, su familia si lo está y le siguen importando tanto como antes. Por ellos hará el esfuerzo y se quedará unos días más.
Abre el frigorífico, y hambrienta, busca algo de desayuno, hasta que, el ruido de la puerta la coge de improviso y la asusta. Al darse la vuelta, esperando encontrarse a su madre, le ve y las palabras no le salen de la boca. Solo puede mirarle, buscar en él lo que tanto ha echado de menos. El tiempo ha ido pasando también para él, pero sigue siendo el mismo. Quizás su cara tenga alguna arruga más, alguna “herida de guerra” nueva, y probablemente el paso de los años se dejen notar en sus ojos. Pero sigue siendo el mismo.
- Hola Lucas –acierta a decir. Lleva años imaginando este encuentro. Soñando con él de mil maneras distintas. Y ahora que es real, todo lo que imaginó que le contaría se ha esfumado de pronto.
- Sara, ¿eres tú? No puedo creerlo? ¿Cuándo has vuelto?
- Volví ayer ¿Nadie te conto?
- No. Volví tarde del operativo y no he visto a tus padres todavía.
- ¿Ni a tu mujer?
- ¿Tú… conociste a….? –se queda callado. Casi se siente como si de alguna manera hubiera fallado a Sara. Como si le hubiera pillado en una traición. Hasta que recuerda, que la Sara que tiene en frente es la misma que decidió dejarle tirado cuando él más la amaba. Entonces, cuenta la verdad, sin ningún tipo de remordimiento, o casi sin ninguno – No. Tampoco vi a Lucía anoche, ya te dije que llegué tarde. Y hoy se ha marchado pronto a trabajar. Bueno, me alegro de verte. Yo tengo que irme ya para comisaría.
- Lucas, ¿no vas a preguntarme qué tal me fue todo por alla?
- Sí, claro ¿Qué tal te va todo Sara?
- Bien. Aunque he echado de menos todo lo de aca. A mis papas, a mis amigos…… a vos.
- Sara, ¿para qué has venido?
- Ya te he dicho que os echaba de menos, quería volver a veros. Quiero recuperar mi vida desde donde la dejé.
- ¿Desde dónde la dejaste? ¿Tú crees que puedes irte, desaparecer durante cinco años y volver ahora pretendiendo que todo siga igual, que los demás te estamos esperando como si te hubieses ido ayer? Los demás hemos continuado nuestra vida, y en la de algunos, tú ya no tienes sitio.
Sin mirarla si quiera, se marcha de su casa. Sara sabe que se lo merece, que ha sido demasiado tiempo sin dar noticias. En ocasiones pensaba que esto podría pasar cuando volviese, pero en el fondo, siempre, deseó que Lucas se hubiese pasado todo este tiempo pensando en ella y echándola de menos, tal y como ella había vivido en Buenos Aires. Pero Lucas ha rehecho su vida, y ella, no significa nada ya.
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