Entre anécdotas y risas la cena pasa sin apenas darse cuenta. Todos parecen encantados de tenerla de vuelta y disfrutan de su compañía poniéndola al día de todo lo que ha pasado estos últimos cinco años y ella se ha perdido. Todos menos él, que ni siquiera ha acudido a la cena de bienvenida que le han preparado sus padres. La excusa es el trabajo, pero Sara intuye que es por ella y saberlo, le hace más triste, si eso es posible, la segunda noche en casa.
Cuando ya están en los postres y mientras todos miran a Mariano que contento cuenta la última anécdota de la comisaría, la puerta de los Cachis se abre y aparece Lucas, con el pelo despeinado y cara de cansado, pero aún así, iluminando todo el bar con su cálida sonrisa.
Sara le sigue con la mirada esperando que él la dedique una mirada, una pequeña aunque sea, pero apenas da un repaso general a todos y centra su mirada en Lucía, que sonriente le recibe con un beso y un abrazo lleno de cariño.
- ¿Una noche díficil, eh chaval? -le pregunta Paco con sorna porque él mismo tiene la culpa del caso que le han asignado esta vez. Ahora Lucas es inspector como él, pero es y siempre seguirá siendo su jefe. Lucas siempre le verá así.
- No me hables Paco. Mis hombres son lo más inútil que me he echado a la cara. Vamos, ni Povedilla recién salido de la academia era así.
Intercambian un par de frases más, y pronto la conversación vuelve a centrarse en Mariano. Sara sigue mirando a Lucas, intentando pasar inadvertida, y comprueba como en un momento, Lucas y Lucía han creado su propia burbuja. Están rodeados de gente, sentados a la misma mesa, pero solo hablan entre ellos y aprovechando la cercanía de sus cuerpos se deshacen en carantoñas. Viéndolos desde fuera se nota que son una pareja enamorada, que son felices y eso a Sara, aunque sabe que es muy egoísta, le duele en el alma.
- Sara, cariño. Te está hablando tu padre -su tía la mira y sabe por lo que está pasando, porque ella sintió lo mismo muchos años atrás. No sabe apenas nada de la vida que ha hecho Sara todos estos años, pero si de algo ha estado siempre segura, es de que su sobrina siempre va a estar enamorada de Lucas. Y ahora sabe que verlo a él, feliz como no lo ha estado nunca, va a matar a Sara por dentro, haya pasado el tiempo que haya pasado desde que se fue.
- Sí, decime papá. Contame…
- Como está esta hija nuestra. Ay Lolita, que nos la habrán hecho allí los boludos esos. Si, ya no sabe ni hablar en español, que no la entiendo…. Mírala, y está delgada, y como más encogia o no sé.
- Ay Paquito, que va a estar encogía. No digas tonterías por dios. Tu hija está perfectamente y por fin la tenemos de vuelta.
- ¿Y por cuánto tiempo? -hace la pregunta que nadie se atreve a formular, pero él es su padre y necesita saberlo.
- No sé, ya veremos. -No quiere que la presionen. Desde que volvió ha pensado muchas veces en volverse por donde mismo vino, y cree que es lo mejor, pero antes quiere disfrutar un poco de su familia. No quiere dar fechas, ni prometer nada. Se irá cuando se lo pida algo dentro, o cuando ya no aguante más aquí.
- Si te vas yo me voy contigo, ¿eh Sarita? Bueno, yo y mi María, que queremos conocer mundo ¿verdad cariño? Seguro que por allí se está muy bien y podemos no sé...... bailar tango.
- Eso está hecho. Podes venir cuando querais….. Tenés casa ya lo sabéis, y la mejor guía.
- Nosotros también Lucas. Si vosotros vais nos apuntamos. Me encanta Argentina, ya he estado muchas veces, pero nunca me canso de volver. -Un tenso silencio se tiende en el bar. Sabían que el momento llegaría, que Lucía, tan abierta y amable como es con todo el mundo acabaría sacando el tema con Sara, pero no saben como va a reaccionar ella.
- ¿Sí? Estuviste por allá?
- Sí. Tengo familia en Buenos Aires, e intento ir cada tres años más o menos para allá. Conozco bien algunas zonas, pero hay otras que jamás llego a conocer.
Lucía y Sara charlan animadamente bajo la atenta mirada de Lucas, que no se acaba de encontrar cómodo con la situación. Las mira a las dos, y se da cuenta de que tienen muchas probabilidades de hacerse amigas; ambas son muy abiertas, muy cariñosas y algo locas.
Bastante duro es tener de vuelta a Sara de nuevo, como para que encima, trastoque su pequeño paraíso particular.
- Pues si queres voy a buscarte al trabajo con el coche y vamos alla directo. Vos me decís la hora y ya.
- Mejor así, así llegaré pronto a casa para hacer la cena y preparar unas cosas que tengo que hacer.
Ha estado tan ensimismando pensando en las dos mujeres y en su recién estrenada "amistad" que no ha escuchado como ellas han quedado para ir al día siguiente a una tienda que hay en el centro de artículos porteños, y por tanto, no ha podido hacer nada para evitarlo.
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