30 octubre 2011

Farsante, 5º


El lince pasa más tiempo del habitual en su camarote, que ahora esta ordenado como una patena. Tiene que reconocer que Sarafin es mucho más competente que Mariano, o el mismo, con sus cosas. Ahora ya no hay ropa desperdigada por el camarote, sus libros, y podría jurar que es lo que con mas premura ella hizo, están ordenados en el baúl correspondiente y su comida, siempre, siempre, esta caliente.


Desde hace una semana, tras el episodio de la lectura nocturna, ella apenas se ha dignado a mirarlo, y tan solo le contesta con monosílabos cuando le habla, a pesar de que el busca continuamente incomodarla. No puede negar que le divierte, a la par que le irrita, la situación. Y por suerte o por desgracia, no es el único que se esta divirtiendo de lo lindo.


Conoce a Lucas, casi mejor que él mismo, sabe que es un hombre rudo, casi salvaje, cuando debe serlo, pero a la vez es ecuánime y justo cuando la situación lo requiere.


Y ahora observando a su amigo en el puente de mando, sin pretenderlo, sonríe ante la nueva excusa del lince para regresar al camarote.


- Qué pasa Mariano, por qué te ríes? –la excusa de cambiarse de botas es tan obvia que hasta el mismo se da cuenta.


- No me estoy riendo, Lince, no pasa nada.


- Pues borra esa estúpida sonrisa de tu rostro Mariano, las cosas… las cosas no son como tu estás imaginado!


- Y qué crees que estoy imaginando Lucas?


- Mariano déjame! No me calientes… sabes perfectamente a que me refiero, y deja se sonreír, me pone nervioso…


- Lucas ni quiero ni puedo dejar de sonreír, yo sabía que este momento llegaría, lo sabía, de nada te van a servir tus gritos y tus bravuconadas conmigo y lo sabes, te conozco, sé más de ti que incluso tu mismo. Y es muy divertido!


- Y qué es lo que sabes? Que te parece tan divertido si puede saberse?


- Sé que esa pequeñuela te esta atrapando sin saberlo, jajajajajajaja no es gracioso? te estás enamorando de ella y….


- Ella? Quien es ella? Acaso olvidas que en este barco no hay ninguna mujer!! Además sabes perfectamente que yo no soy de los que se enamoran y mucho menos de chiquillas andrajosas y embusteras.


- Y por eso llevas toda la mañana subiendo y bajando las escaleras? Le has confesado ya que sabes que no es un muchacho? Cuánto tiempo más va a aguantar sin besarla Lucas? Cuantos pares de botas te quedan por lucir?




Mariano se aleja, envuelto por sus propias carcajadas, dejando al lince completamente indignado, a este no puede engañarlo, hace tiempo que dejó de impresionarlo con sus gritos y sus maldiciones lanzadas a voz en grito. El español es capaz de leer en él, como si de un libro abierto se tratase. Por todos los diablos! Solo espera que ella no se de cuenta del poder que puede llegar a ejercer sobre el lince, si lo hace y se muestra sucintamente seductora con él, sabe que el capitán no será capaz de quitarle las manos de encima y ahora no pueden permitirse tal entretenimiento. Lucas ahora no puede permitirse distraerse, y menos todavía por una mujer, por una chiquilla, debe estar alerta por que en un día, dos a lo sumo, se cruzarán con el barco español que están esperando, motivo de ese viaje, y del que el lince y toda la tripulación esperan llevarse un buen botín.




Ahora las noches son un suplicio para ambos. Sara siente como su mirada, en la oscuridad, se empeña en buscar al hombre, que relajado, descansa sobre la cama con expresión holgada, sin saber que tan solo es la mascara que cubre el feroz deseo que siente por ella, pero en lugar de conseguirlo, dentro de su cabeza solo puede ver al lince, se ha instalado dentro de ella e insiste en no salir, lo ve todo el tiempo, ve sus ojos, sus pelo, sus manos, oye su voz viril, y se pone nerviosa, mientras se le revuelve el estomago y una sonrisa tonta asoma en su rostro, Cómo puede ese hombre que tanto la repele haberse instalado de esa manera en sus pensamientos?.


Seguramente por que le supone un reto y a ella siempre le han encantado los retos, pretende dejarlo con un palmo de narices, a conseguido engañarlo a él que se cree el más listo, el lince, ja! Mira que listo eres! Te has creído que soy un muchacho.


Sabe que bajo ninguna circunstancia pueden enterarse en el barco de su identidad, Tomás Fernández ha puesto precio a sus cabezas, cualquiera puede venderlos, no cualquiera no, de repente sin saber por qué tiene la seguridad de que el lince no la vendería, intenta ser rudo, mal hablado, malcarado, pero sus ojos, esa manera de mirar no engañan a nadie, por lo menos no a ella, algo en el fondo de esos ojos le dice que el lince es alguien, con un horrible gusto para la lectura, en quien se puede confiar.


Tras muchos días en vela, el agotamiento hace mella en ella y sin pretenderlo, al ir al estirar la sabana para hacer la cama del capitán, el aroma de su cuerpo, de su loción, invade sus sentidos e inconcientemente, apoya la cabeza en la almohada para aspirar su aroma, un aroma que la marea, que la hace, casi, perder el sentido. Nada le importa en este momento salvo quedarse ahí, en la seguridad del camarote y así se queda profundamente dormida. Por una vez en muchos días su sueño es plácido y relajado, está sola y la comodidad de la cama, la frescura de las sabanas es como un bálsamo para su maltratado cuerpo.


El lince pasea como un gato enjaulado en la puerta de su camarote, sabe que está ahí. A solo unos metros de distancia, se muere por abrir la puerta que los separa, por tomarla entre sus brazos y hacerla suya. La palabras de mariano se le repiten como una burla jocosa en su cabeza y aunque sabe que ni se esta enamorando ni se enamorara nunca, ya no de esa chiquilla, de ninguna de su especie, todas pérfida y ambiciosas, se siente burlado y engañado. Y el odia, con toda su alma, la mentira y el engaño.


Decidido abre la puerta dispuesto a sacarle una confesión, se acabaron los juegos, tiene que saber quien es, que demonios hace en su barco y por que esta disfrazado de muchacho. Ya esta, le sacará la verdad aunque para ello tenga que mostrarse ante ella como un hombre déspota y despiadado


Entra rápido, seguro, dispuesto a conseguir lo que quiere, pero nada más verla se da cuenta de que no quiere una confesión, no quiere saber por que ni como ha llegado a su barco, la quiere a ella. La desea a ella y ese deseo le corre por las venas fuego caliente.


La mira con ternura, ella está dormida como la niña que seguramente aún es, pero ese cuerpo, esa piel, esa voz, esas facciones, lo tienen completamente ido, además de ella emana una ternura, una calidez que él nunca había notado en nadie, se queda un rato contemplándola, se siente incapaz de despertarla, sabe que apenas ha dormido las noches pasadas, primero al verse obligada a compartir la bodega con todos los marineros, y luego al ser el mismo al imponerle su presencia durante las noches. Se maldice, en silencio, por no haberse dado cuenta antes del engaño, ha pasado tres semanas a su lado, las cuales podía haber invertido en seducirla, y estas han caído en saco roto.


En silencio abandona el camarote, percatándose al subir las escaleras, que va a volver a ser motivo de burla para su contramaestre. No se ha acordado de cambiarse de calzado, y tampoco tiene ganas de ello.


Los rayos del sol golpean en sus párpados. Tras unos instantes en los que, totalmente desubicada, no sabe donde se encuentra, Sara toma conciencia de lo que ha hecho y horrorizada se lleva las manos al rostro, a la ves que salta de la cama avergonzada, intentando así tapar la desazón que siente. La fuerte luz que entra por la claraboya le indica, sin temor a confundirse, que los primeros rayos de un nuevo día son los que la han despertado. Y no puede ser, no puede haber dormido tanto y mucho menos en la cama del capitán. Esta aterrada, va a tener suerte si este no manda a azotarla, si no la azota el mismo.


- Mira capitán, ya se ha levantado el mozalbete!!!! –la cara del español muestra una crueldad que esta muy lejos de sentir, a decir verdad hasta hace escasos minutos le lloraban los ojos de risa ante la suplica del lince. Este le había pedido, casi suplicado, que fuese él, el que entrase en su camarote y comprobara si ella todavía dormía- Deberías azotarlo por descuidar sus obligaciones, casi 20 horas durmiendo, y en la cama del capitán, habrase visto semejante atrevimiento, dejalo en mi manos para que veas que pronto lo hago un hombre!!!!!! – no mira al lince, no puede hacerlo sin arriesgarse a romper a reír otra ves, pero la cara de ella es todo un poema.


- Yo capitán… yo… -se retuerce las manos horrorizada y mantiene los ojos pegados al piso, sabe que si el lince decide azotarla, estará en todo su derecho. Como pudo dormir durante tantas horas, y en la cama del capitán…como?


- tranquilo Sarafin… no te voy a azotar… pero la próxima…- no puede terminar la frase, el grito del vigía lo interrumpe, aunque tampoco sabe que iba a decir, ¿ “la próxima ves que quieras dormir en mi cama estaré yo ahí para hacerte el amor”?

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