21 agosto 2011

“Celebraban su quince cumpleaños en su casa, acababan de mudarse a San Antonio. Paco a petición de su hija había aceptado que fuera una fiesta sin supervisión adulta, tan solo su tía Silvia estaría en la celebración. El y Lola se habían ido a cenar dejando todo en manos de la única adulta que estaría presente, aunque no la única que había sido invitada, Y doña Concha se había ido al bingo con unas amigas. Esta vez, a diferencia de las fiestas anteriores, había chicos, compañeros de instituto de la homenajeada, “sacos de hormonas revueltas y alborotadas” como los llamo Lucas, que a pesar de ser el otro invitado había pasado… Nada le apetecía menos que pasar toda la tarde con Silvia. Intentaba coincidir con su ex mujer lo justo. En un momento de la fiesta, alguien propuso jugar al juego del escondite secreto; Mientras las chicas se escondían en los armarios, bajo las camas etc., los chicos las buscaban y si lograban encontrarlas, estas debían darles un beso, pero no un beso en la mejilla, no… una auntentica comida de boca.

Ni a Sara ni a Laura, su mejor amiga, les había hecho gracia la idea, pero no les quedo de otra que aceptar si no querían parecer mojigatas ante los nuevos compañeros de clase de sara, como ya alguna vez la había llamado Pili, la “lista” de la clase. Asimismo, se suponía que las dos ya habían besado a chicos, aunque era mentira, claro.

A ninguna de las dos les gustó el juego, por eso ambas decidieron esconderse donde no las encontraran, con mucho disimulo, pasaron delante de Silvia que hablaba por teléfono tan concentrada que ni las vio, y salieron a la córrala. La casualidad hizo que ya a Laura la estuviese esperando su madre, así que se abrazaron y se despidieron. Sara por su parte, se dirigió a casa de Lucas y Mariano, que se habian mudado poco antes al piso contiguo después de que ella misma echara a los inquilinos que habian alquilado el piso con ayuda de Coque, saco la lleve que tenia guardada en el bolsillo, la había cogido un momento antes de la estantería de la cocina, y abrió.

Sola camino hasta la habitación de Lucas. Le encantaba estar allí con él. Nadie lo sabía pero estaba secretamente enamorada del mejor amigo de su padre aunque este obviamente la trataba como si fuese una cría.

Llevaba solo un momento escondida cuando sintió abrirse la puerta de la habitación. No debería estar ahí así que sin pensárselo se escondió debajo de la cama. Sentía el corazón raudo, latirle sobre su pecho de aprensión y ansiedad, y sin poder evitarlo estornudo, pero no una vez, sino una tras otra sin poder aguantarse.

Cuando Lucas miró bajo la cama y lo vio, suspiro aliviada. Era Lucas y estaba solo. Podía haber entrado Mariano o incluso Lucas acompañado y entonces a ver como iba a explicar que hacía allí

Le sonrió incrédulo y la agarro de la mano para ayudarla a salir, le pregunto que hacia ahí, y ella le explico a que jugaban. Al saberlo, Lucas se enfado, se puso casi furioso, mascullaba amenazas contra Silvia, la encargada de que eso no pasase. A ella le reprocho que aceptara jugar a ese juego y le insto a que le dijera donde estaba escondido el chico con el que había ido a su habitación para vete a saber tú que. Sin poder evitarlo sé hecho a llorar. Lucas nunca la había tratado así, ni siquiera la dejaba explicarse, solo le gritaba fuera de control, hiriéndola con sus palabras. Avergonzada bajo la cabeza y de pronto los gritos cedieron, pero para entonces su cuerpo se estremecía por el llanto y sus sollozos eran más que evidentes.

Lu- Princesa tranquilízate... no llores... –le acaricia el cabello- no quería gritarte... no llores por favor.
Sa: Tú...sniffttt, Tú..snifffttttt…
Lu- Si, lo sé... soy un gilipollas, Sara eres una niña y... solo de imaginarte con uno de esos cabrones me volví loco...
Sa: Yo no... Sniffttttt, Yo no quería... Snifftttttt...
Lu- Perdóname, por favor, deja de llorar, anda mi niña, no llores mas

No podía dejar de llorar, solo cuando Lucas la abrazó y la sujetó contra su cuerpo, susurrándole que lo perdonara, se fue tranquilizando. Permanecieron un rato abrazados en silencio, casi recostados en el suelo junto a la cama. Ella tenía la cabeza apoyada en su pecho y ambos corazones parecían palpitar al unísono. Ahí fue cuando Lucas la besó. Delicadamente le sujeto la barbilla y unió sus labios a los de ella, fue un beso cálido que despertó en ella todos sus sentidos. Empezó acariciándole los labios, mordiéndolos suavemente, instándola a que abriera la boca. Cuando lo hizo introdujo su lengua e inspeccionó todo su interior, y ella sin poder evitarlo a pesar de su inexperiencia, empezó a corresponderle, ya su boca no permanecía impasible ante su asalto y su lengua jugaba entrelazándose con la de él.

Mientras uno y otro gemían extasiados unas voces en el pasillo, justo delante de la habitación los hicieron separarse desorientados y avergonzados. Mariano llamaba a Lucas a gritos rompiendo todo el encanto que juntos habían compartido y que para ella había sido lo mejor del mundo.

Cuando aun estaba flotando en una nube, Lucas después de mirarla furioso, ella no entendía por qué, salió de la habitación y nunca nombró el beso para nada. A pesar de que ella lo miraba constantemente esperando una señal, algo que le demostrase que la quería tanto como ella a él, afortunadamente para ambos, esa señal nunca llegó”

L- Sara, vamos a olvidar lo que acaba de pasar… tú quieres ir al concierto, ¿verdad?
S: ¡Si!
L- Entonces, te olvidas de esto -le acerca un plumero.
S- ¿Esto que es Lucas?
L- Pues esto es un… plumero
S- Ya sé lo que es. Me refiero que para que me lo das a mí.
L- Tú quieres ir al concierto y yo no puedo ir porque tengo que limpiar. Si tú limpias yo iré contigo.
S- Limpiar para ti. ¿Tienes que haberte vuelto loco para pensar que voy a limpiar para ti?
L- Tienes que haberte vuelto loca para pensar que te voy a acompañar al concierto de gratis después de borde y antipática que eres conmigo. Puedes empezar con el mueble del salón. Luego barrerás e iremos a limpiar mi coche. Lo del masaje de pies será solo si te queda tiempo.
S- Lucas no pienso…
L- Vale, si no quieres ir –le quita el plumero de las manos- Yo encantado, ya sabes
S- Te odio –le dice en bajo mientras le arrebata el plumero y se pone a limpiar.

Odia tener que hacerle caso. Le odia a él. Con todas sus fuerzas. Pero quiere conocer a Dani Martín como sea “hazlo por él” se dice a si misma. Vas al concierto, lo pasas bien y luego ya te encargaras de que Lucas pague por todo lo que la ha hecho hacer. La venganza sera muy dulce!

Estuvo limpiando mucho rato mientras Lucas veía la tele y de vez en cuando se dedicaba a mosquearla un poco intentando olvidar la conversación anterior, que lo había turbado más de lo que estaba dispuesto a reconocer. Cuando ya creyó que la había torturado lo suficiente por el daño causado en su honor, le acercó una coca-cola para que se refrescara y ya de mejor humor le dijo:

L- Toma -le pone las llaves del coche en la mano
S- Ni de coña!!!
L- Esta aparcado ahí debajo… a no ser que quieras ir en autobús vas a tener que darle un repaso, con que le sacudas un poco el polvo y eso, me conformo.
S- Eres un negrero, lo sabias?
L- Que va, soy un sol!!! Pero alguien tiene que ponerte en tu sitio
S- Saliendo por la puerta, macullando entre dientes dice –Ya te pondré yo en tu sitio a ti, cuando estemos en igualdad de condiciones Lucas.

No bajó con ella, pero supo en que momento exacto empezó a pasarle el plumero al coche, por que la música de su equipo le llegó claramente a los oídos. Esperó un rato suficiente y se acerco a donde estaba ella para ver que también había comenzado a pasar un trapo con agua. Estaba sudando y mojada y la camiseta ajustada se le ceñía más al cuerpo. Lucas la miraba embobado sin poder decir nada, verla así le volvía loco. Estaba tan bonita… y más con esa cara de cabreada. “Es una niña joder Lucas” se repetía una y otra vez. “Solo tiene 17 años” “Y tu no eres un puto asaltacunas” “Además, la niña se las trae, no puedo haber nadie en el mundo que la aguante” “Cuánto más lejos estés de ella mejor” A pesar de que intentó convencerse, en ese momento la habría besado con todas sus fuerzas, más aún al percatarse de que un grupito de niñatos la miraban desde el parque cercano.

L- Puedes dejarlo ya Sara. El Canto del Loco nos deben estar esperando. –celoso sin siquiera saberlo- Date prisa en cambiarte y ven a buscarme después. –Era una niña, y no podía hacer nada contra eso.

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