21 agosto 2011

Se despierta incómodo. Alguien le tiene abrazado por la espalda y no le deja moverse. La habitación apenas está iluminada por los primeros rayos de sol que entran por la persiana pero al bajar la vista ve que son unas manos femeninas las que lo rodean y descansan sobre su pecho. No recuerda que la noche anterior hubiese tenido fiesta, y tampoco recuerda haber bebido tanto como para no acordarse de haberla tenido, aunque tampoco sería la primera vez y sospecha que tampoco la última.

Despacio, temiendo encontrarse con alguna desconocida, se da la vuelta, agarrándola para no tirarla de la cama, y la ve. La observa, quieto y en silencio, dudando entre si está dormido o despierto. Sus ondulados cabellos caen graciosamente sobre la almohada pero ella que está de espaldas, se ha girado, y no puede ver bien su cara. No tiene ni idea de quién puede ser. Tiene una ligera idea, pero no, no puede ser ella. Definitivamente no puede ser.

Como sabiéndose observada, Sara se mueve inquieta todavía en sueños, y se gira mostrándole a Lucas su rostro. Él no puede creerlo. No sabe como ha llegado ella hasta allí, pero de lo que si está seguro, es que jamás en su vida se había despertado de una forma tan dulce. Tenerla a ella en su cama, tan cerca de él, le pone nervioso, muy nervioso, pero es una sensación que le encanta sentir. Se siente como... ¿cómo un niño?

La sigue mirando y disfrutando, a la vez, de ese instante. Le encanta verla así, tranquila, con una expresión tan relajada. Si fuera así siempre y no la loca que le quiere joder la vida, sería maravillosa. Sigue mirándola extasiado, de lado con la cabeza apoyada en una mano, sonriendo absorto. Teme despertarla y romper ese mágico momento. Está seguro de que podría pasar días enteros viéndola dormir. Sigue buscando en su cabeza el recuerdo de la noche anterior para saber cómo ha llegado Sara hasta su cama, pero solo recuerda haberse acostado temprano... y solo.

Poco a poco se va desperezando, ante la atenta mirada de Lucas, y lo primero que ve al abrir los ojos, es la cara de él que le sonríe complacido. Siente un súbito rubor al darse cuenta de lo cerca que están en ese momento, pero por nada del mundo dejaría que él se diese cuenta de la perturbación que eso le causa. Sabe que tiene que decir algo, que él lo espera, que tiene que explicarle que le llevó la noche anterior a meterse en su cama cuando ya estaba durmiendo. Pero no le salen las palabras. Solo puede mirarle y dejar volar su imaginación; quisiera que ese momento se repitiera siempre, todos los días durante el resto de su vida. Despertarse junto a él se le antoja la experiencia más extraordinaria del mundo, y quiere aprovechar ese momento y disfrutar de él en silencio.

Lu: Buenos días –le acaricia la cara con un dedo pero en realidad se muere por besarla- ¿Has dormido bien?
Sa: Ummmmmm.... -se despereza como un gatita mimosa.- si, muy bien ¿Y tú?
Lu: También. Muy bien… -tiene que sacar el tema, pero no se atreve. Tiene miedo de decir o hacer algo, que estropee este momento y todas las emociones que está sintiendo -Sara... ¿tú y yo....?
Sa: No!!!!
Lu: Y entonces... –ahora si que no entiende nada- cómo has llegado a mi cama?
Sa: Abrí la puerta, aparte un poco las sábanas y me dejé caer.
Lu: Ya, muy graciosa. Sara, en serio…qué pasó?
Sa: - se encoge de hombros como si lo que hizo fuese lo mas normal del mundo- Me aburría y quería hablar contigo pero cuando llegué ya estabas durmiendo y me dio pena despertarte.
Lu: Y te metiste en mi cama porque....
Sa: Pensé que no te importaría compartir tu cama conmigo… -se muere de vergüenza al decirlo. Lleva años poniendo todas las barreras posibles para defenderse de Lucas, pero ya no puede más. Siente muchas cosas dentro de ella, cosas que nunca antes había sentido. Y tiene miedo, pero también mucha curiosidad.
Lu: Y no me importa Sara, pero.... es raro, joder, es muy raro. Tú y yo... no sé. Esto es.... raro.

No le salen más palabras. No sabe que decir. Le ha gustado despertarse a su lado, pero lo asusta el hecho de que le ha gustado demasiado. Por primera vez en su vida, sabe que no es él el que maneja la situación, y eso lo tiene acojonado.

Sa: ¿Raro en plan agggggggg o raro en plan… -pone los ojos en blanco- ummmmmmm?
Lu: Raro en plan ummmmmmm -casi no se atreve a mirarla al decirlo, pero no quiere ocultarlo más.

Ambos sonríen ante tal confesión y en silencio van acercando sus cuerpos y sus bocas. Lucas sujeta con cariño la cara de Sara y poco a poco se unen en un beso que ambos desean con todo su ser. Lo que empieza con un casto y calido beso da paso a una pasión enloquecedora. El ardor de sus bocas devorándose, y el ardiente contacto de sus cuerpos debajo de las sábanas, hace que pronto el deseo sea más fuerte que ellos y la necesidad de tocarse sea urgente. Entrelazan sus cuerpos con abrazos salvajes y los besos dan paso a caricias más profundas. Pronto, con urgencia, las manos de ambos recorren sus cuerpos y se dejan llevar por el instinto y la pasión. Quieren más, necesitan más.

De pronto Lucas, se separa bruscamente de Sara, recuperando algo de la cordura que perdió al verla en su cama, y negando una y otra vez con la cabeza, se levanta de esta decidido, medio tambaleándose de deseo y turbación.

Sa: ¿Qué pasa Lucas? -esta desconcertada ante su abandono- ¿He hecho algo mal? -sin poder evitarlo las dudas se apoderan de ella. Cree que Lucas se ha percatado de su inexperiencia, que ha intuido que ella nunca, jamás, ha hecho algo así, y cree, equivocadamente, que ha metido la pata la pata y ha hecho algo mal. Avergonzada quisiera que la tierra se la tragase y desaparecer de esa habitación, o que Lucas nunca recordase lo que acaba de pasar o....
Lu: Tú no Sara. Tú no has hecho nada mal. El único que ha hecho algo mal he sido yo. Esto está mal. -dice la primera excusa que se le ocurre- Tu padre está en la habitación de al lado.
Sa:¿Mi padre? -su enfado crece por momentos- ¿Qué pinta aquí mi padre?
Lu: Pues que no está bien y punto. Nos hemos dejado llevar y no puede ser… -se mesa el cabello con las manos- Joder!!!!
Sa: Mira Lucas, si no quieres estar conmigo me lo dices pero no pongas excusas tontas.
Lu: Pues te lo digo; no quiero estar contigo -las lágrimas inundan los ojos de Sara, que lo mira abochornada, y la rabia y la pena se apoderan de el, no quiere dañarla, no así- quiero que me dejes en paz. No quiero que sigas jugando conmigo. Que querías? dejarme a punto de caramelo y luego reírte de mí como el día de la ducha, ¿Verdad? Pues te he pillado y no me da la gana. Para jugar Sara está el maletín de la señorita Pepis, o el macarrilla con el que te comías la boca el otro día…. yo no Sara… yo paso!!!!.
Sa: Pero Lucas... yo no... Te juro que yo...
Lu: Da igual Sara. El partido se acabó.

Dando un portazo se va a la ducha. Está triste y cabreado con Sara. Se ha enamorado por primera vez en su vida, y ella, sintiéndose superior, lo ha usado contra el. A la niña le gusta jugar y el se lo ha puesto a huevo… jilipoyas!!!!!! No puede consentirle que ella lo maneje y se ría en su cara. Tiene que olvidarse de ella como sea, pero esta vez de verdad.

Avergonzada se viste deprisa y se marcha a su casa antes de que Lucas salga del baño. Ya está todo dicho entre ellos y además esta avergonzada y humillada. Como bien ha dicho él, da igual.

Al cruzar la puerta, Paco y Lola desayunan en la cocina y molestos y preocupados primero le echan la bronca y luego, por insistencia de su madre, la dejan explicarse como si le hiciesen un gran favor, pero ella, abrumada por todo lo que ha pasado en el piso de al lado, no está dispuesta a hablar mucho. Como puede y sin ser lo suficientemente convincente se excusa contando que tuvo que ir a casa de Cris por que tenían que estudiar, pero que como se acordó cuando ya ellos estaban dormidos no quiso molestarlos, y que por eso mismo no los llamó para avisar que dormia fuera. Cree que su mentira ha colado, sin percatarse de que solo lleva puesto el pijama, un hecho del que sus padres si se percatan y que desarma toda su coartada

No les da oportunidad de replica y se marcha a su habitación. Allí se deja caer sobre su cama y repasando todo lo que acaba de vivir, se siente estúpida y culpable. Lucas tiene razón. Se ha dedicado a provocarle y a hacerle la vida imposible y es normal que ahora no se fíe de ella. Está rabiosa ¿Cómo explicarle que algo dentro de ella ha cambiado? ¿Cómo le dice que lleva toda la vida enamorada de él y que se ha dado cuenta ahora?

Necesita explicarle muchas cosas para que él la comprenda. Tiene que hacerle recordar el beso que compartieron hace ya tantos años. Un beso que para ella fue maravilloso y que para él no tuvo ninguna importancia; Si se lo explica, Lucas podrá entender su comportamiento, entenderá el porque lleva años tratándolo así y quizás, solo quizás, consiga que él pueda perdonarla.

Decidida a aclararlo todo, se acerca a su casa al volver del colegio. Lleva todo el día ensayando lo que va a decirle, intentando imaginar que dirá él cuando le confiese sus sentimientos, cuando sepa que lo quiere, pero cuando golpea con los nudillos la puerta de su casa, se queda en blanco, todo lo que ha venido repitiéndose por el camino se le borra, ya no recuerda nada de lo que quería decirle. Está muy nerviosa, tanto que no cree que pueda salir ni una sola palabra de su boca, no le queda otra. Tendrá que improvisar.

Se arregla el cabello con las manos y se coloca el uniforme. Le habría gustado cambiarse pero igual en el trayecto hasta su casa pierde el poco valor que le queda. Toca con decisión. Sabe que Lucas esta en casa porque ha visto su coche aparcado en la calle. No le abren la puerta y vuelve a tocar ¿Habrá pasado algo? Toca una vez mas con decisión barajando la posibilidad de coger las llaves y entrar por su cuenta cuando por fin la puerta se abre y Lucas aparece despeinado y risueño. Al verla le cambia el gesto. No la espera y le sorprende verla allí. Actúa torpemente y como puede sale a la corrala intentando cerrar rápidamente la puerta tras de sí, pero ya es demasiado tarde: Sara ha tenido el tiempo justo de ver como en el sofá de Lucas una mujer mira con curiosidad hacia la puerta, y no le cuesta imaginar que hace allí.

Furiosa y dolida mira a Lucas. En su cara se lee la culpabilidad como si de un cartel de neón se tratase. Es bastante obvio que para Lucas ella no significa nada. Y aunque él intenta por todos los medios explicarse y retenerla para que lo escuche, Sara se marcha, dejándolo con la palabra en la boca. No quiere saber nada más de él. 

Fin del partido.

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