Se tenía que haber negado. Lo sabe él y lo sabe cualquiera que tenga dos dedos de frente. El tener que soportarla durante todo el día puede acabar con la poca cordura que le queda. Puede acabar con sus energías, con su aguante, con su vida… con él.
Maldita sea su estampa… y encima Mariano no esta por la labor de colaborar… será posible!!!!!
Lu: -intenta convencerloe por todos los medios- 300 euros y no subo más.
Ma: No
Lu: 300 euros y hacer la colada un mes.
Ma: No.
Lu: Coño Mariano, lo que quieras, todo lo que quieras. Que solo te estoy pidiendo un favor.
Ma: Lucas, si yo por ti hago todo lo que quieras. Pero conmigo no cuentes para esto. Que yo en la tele no me veo. Que no doy el perfil, que todos son muy guapos y yo... yo... que no Lucas, lo siento pero no.
Lu: ¿Pero que tele ni que ostias Mariano? Que te estoy pidiendo que cuides tú de la niña, no que vayas al Diario de Patricia.
Ma: Con la niña el tomate se va a cebar, que es carne de paparazzi Lucas. Sarita va a llegar tarde al cole y tú a comisaría, así que será mejor que empieces a vestirte -dice mientras sale por la puerta camino de casa de Paco.
Ve tan desesperado a Lucas que esta a punto de sucumbir a su pedido y no quiere que al final le convenza para ser él el que cuide de Sara. Y no le importaría hacerlo, la niña con él es un amor, pero sabe que Paco se cabreará con él si se entromete en sus planes. A su amigo se le ha metido en la cabeza que Lucas y su hija tienen que estar juntos sea como sea y cree que el turno de vigilancia puede propiciar el acercamiento definitivo entre ellos… Y a su entender… nada que ver.
Mientras, Lucas se viste de mala gana, maldiciendo a su mala suerte, y se dirige a casa de su vecino. No quiere ver a Sara, no quiere tener que vigilarla, no quiere estar cerca de ella. Cada vez que él decide alejarse, ella parece buscarlo y le está volviendo loco.
Respira hondo antes de entrar intentando hacer acopio de paciencia. Sospecha que va ser un día muy largo y la va a necesitar. Al abrir la puerta ella es lo primero que ve. Ya esta uniformada para el colegio y mira su tazón de cereales, aburrida, con desgana.
Parece triste pero su expresión cambia cuando lo ve entrar por la puerta. Ahora sonríe y se levanta para darle un beso. Picara, sin que nadie más lo note, al besarlo le da un pequeño lametón cerca de la oreja, con el único propósito de ponerlo más nervioso, cosa que, por supuesto, ha conseguido.
En un último intento de salir de esto, busca a Mariano, implorando su ayuda, con la mirada, pero este no dice nada; él solo puede mirar a Paco y su cara de satisfacción ante la escena.
Lu: Vamonos Sara o llegaremos tarde. Tengo que estar pronto en comisaría.
Pa: Lucas... tú no entras a trabajar hoy hasta las once.
Lu: ¿Quéeeeeeeee?
Pa: Pues eso, que no entras hasta las once. Que tienes que cuidar bien a mi hija y eso lleva su tiempo.
Lo: Paquito, que Sara tiene que estar en clase a las 8.30…
Pa: Por si acaso hay atasco Lola, que tal y como está Madrid nunca se sabe.
Lu: -susurrando- Pues cojonudo!!!!! A ver que coño hago yo hasta las 11:30… me cago en la puta!!
Los dos salen de la corrala como si fuesen al matadero. Sara ha oído su último comentario aunque fue casi imperceptible para los demás y está dolida. Aunque intenta que no le se le note, el saber que Lucas no la soporta le duele.
En silencio se suben al coche. Lucas esta de mal humor y ella, en ese momento, no es la alegría de la huerta tampoco. Y eso no es buena señal. Siempre que se enfada con él decide torturarlo, y como no tiene nada más a mano comienza a manipular la radio, que Lucas le ha dicho muchas veces que no toque, sin pedirle su opinión, y pone el disco que le ha grabado Jimmy. Suena una canción romántica y casi sin pensarlo apoya su cabeza en el hombro de Lucas relajada.
Sa: No quiero ir al cole. Hagamos novillos.
Lu: No Sara… vas a ir
Sa: Por fa Lucas…. solo hoy!!!
Le hace caso, no sabe porqué, pero le hace caso. Pasa de largo el colegio ante la complacida mirada de ella. Se le acaba de ocurrir una idea. Quiere enseñarle a Sara su rincón favorito de Madrid. Quiere que ella también lo conozca porque sabe, que también le va a gustar.
Sa: ¿Vienes mucho por aquí?
Lu: Si. Cuando necesito pensar, cuando tengo algún problema, cuando estoy feliz, no sé... me relaja. Vengo casi todas las semanas.
Sa: ¿Y a todas tus conquistas las traes contigo? -bromeando mientras se acerca más a él.
Lu: Solo a las que no quieren ir al cole.
Ambos están relajados y felices. Saben que cuando no intentan demostrar al otro cuanto se odian, se llevan bien y se lo pasan bien juntos. Lástima que ocurra tan pocas veces.
Sa: Lucas... ¿has estado alguna vez enamorado?
Lu: ¿Y tú?
Sa: Te he preguntado yo antes
Lu: Y yo después
Sa: Venga Lucas....
Lu: Tú primero
Sa: Si
Lu: ¿Si? ¿De quién?
Sa: Desde hace mucho tiempo. Pero él jamás ha sentido nada por mí.
Lu: Idiota
Sa: ¿Qué?
Lu: Que si no sabe ver lo especial que eres ese tío es idiota y no te merece.
Sa: Ya.... - "Si lo eres. Claro que lo eres, por no darte cuenta de que llevo enamorada de ti toda la vida" -Te toca ¿Tú te has enamorado alguna vez?
Lu: Si
Sa: Claro, mi tía Silvia
Lu: No, aquello no fue amor, fue otra cosa.
Sa: ¿Entonces?
Lu: Pues... mira, déjalo, no me gusta hablar de estas cosas.
Sa: Venga Lucas, que yo te lo he contado...
Lu: Está bien. Pues yo también he estado muy enamorado
Sa: ¿Y que pasó? ¿Ya no lo estás?
Lu: Si. Si lo estoy. Pero intento olvidarla.
Sa: ¿Por qué?
Lu: Ella no siente lo mismo -se queda callado sin saber que decir. Tiene a Sara apoyada en su hombro preguntándole si está enamorado y quisiera poder decirle la verdad. Decirle que la quiere a ella, que le vuelve loco. Pero sabe que eso solo empeoraría las cosas y decide callar. -Venga, Vamonos.
Sa: ¿Al cole?
Lu: Si quieres ir al cole te llevo al cole. Pero yo había pensado tomarnos un día de descanso y enseñarte Madrid.
Ella sonríe y se sube al coche. Lucas conduce dejando atrás el descampado y se dirige hacia el centro. Quiere enseñarle a Sara el templo de Deboh, pasear por la Gran Vía, comer un bocata de calamares en la plaza mayor, ir al Museo de Cera, montar en barca en el Retiro... quiere hacerla pasar un día inolvidable a su lado.
Llegan ya a la hora de la cena a casa y en la mesa todos comprueban como su relación ha cambiado. Sonríen, se tocan, bromean, tontean. Parecen más felices de lo que han sido nunca y no solo ellos, Paco no podría sentirse más dichoso ni aunque ganase la lotería.
Se despiden con un beso y un hasta mañana, pero Sara no tiene sueño, quiere seguir hablando con él, quiere aprovechar al máximo su compañía. Se acuesta a oscuras y las mariposas que tiene en el estomago no la dejen en paz. Quiere estar con Lucas, necesita estar con él, necesita contarle lo feliz que ha sido hoy… Ya sabe lo que hará…. ira a buscarle ya cuando sus padres estén dormidos.
Espera pacientemente en su cama hasta que oye como su padre comienza a roncar y entonces, sin darse tiempo para arrepentirse, sale hacia su casa. Entra con la llave de Lola y a pesar de que está todo oscuro no enciende la luz. A trompicones, como puede, llega hasta su cuarto y lo contempla dormido; mira como su cuerpo descansa sobre las sabanas desordenadas y una gran ternura se apodera de ella. Jamás le ha visto tan guapo, ni tan vulnerable, como ahora. Se acerca hasta él y pasea un dedo por su hombro desnudo. Si esta dormido es imposible que hablen, así que se acerca a la puerta dispuesta a marcharse. Mañana será otro día, pero cuando vuelve a mirarle, antes de salir, cambia de opinión y se acuesta a su lado. Quiere sentir su calido abrazo, quiere amanecer junto a él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario