Hablando con ella, se le ha pasado el tiempo volando, pareceria que no ha pasado el tiempo entre ellos, pero basta una simple palabra en labios de Sara para acordarse de su mujer. Se preocupa por lo mucho que tarda, y a esa preocupación se le une, unas ganas terribles de abrazarla. La echa de menos, mucho. Siempre le pasa cuando no están juntos.
La conversación con Sara le ha removido demasiado por dentro. No, no siente nada por ella, al menos nada que pueda compararse con lo que siente por Lucía. Pero muchas cosas que había dejado enterradas en el pasado han vuelto ahora de pronto, sin avisar. Cosas que creía haber olvidado, cosas que desearía haber podido olvidar.
Ya no la oye, su mente viaja al pasado y un recuerdo le viene a la cabeza de repente, la última vez que la vio hace ya tantos años. El día que ella se marchó de su lado, sin mirar atrás. Solo de recordarlo, siente el enorme dolor que ha intentado enterrar todos estos años sin conseguirlo siempre por que de vez en cuando lo ha dejado salir a la luz.
Asiente mientras ella habla, sin saber muy bien lo que está diciendo y de pronto, al mirarla, siente odio. Odio por haberle tratado así, por no haberle tenido en cuenta en la decisión de acabar con lo suyo de una vez por todas. Y por lo mucho que sufrió después de su marcha.
Mira el reloj de nuevo, y se preocupa aún más por Lucía. Tenía que haber llegado ya, ella nunca, nunca se retrasa sin avisarlo.
Mientras Sara habla, e intenta que él la escuche, Lucas solo puede pensar en su mujer, y dando por finalizada esa conversación sin más, se marcha del bar en busca de aquello que tanto echa de menos en ese momento.
- ¿Cariño, estás dormida?
- Síiiiiii –nota como sus dedos le apartan el pelo de la cara, y como después acaricia su rostro con dulzura. Le besa la frente, y se queda mirándola embobado.
- No me mientas, sé que estás despierta. Me tenías preocupado.
- Ya, seguro –dice con ironía.- Déjame, estoy dormida
- Mentirosa –Lucas se ha quedado callado porque no entiende el enfado repentino de su mujer.
- ¿Qué te hace pensar que no lo estoy? –baja el tono de voz. Quiere destensar un poco la situación. Ha sido demasiado brusca con Lucas, y él no se lo merece.
- Sé que lo estás porque si estuvieras dormida nunca dejarías que…… te tocara los pies –Dice mientras se acerca hasta el final de la cama y le destapa rápido para tocarla justo en el sitio que menos le gusta a ella. Lucía odia que le toquen los pies, no puede evitarlo, es superior a ella. Y Lucas siempre intenta hacerlo para hacerla rabiar. Ella se revuelve en la cama protestando y él aprovecha para seguir haciéndola cosquillas por todo el cuerpo. Siempre acaban igual. Las cosquillas acaban entre risas, y las risas dan lugar a los besos y los besos……
Recostados ya en la cama, desnudos, y tranquilos, Lucas sigue acariciando a su mujer mientras la observa.
- Eres preciosa
- Buag, eso se lo dirás todas.
- Pues si –Lucas sonríe y Lucía, indignada le tira la almohada a la cara. Vuelve a apresarla bajo su cuerpo y la mira –pero no hay ninguna tan guapa como tú.
Se cuentan su día, hablan de las cosas que les preocupan y sobretodo disfrutan de estar juntos. Siempre, da igual lo liados que estén o lo cansados que se encuentren ese día, siempre buscan un momento para hablar de sus cosas. Probablemente ese es el secreto de su felicidad, son amigos, muy amigos.
Cuando Lucía le pregunta por Sara, el rostro de Lucas cambia.
- ¿Te molesta que salga con ella de vez en cuando? Nos hemos caído bien
- No. Vamos…. Es raro. Pero no me molesta. Al no ser…… -Lucía nota como todos los músculos de su cuerpo se tensan y como un escalofrío recorre su columna vertebral. Otra vez vuelve a sentirlo: los celos, los malditos celos acechándola de nuevo.
- ¿Al no ser qué?
- Al no ser que mi querida mujercita vaya a pasar tanto tiempo con su nueva amiga que yo me tenga que poner celoso, ya sabes que no me gusta compartirte con nadie. –ambos sonríen y Lucas, mimoso, vuelve a provocarla como solo sabe él. Lucía se deja llevar y disfruta recordando cada una de las palabras de Lucas. Tal vez, quizás, él se haya olvidado de Sara, y se haya dado cuenta de que no quiere estar con nadie que no sea su mujer. Lucía quiere pensar eso, quiere convencerse, aunque luego descubra que es mentira, de que Lucas solo quiere estar con ella
Los gritos de Lucía le despiertan, cuando más estaba disfrutando de su siesta antes de cenar. También él recuerda donde tienen que ir, Paco se lo lleva recordando todo el día, pero nada podría apetecerle menos en este momento. Se acerca hasta donde está Lucía e intenta volverla a engatusar para que sea ella la que le pida que se escaqueen una vez más. Pero Lucía no está dispuesta a perderse esa cena y obliga a Lucas a que se vista rápido, o ella misma se encargará de sacarlo a cuestas de la casa y llevarle desnudo a cenar a casa de los vecinos.
- Joder, Lucía. Yo no voy. Ve tú –dice todavía entre sueños.
- Cariño, quieren celebrar que ha vuelto su hija.
- ¿Y cuántas veces lo van a hacer?
- Las que hagan falta. Pero ellos son nuestros amigos y tenemos que estar ahí. Además, tú también querrás celebrar que ella haya vuelto –a Lucas no se le escapa el tono de reproche en la voz de Lucía y sabe que se avecinan problemas
- Si, es cojonudo que haya vuelto, pero yo quiero quedarme aquí contigo, anda! – no quiere ir a esa cena, Ha vivido tranquilo todos estos años, es feliz con Lucía, por nada del mundo quiere que eso cambie y con Sara aquí…
Se ponen lo primero que pillan y corriendo van a casa de los Miranda. Al llamar a la puerta, Lucía observa a Lucas que, como si fuera un niño pequeño, suelta un puchero para demostrar que le están obligando a hacer algo que no quiere. Él prefería quedarse en casa y seguir en la cama con Lucía…. Toda una vida.
Su mujer le entiende, sabe lo que puede significar tener delante de nuevo a la mujer que casi le vuelve loco, a la mujer por la que hubiera dejado todo, y sabe, sobretodo que puede significar para él que ahora Sara tenga que ver como otra mujer ocupa su lugar.
Acerca su nariz a la de él y le hace una caricia que a Lucas siempre consigue hacerle reír. Lucía siempre consigue hacerle sentir mejor, y eso siempre seguirá siendo así, por mucho que haya una o diez Sara Miranda, que vuelvan después de años sin verse.
Ahora Lucía, lo es todo para él.
Lucas aprovecha la tardanza en abrirle la puerta, para meter la mano en la camisa de su mujer y hacerse paso hasta su ropa interior, mientras, con su boca, busca su cuello y le besa despacio, con cuidado, con mucho mimo el cuello. Sopla detrás de su oreja, y consigue, que allí, en medio de la corrala, a Lucía se le erice la piel. Le toma la mano con fuerza y ambos saben lo que eso significa; hoy no hay cena, hoy el postre son ellos.
Se giran para dirigirse a su casa, cuando Sara abre la puerta y ve la escena: Lucas con su mano perdida en el cuerpo de su mujer, y ella besando su torso. La viva imagen de un matrimonio feliz.
Les hace pasar, y sonriendo intenta disimular la punzada que acaba de sentir en el pecho: está claro, le sigue amando, tanto o más, que el primer día.
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