Anda entre la gente como ida. No sabe a donde se dirige ni le importa; nada le importa, nada salvo el dolor que le atenaza el alma y que la esta destruyendo por dentro. Sabe que todos deben de andar buscándola pero no le importa, nada le importa. Lleva muchas horas deambulando, por las calles del centro, sin rumbo fijo, tantas que ya ha amanecido sin percatarse de ello. Camina con el alma rota pero aun así ninguna lágrima surca su rostro. Es increíble pero se niega a llorar, es mas juraría que no puede hacerlo aunque quisiese, se niega a que el dolor y el llanto le confirmen que ese suceso es cierto. Necesita creer que nada de lo sucedido es verdad.
El móvil no ha dejado de sonar en toda la noche, al parecer están preocupados, ahora que la única persona que siempre la cuido no está, ellos están preocupados. Que irónico. Ahora hay mucha gente pendiente de ella, ahora que no los necesita, ahora que nada de lo que le digan o le hagan pueden calmarle el dolor de su corazón, ni llenar el vació en su vida. Sabe que debería sentir remordimientos hacia la preocupación de los demás pero no los siente. Sabe que debería estar acompañando a su madre y a su tía Silvia, e incluso que debería llamar a Aitor y contarle lo sucedido, si no lo sabe ya, pero se niega a ello. No quiere encontrar consuelo en las coherentes palabras de su novio, ni quiere que nadie la abrace, esperando que ella les transmita cariño y alivio cuando es incapaz de albergar esos sentimientos dentro de si.
Sus pasos la guían, sin darse cuenta, hasta la comisaría de Chamartín. Sorprendida no entiende como ha llegado pero si que anda buscando ahí. Lleva pensando en el desde la noche que lo echó de su casa para poder llorar a solas su amargura y desilusión. Mira hacia la puerta de la comisaría sin llorar, ya no le quedan lágrimas, lloro todas las que tenia la noche anterior, después de que su padre llegase a su casa para comunicarle el repentino ataque al corazón de su abuelo, la única persona por la que todavía sentía un verdadero y profundo amor.
Se vistió, serena e impasiblemente, mientras su padre la esperaba en la sala, convencida de que se había cometido un terrible error. Su abuelo no podía estar muriéndose, no podía, estaba convencida de ello y aun así, no podía dejar de llorar. El no la dejaría sola nunca, se lo había prometido dos años atrás en la clínica de trastornos mentales, y su abuelo, el comisario Lorenzo Castro, siempre cumplía su palabra. El trayecto en coche, hasta el hospital, se le hizo asombrosamente corto. Su padre, al que durante muchos años había idolatrado con veneración, intentaba mantener una conversación, que ella contestaba con monosílabos, por que ellos hace mucho que no tenían nada que decirse.
Caminaron en silencio por los pasillos del hospital hasta la sala de espera donde aguardaban su madre, Silvia y todos los demás, su llegada. No era un secreto para nadie que ella y su abuelo se adoraban mutuamente. Ni tampoco era un secreto que todos temían una recaída por su parte. Esperaban que se volviese loca, lo podía ver en sus caras, en sus ojos. A medida que iba caminando, todos los allí presentes, le sonreían con pesar o la acariciaban al pasar, sin recordar, como detesta ella, el que la tocasen
Su madre nada más verla corrió a abrazarla, todavía no entiende por que, y a murmurarle que todo iba a salir bien, pero Sara apenas la escuchó. Sin que nadie le diese permiso, entró a la habitación donde estaba su abuelo y lo abrazó. Parecía dormido y la maquina de signos vitales pitaba, rítmicamente, a la vez que la respiración pausada de Don Lorenzo. Quizás pueda recuperarse, quizás pueda salir de esta, pero no le quedan muchas esperanzas, dado lo que ha sido su vida en los últimos años, ya no puede esperar nada bueno de ella. Y en este caso no tiene por que ser diferente, nunca es diferente. Permanece en silencio, al lado de la cama, durante unos minutos pero el ruido y el olor a hospital la agobian. Le recuerdan, con demasiada claridad, su propio internamiento. Así que sin mirar atrás y sin hacer caso a nadie, se va de allí.
Decidida sube las escaleras de la comisaría, de todo lo que un día tuvo ya no le queda nada y se lo debe a el, solo y exclusivamente a el y por supuesto quiere agradecérselo como se merece y mas.
La comisaría de Chamartín es igual a todas las comisarías de Madrid y supone que del resto de España. Tras identificarse con el policía de la entrada, como una amiga de Lucas, y que este le entregue un pase de visitante, se abre paso entre las mesas buscándolo con la mirada.
Sa: Perdona -se dirige a un chico joven- Busco al subinspector Lucas… Carrasco, podrías indicarme donde puedo encontrarlo?
Be: Al Subinspector Carrasco? No… en todo caso será al inspector Carrasco…
Sa: Inspector? ok… puedo verlo o no?
Be: Claro... tu eres?
Sa: Una amiga…
Be: Una amiga… vale!!! Pero el te conoce? sabe que ibas a venir a verlo?
Sa: Si soy su amiga es obvio que me conoce, no? me dices donde esta o que?
Be: Si No te importa le digo que estas buscándolo… igual esta ocupado…. Me dices tu nombre?
Sa: Sara.
Be: Sara…?
Sa: Solo Sara… le dices o…?
Be: Si… por supuesto... Ya vengo.
Ca: Y esa niña quien es? – tan solo se han alejado unos paso y Sara oye la conversación- esta buenísima!!!!!
Be: Pues si, pero viene a ver a Lucas…
Ca: Pero el no esta con la hija del jefe? –intenta poner acento francés- Con Cocó…
Be: Pues ya ves… a nadie le amarga un dulce!!!!!! Esta será alguna amiguita!!!!
Ca: Joder… los hay con suerte, hay quien nace con estrella y quien nace estrellao y ese tiene estrella, el muy cabron!!!!!
Se tiene que morder la lengua para no identificarse ante ellos como la esposa de Lucas. La están comparando con una de sus amiguitas, y eso la pone enferma, y encima acaban de desvelarle que el muy desgraciado sale con la hija de su jefe. El, que se comprometió a ir hasta su casa a reclamarle que se acostase con Aitor. El que no había dudado ni un momento en reclamarle su infidelidad. Maldito cínico.
Tamborilea con los dedos la mesa donde esta apoyada. El cabreo se le acrecienta por minutos. En esos momentos no se acuerda de su abuelo, ni de su familia, ni de Aitor. Tan solo piensa en las palabras del joven agente, en Lucas y en su abandono. En todo lo que el arrebato y en todo lo que perdió por su culpa. Intenta, como puede, no llamar la atención y que nadie repare en ella, alguien puede reconocerla y no sabe como podría explicarle a su padre su presencia ahí sin desvelar la identidad de Lucas.
Camina por el pasillo nervioso, ansioso, excitado. Necesita ver con sus propios ojos que es Sara la que lo esta buscando y no una de las amiguitas de Cocó, que se llama igual que ella. La descripción de Benito, uno de los becarios, es bastante detallada. Joven, rubia, ojos verdes y con cara de ángel. Sin ninguna duda tiene que ser su Sara, quien más podría caber en esa descripción. Además, Conociéndola, sabe, temía, que ese momento fuese a llegar de un momento a otro y ya esta aquí. Ha llegado la hora de enfrentarse a ella,
No lo ve acercarse a ella por que esta de espaldas pero tampoco se sorprende al oír su voz. Sabe que Lucas se aproxima antes de verlo, lo siente, lo huele; un sexto sentido la avisa de su proximidad, le ha pasado desde siempre y ni siquiera el tiempo y la distancia lo han disminuido.
Lu: Hola Sara... que haces aquí?
Sa: Podemos hablar ins-pec-tor?
Lu: Si… claro, vamos a mi despacho!
Sa: -murmurando para que solo el la oiga- Vaya que importante…. Con despacho y todo!!!! Veo que te ha cundido el haberme dejado….
Lu: -entran al despacho bajo la atenta mirada de media comisaría- Sara!!!! Aquí no…
Sa: No? A ver Lucas, Tu puedes ir a mi casa de madrugada para reprocharme que me acueste con mi novio y yo no puedo venir aquí???????
Lu: Sara… por favor!!!
Sa: No te preocupes Lucas… estoy loca… nada de lo que pueda decir tiene ninguna validez…. NADA!!!!! Gracias a ti……
Lu: Vamonos!!!!
Sa: Que? No voy a ir a ningún lado contigo…
Lu: Vamos Sara…. Quieres discutir… perfecto… pero en otro lado!!!!!!
Sa: de eso nada… de que tienes miedo inspector…. De que tus hombres sepan que eres un cabronazo, un cerdo manipulador y mentiroso…. Un fraude?
Lu: No… tengo miedo que cualquiera de mis hombres le cuente a mi hermano que su novia estuvo aquí…
De la mano la saca fuera de la comisaría y la lleva hasta el parking donde esta estacionado su coche, al que ella se niega a subir. Por nada del mundo iría a ningún lado sola con Lucas… ni mas loca de lo que ya esta lo haría.
Lu; Sube al coche!!!!
Sa: Tu flipas!!!! Ni de coña!!!
Lu: Sara tenemos que hablar… súbete…
Sa: No voy a ir a ninguna parte contigo… primero muerta.
Lu: Ah no… -con un rápido movimiento se agacha y la coge por las rodillas a la vez que la levanta para cargarla sobre su hombro- lo veremos
Sa: Lucas que haces?, suéltame idiota… -como puede intenta, pataleando, resistirse a su plan de meterla en el coche- que me sueltes!!!!!!
Lu: Shhhh, tranquilita, ehhhhh tranquilita… para que viniste… para hablar… pues vamos a hablar.
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