30 octubre 2011

Una Historia Mejor



Media adormilada, por el sofocante calor de la noche de Madagascar, tumbada en una cama de sabanas blancas en una lujosa cabaña en la orilla de playa, se despereza satisfecha después de hacer el amor. El corresponde a las caricias de sus dedos sobre su brazo, recorriendo su cuello con dulces y suaves besos mientras le susurra enamorado, “te quiero mi niña, princesa te amo, te amo, te amo”, hasta caer también exhausto a su lado. No recuerdan ninguno de los dos haber sido tan felices y cuando el sueño lo vence, ella recuerda, o quizás sueña, vivamente como si hubiese sido ayer la primera vez que hizo el amor con Lucas, su chico, su hombre.

“Hacia dos días que se habían marchado de casa. La primera noche el cansancio, el stress y los nervios les pudo a los dos; por ello después de estar horas hablando sobre las decisiones que tendrían que tomar y las cosas a las que tendrían que renunciar, ambos se quedaron dormidos uno en brazos del otro en la habitación de la residencia a la que la había llevado Lucas. El siguiente día habían estado muy ajetreados; un viejo amigo de Lucas les alquilo una apartamento estudio a buen precio y cuando ya tuvieron las llaves, fueron a sus casa y recogieron mas ropa, el día anterior solo se llevaron una muda, y sus cosas de aseo. Luego en los días posteriores fueron poco a poco fueron llevándose todo lo que les quedaba, iban cuando sabían que no había nadie, cuando Mariano y Paco estaban en la comisaría y Lola en el bar con Berni.

Ese mismo día Lucas supo que tendría que dejar su trabajo. El que hasta un día antes había sido su mejor amigo, casi un padre, le había abierto un expediente disciplinario y lo había propuesto para ser investigado por los de asuntos internos. Había sido capaz incluso de reflejar ante el comisario sus dudas respecto a la muerte de Blasco. Al parecer después de tantos años de amistad no lo conocía nada y lo creía capaz hasta de cometer un asesinato. Montoya intento apoyarlo, estaba limpio, todos lo sabían, los de asuntos internos no tenían nada que endosarle pero ya le daba igual. Nada lo retenía en la comisaría, estaba tan decepcionado que no tenia fuerzas para luchar contra Paco y contra la sociedad y la hipocresía. Por ello le dio la mano a Gonzalo y salio por la puerta con la firme determinación de vivir con ella lejos de todos esos que se permitían el lujo de juzgarlos.

Recuerda que esa noche cenaron chino, justo debajo de su casa había un restaurante y Lucas bajo a comprar la cena mientras ella se daba una ducha y se ponía un pijama. Hacia calor, por ello se decanto por un camisón corto de raso, con tirantes y ositos rosas. Afortunadamente el apartamento estaba amueblado, tenía incluso televisión y la encendió esperando que llegase su “novio”, como le había gustado la palabra en ese momento, con la cena.

Como de costumbre, todo lo que ponían era repetido pero en uno de los canales una película le llamo la atención. La peli en si era bastante subidita de tono, vamos lo que se denominaría erótico festiva. En la escena aparecía un Mickey Rourke bastante atractivo, con el asco que le daba ese actor ahora, con una actriz joven en una situación donde se palpaba claramente la tensión sexual entre ellos. Al parecer el se había enamorado de ella pero intentaba por todos los medios resistirse a ese sentimiento. Le sonaba de tanto ese argumento que se quedo pillada enseguida, por la trama en cuestión. Estaba muy interesante, tanto, que cuando Lucas regreso ella estaba por momento tan ensimismada en la tele, que si se entero; Ni siquiera se percato de que el se colocaba detrás del sofá mirando con detenimiento la película. Ya la había visto, “Orquídea salvaje”. Sinceramente, la escena final, que era la que ella miraba entre cohibida y alucinada, era bastante fuerte y explicita. Por ello cuando le hablo, se sobresalto y el mando se le cayo al suelo en su afán por cambiar de canal antes de que el viera lo que ella veía ensimismada. Incluso se había ruborizado para delicia de Lucas que se reía mientras caminaba hacia el baño para darse una ducha.

Mientras se duchaba, ella había preparado la mesa, se había permitido la licencia de poner unas velitas en unos platitos, un candelabro habría sido pedir demasiado, y de abrir una botella de vino que les habían reglado con el pedido. Al verlo salir del baño lo miro obnubilada, le encantaba verlo con el pelo mojado. Muchas veces, de niña, soñaba con acariciarle el pelo, en la nuca, metiendo sus dedos en el. Estaba muy guapo, siempre lo estaba, aunque cuando por fin dejo de soñar despierta y se fijo en su pijama tuvo que cambiar de opinión, realmente no creía haber visto nada mas horrible en su vida.

No quería, de veras intento resistirse pero, era eso o asfixiarse y cuando ya noto que empezaba a ponerse morada, soltó la carcajada que ya llevaba segundos reprimiendo. El pijama de franela, tieso, por lo menos tres tallas mas grande, de un color gris ratón, era feísimo.
Al verla reírse, se sintió ofendido. Lo había comprado esa misma tarde y se había puesto para no ofenderla a ella. No quería que se sintiese incomoda, al final el estar viviendo juntos era una situación que les había sido impuesta. Y al explicárselo y encima emperretarse en que ella lo entendiese, le hacia todavía mas gracia, por lo que termino sentada en el suelo con las piernas cerradas a punto de hacerse pis. Seria posible llegar a tal grado de estupidez.
Bueno, ni viéndola en ese estado estuvo de acuerdo en quitarse el horroroso pijama. Por lo que de vez en cuando mientras cenaban, a ella se le escapaba una carcajada. Con lo que solo conseguía que Lucas levantara la cabeza, haciéndose el ofendido.
Terminaron de cenar y a el le toco fregar los platos mientras ella preparaba la cama, de vez en cuando lo oía resoplar, 32º y un pijama de franela era suicida. Las sabanas eran nuevas, las había elegido Lucas y la habían comprado esa misma tarde en un almacén cercano pero hasta ahora no había querido ponerlas, para así poder disfrutar de la cama más fresquita. Debía de ser la ubicación del edificio, ahora entendía que más bien era la compañía, en San Antonio no hacia nunca tanto calor.
Decidió colocar solo las sabanas, estuvo tentada de colocar la colcha, solo por fastidiar a Lucas y que le diese la razón respecto al pijamita de franela, pero finalmente la dejo a un lado. Si ella tenía calor, no podía ni imaginarse el que tendría él, con el dichoso pijama.
Después de terminar de colocar todo estuvieron un rato viendo la tele, Lucas estaba sentado en el sofá y ella recostada con la cabeza encima de sus muslos. En realidad ninguno estaba poniendo interés en el programa. El, por que entre el calor y el sentir a Sara tan cerca no podía casi ni pensar, mucho menos respirar, y ella, por que se estaba poniendo de malhumor a verlo resoplar continuamente, mirando a la pantalla sin verla siquiera.
Después de un rato en esa postura, sin moverse ninguno, se levanto decidida del sofá y se fue a la cama. No quería discutir pero tampoco entendía la insistencia con el dichoso respeto y el pijama.
Si la noche del hotel, e incluso la noche en que durmió con el en casa de Silvia, había dormido en boxers. A que venia ahora tanta tontería. Si, estaba muy bien que la respetara, pero coño! Podía respetarla solo de día y cuando hubiese gente delante.
Según se levanto del sofá, el casi corrió al baño. Necesitaba con urgencia una ducha de agua fría. Nunca había deseado a nadie como a ella pero lo había prometido, le había prometido a su madre que esperaría hasta que la niña cumpliese la mayoría de edad y aunque en ello se le fuese la vida estaba dispuesto a cumplirlo.
Se mesaba el cabello con las manos mientras las diminutas gotas de agua recorrían su cuerpo dándole una mísera sensación de felicidad. Sin poder creer que ni el agua, prácticamente helada, pudiese calmar su excitación. Como un rato antes volvió a enjabonarse entero, gracias al pijama de los cojones estaba sudando como un pollo. Tenia razón Sara, antes de que amaneciera iba a estar deshidratado. Permaneció un buen rato en la ducha, hasta que se armo de valor para salir. No podía estar en el baño toda la noche como una esposa virginal en su noche de bodas. Además seguro que ella ya estaría durmiendo.
No sabe cuanto se equivocaba. Parecía dormida, si. Pero nada más lejos de la realidad. En el rato en el que Lucas estuvo en el baño, comprendió que tenía miedo, miedo de ella. Miedo de sus sentimientos hacia ella. Antes se cohibía por que lo tenía prohibido, ya le dijo que de no ser así, seria mucho más malo. Pero ahora ya no les quedaban más reglas que romper. Y al final tenia 17 años y era toda una mujer, una mujer sin experiencia, pero ya, toda una mujer al fin y al cabo.
Sabia que lo que sentía era deseo y atracción, lo deseaba. Si en el hotel, Lucas no se hubiese negado tan firmemente hubiesen hecho el amor esa noche. Ella estaba dispuesta, llevaba mucho tiempo dispuesta a ser suya. Quería pertenecerle en cuerpo y alma y a la vez sentía curiosidad por saber si era tan hermoso como las escritoras lo relataban en los libros.

La miro unos minutos y, cuando ya se aseguro que dormía, se quito el pijama. La dependienta lo había estafado. Le pidió un pijama, no una estufa de tela.
Intento acostarse sin despertarla. De tan lejos de ella que se quiso poner, de tanto que se arrimo al borde, se cayó de la cama. Felizmente, para su tranquilidad, ella solo se removió inquieta y escondió la cabeza bajo la almohada mientras a el se le salía el corazón del pecho cual adolescente.
Ella intentaba que no se le notase pero se convulsionaba de la risa. El oírlo quejarse susurrando al caer al suelo, "ay, ay, ay, que me mato" había podido con ella y con su determinación de hacerse la dormida. Las carcajadas iban en aumento y ya no podía seguir escondida. Total, que pasase lo que tuviese que pasar.
Lo miro llorando de la risa y por fin, el también se echo a reír. Había estado toda la noche haciendo el imbecil. Por fin comprendió que la situación era de lo más absurda. No podía comportarse como alguien que no era, además odiaba dormir con pijama y después de este, no los volvería usar jamás. Siguieron riéndose un rato; Ella lo imitaba no queriéndose quitar el pijama y el se partía de la risa.
Pero, de buenas a primeras, la risas cesaron dejando paso a las llamas de la pasión. Estaba seguro que ella no sabia el poder que tenia sobre el. No podía quedarse ensimismada mirándole su boca y esperar que el no se derritiese por dentro.
Era obvio para el, lo que ella estaba imaginando. En sus ojos se reflejaba claramente el deseo y se mordía el labio inferior en un gesto visiblemente erótico. Y solo le basto la afirmación de ella hacia su pregunta. Quería que estuviese segura, necesitaba que estuviese completamente segura. No podría enfrentarse a su resentimiento al verse instada a hacer algo para lo que no estaba preparada.
Ella no pudo hablar, tan solo asentir con la cabeza e inmediatamente noto su abandono, el abandono y la reserva de Lucas, busco ansiosamente su boca. Se había quitado el pijama por fin, y ella se dedico a pasear sus manos por su torso desnudo mientras el, ávidamente le bajaba los tirantes del camisón para poder besar sus hombros.
Estaba nerviosa, para que negarlo. El también lo notaba, sentía sus manos temblorosas recorrer su espalda. Pero ya nada podría pararlos. Sentía la lengua de Lucas dejando ríos de fuego por su piel, noto como sus pezones se endurecieron de deseo ala vez que el gemía complacido y cuando la acaricio alrededor del piercing, incluso la hizo reír.
No imaginaba que se pudiese sentir algo como aquello. No podían dejar de mirarse. Los ojos de el estaban vidriosos como si hubiese ingerido el mas potente de los narcóticos. Estaban nublados de deseo. Lucas, le confeso mas tarde, que nunca, jamás, en su puta vida, había deseado nada con tanto ímpetu. Ni unas caricias lo habían hecho vibrar con tanta intensidad de placer.
Se comieron a besos, no hubo rincón de su piel, que no gozara de sus bocas y de sus caricias. Y cuando ya estuvo preparada, el lo estaba desde hacia rato, se lo pidió, le pidió que la hiciese suya; Escuchar de su boca esas palabras, y sentirla rodeándolo con sus piernas mientras se unían en uno con la mayor delicadeza que el le podía transmitir, con la mayor dulzura con la que el la podía tratar a pesar de su innegable estado de excitación, los hizo estremecerse a ambos al llegar a la cima del éxtasis susurrándose “te amos”, lo encumbraron a el al cielo. Ambos estaban rematadamente perdidos, Iban a amarse toda su vida. Iban a amarse con toda su locura, y el iba agradecerle el preciado regalo que ella le había dado, adorándola con devoción”

Las horas pasan. Quedaron tan rendidos, tan extenuados que sin darse apenas cuenta se quedaron dormidos uno en brazos del otro después de hacer el amor de nuevo, abrazados frente a frente, piel con piel en plena armonía y así sin percatarse, como una llama de fuego los sorprende el amanecer. Una vez mas Madagascar despierta con un sol centelleante y Lucas es el primero en abrir los ojos, a pesar de que solo han transcurrido unas horas desde que se quedo dormido, esta completamente descansado. Esta es la mejor noche de su vida y verla profundamente dormida a su lado se lo confirma, la cabaña esta en penumbra iluminada solo por unos rayos de sol que entran por la cortina entreabierta, tiene su rubia melena esparcida sobre la almohada y en los labios una dulce sonrisa; Por un momento detiene su mirada en su boca, el deseo de besar esa boca lo ha acompañado en los últimos meses, todos, los días, a todas horas. Todavía en una nube, reconoce que jamás imagino empezar el día con el amor de su vida en sus brazos y menos aun cuando el día anterior habían estado en manos de los hombres de Uriarte; Involuntariamente le acaricia los labios con un dedo, siente como el deseo nuevamente se apodera de el y dándole pequeños besos en su hombro desnudo intenta despertarla.
Lu: Mi niña… buenos días.
Sa: Lucas… estaba soñando con la primera vez que hicimos el amor.
Lu: Y eso?
Sa: Es mi sueño preferido, no sabes la de veces que lo soñé durante este tiempo!
Lu: Princesa a partir de ahora, construiremos una historia mejor!
Sa: Te amo Lucas.
Lu: Y yo a ti princesa, y yo a ti.

Fin

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